43. La parte madura de Ashton Irwin.

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                                              43. La parte madura de Ashton Irwin.

Desperté cuando sentí el tacto de una mano acariciando mi espalda, gruñí suavemente e intenté girarme dándome cuenta de que la mano que, segundos antes se encontraba acariciando mi espalda, se enrrolló en mi cintura. Giré nuevamente y observé la sonrisa mañanera de Luke Hemmings.

—Buenos días —susurró con su ronca voz, indicándome que acababa de despertarse, además de que sus ojos se encontraban graciosamente entrecerrados, dándole una imagen de niño.

—Buenos días. —Cerré los ojos de nuevo, acurrucándome más junto a él cuando se me paró el corazón y me incorporé rápidamente en la cama.—¡Luke, mi examen! —grité mientras me quitaba su camiseta tirándola al suelo e iba al armario a por otra.

—Ángel, son las once —dijo y maldecí, el examen era a primera hora y yo había faltado.

—¡Joder, no he hecho el examen! Maldita sea. —Pateé mi camiseta que había cogido segundos antes.

—Tranquílizate. —Luke se incorporó para levantarse de la cama y venir hacia mí.

—¿Qué me tranquilice? ¡Es el único examen que íbamos a hacer! ¡El global! ¡Y va a suspenderme por no presentarme! —bramé y volví a mi tarea de patear la camiseta que se encontraba más que arrugada en el suelo. Sentí como sus brazos me rodearon y me levantaron un poco, haciendo que dejase de maltratar aquella prenda—. ¡Suéltame! —le exigí pataleando y, después de unos minutos en los que descargué mi ira, me soltó nuevamente—. ¡Podías haberme avisado, mierda! ¡Voy a suspender por tu culpa! —continué con mis voces y golpeó la pared con el puño.

—¡Deja de gritar! —vociferó hipócritamente—. ¡No es mi culpa, tú podías haberte acordado, era tu responsabilidad no la mía, joder! —rugió de vuelta mientras mi cuerpo se encogía ante su voz. Bajé la cabeza y fijé mis ojos en la camiseta arrugada y entonces me di cuenta de que estaba discutiendo todo aquello en ropa interior. Me agaché rápidamente y me la puse lo más rápido que pude para, después, salir de la habitación e irme a la parte de detrás de la casa, donde sabía que había una terraza. Abrí la puerta y recé porque Luke no me siguiese y no lo hizo, me dirigí hacia un poyo que había pegado a la pared y me senté allí, a pesar del frío que comenzaba a helarme y a los pequeños copos de nieve que cada vez se hacían más grandes. Sentía la rabia correr por mis venas y también me sentí frustrada. No sabía cuanto tiempo había pasado allí hasta que vi la puerta abrirse y a Luke con una manta en sus manos, mirándome arrepentido. Aparté mis ojos de los suyos intentando mantener mi enfado con el y seguí observando los copos de nieve. Se acercó a mí y no pude evitar mirarle por el rabillo del ojo.

—Mickie... no puedes estar sin mirarme el resto de su vida —murmuró mientras se sentaba en el poyo junto a mí.

—Sí que puedo —mascullé y le sentí reír, realmente mi actitud estaba siendo infantil e injustificada.

—Vas a resfriarte, hace frío aquí fuera y está comenzando a nevar. —Se acercó un poco más a mí.

—Sobreviviré —respondí y esta vez solo gruñó un poco. A los instantes siguientes noté como aquella manta con la que le había visto entrar minutos antes, era puesta sobre mis hombros y, sin poder evitarlo, sonreí.

—¿Mejor? —preguntó y le miré con una sonrisa tímida, disculpándome—. No quería gritarte de esa manera antes ahí dentro y tampoco quería que perdieses el examen, no de manera cruel, solo pensé que la profesora podría repetírtelo otro día... Estaba muy a gusto y no quería que te fueses, perdóname.

—Siempre puedo poner alguna excusa ¿no? —dije sonriente haciendo que la culpa que yo había hecho que se apoderase de sus ojos azules, desapareciese.

Rebeldía (Luke Hemmings)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora