Sexagésimo Capítulo: ella es mi sorpresa

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SNAPE

-claro que lo hago –respondí sin quitar mi vista de la chica que se revolcaba por el dolor, trate de disimular mi horror.

El Lord detuvo la maldición y nos miró –la primera vez que castigue a esta insolente fue al otro día de haber iniciado, me entere que andaba dejando tú nombre por el piso y que seguía faltándote el respeto así que la llame –la miro en el piso tratando de recuperarse –pero cuando me entere de que te había atacado supe que debía ser más duro con ella –vino hacia Ela –me encanta que te divierta ver sufrir a la gente, intenta tú –se hizo a un lado para dejar a Ela frente a Parkinson –enséñale que nadie puede burlarse de ti hija, que nadie puede burlarme a mí, que no debió meterse contigo todos estos años –susurraba cerca de su oído.

-¿puedo padre? –Pregunto mi esposa sin dudar, su cara estaba iluminada por el rencor y sonrió cuando volteo a preguntarle a Voldemort -¿esta es mi sorpresa? –

-claro que puedes querida, hazlo –

Mi Ela se acercó más a Parkinson y susurro algo que no alcanzamos a oír en el oído de la chica, se levantó con una radiante sonrisa y apunto -¡Crucio! –la chica gritaba fuerte y se movía tratando de alivianar el dolor.

-para por-por favor –gemía.

-lo mismo rogué yo todos estos años maldita zorra, jamás te hice nada y aun así me dañabas, ahora te toca pagar –se puso a reír mientras observaba a la muchacha.

-Daniela pequeña no seas tan dura al principio –susurre cerca de ella para que se detuviera y no fuera tan cruel.

-quítate Severus –me miro con sus ojos inyectados de rabia –haré con ella lo que yo desee después de todo –detuvo la maldición y se giró para quedar frente a frente –ella es mi sorpresa –volvió a sonreír.

Me hice hacia tras sin creer lo que mis ojos veían, mi Ela, mi pequeña y dulce esposa estaba disfrutando mientras castigaba una chica, está bien quizás tiene algo de rencor contra ella por todo lo que le ha hecho pero ¿llegar a este punto? Algo debió causarlo, ¿y si Daniela vio que Parkinson me beso? No eso no podía ser posible, no había nadie más en el salón cuando eché a Parkinson del salón; una risa me saco de mis pensamientos.

-¿no es adorable Severus? –Se acercó Voldemort –mi querida hija es idéntica a mí –sonrió –basta Daniela –hablo despacio pero mi mujer logro oírlo.

-¿pasa algo padre? –dejo a Parkinson en el suelo y se acercó a su progenitor.

-no querida, pero si sigues de esa manera acabaras con ella en unos minutos más –ambos la miraron –además creo que Severus debería dejarnos solos unos momentos ¿no crees? –

-concuerdo con usted padre –me miro –déjanos solos, cuando termine me iré directo a Hogwarts -¿Qué estaba ocurriendo con mi pequeña?

-como ustedes quieran –hice una reverencia y salí del lugar, lo mejor ahora era ir al castillo y esperarla en ese lugar mientras me tomo un trago.

Me aparecí en mi despacho y me encontré con Draco dormido sobre el sofá.

-¿Qué estás haciendo aquí Draco? –lo moví.

-discúlpeme por estar aquí padrino sin su permiso pero me quede preocupado por Ela –le di una copa de whisky y me senté –no la vi en toda la tarde después de que nos separamos, y ahora que vine no los encontré me preocupe –se acomodó.

-no te preocupes por eso Draco, pero espera... ¿tú no estuviste con Ela toda en la tarde? –

-no padrino, creí que ella estaba con usted, la última vez que estuvimos juntos fue cerca de la sala común cuando nos despedimos después de las clases, por la tarde vine pero estaba Eileen sola con Meri –me miro preocupado -¿pasa algo? –

Los profundos ojos de Severus SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora