80. El mejor de todos.

149K 6.8K 1.6K
                                    

                                                                            80. El mejor de todos.

Aviso: capítulo con escenas eróticas, si lo lees es bajo tu responsabilidad.

¿Estás segura?—Observé como Luke tragaba saliva y, a pesar de aquella seria situación, reprimí mis ganas de reír, tantas veces le había hecho recular, tantas veces le había llevado hasta el borde para luego echarme atrás, pero ya no quería aguantar más, quería a Luke, le quería de todas las maneras posibles y mientras le observaba allí, frente a mí, queriendo una respuesta, dispuesto a esperar si aún quería yo esperar y retratarme, supe que no había más tiempo que tener, no tenía más tiempo que tomarme para saber que lo quería todo con él.

—Estoy segura.—Respondí y atraje suavemente su cara a mi boca, un pequeño roce de labios, un suspiro, cerré los ojos mientras su frente se pegaba a la mía, cuando los abrí, me estaba mirando mientras sonreía y volvió a besarme. Mis manos fueron a su pelo, colando mis dedos entre sus mechones suavemente, sintiéndole suspirar de placer en boca mientras aumentaba poco a poco la intensidad del beso. Sus manos fueron a mis muslos y gruñó gracioso mientras tiraba de mí hacia arriba, provocándome rodear su cintura con mis piernas, dio unos pasos conmigo encima hasta que me puso contra la pared, haciendo apoyo allí. Mis manos fueron a su camisa, desabrochando los botones de manera lenta mientras su mirada llena de lujuria se mantenía sobre la mía, acercó más su boca a mí cuando terminé de quitársela entera y, seguido, cogió mis manos, poniéndolas sobre mi cabeza sujetándolas con una mano mientras besaba mi cuello y su pelvis hacia presión contra la mía, aguantándome en la pared. Sus labios rozaban y chupaban mi piel al descubierto mientras mis manos aún seguían prisioneras y me mantenía con los ojos cerrados disfrutando de él. Segundos después, comenzó a caminar nuevamente conmigo hasta la habitación aunque casi caemos cuando chocó con el sofá, reí junto a sus labios y me besó la sonrisa.

—La próxima vez te tocará a ti cargarme.—Bromeó guiñándome un ojo y le saqué la lengua.

—Si es que hay próxima vez, Hemmings.—Seguí su juego y fingió una mirada amenazante, comenzando a andar otra vez.

—Me encargaré de que la haya, nena, no vas a deshacerte tan fácil de mí.—Susurró contra mi boca y, cerré los ojos sintiendo como esta volvía a cubrir la mía, caminó por el pasillo y empujó la puerta semi abierta de la habitación con una pierna, me apoyó en la pared mientras ajustaba el tono de la luz y yo besaba su cuello.—Me estás volviendo malditamente loco.—Pronunció las mismas palabras que meses atrás había dicho cuando nos besamos por primera vez, cuando todo comenzó a sentirse tan real junto a él y es que desde el primer momento en el que le vi supe que todo junto a él serían problemas, que me arrastraría al vacío y no me importó, me enamoré de él igual que todos los puentes están enamorados de un suicida, de una manera tan malditamente mala que se sentía tan malditamente bien. 

Sus manos se deslizaron por mis muslos, subiendo un poco el vestido para a continuación ponerme en el suelo, en el período de tiempo que sus manos fueron subiendo lentamente la prenda, con sus dedos rozando suavemente la parte de piel que quedaba descubierta ante él, sus ojos no se apartaron de los míos ni un momento, mientras que sus labios rozaban los míos, tentándome a besarle mientras yo me retenía, desafiándole. Se apartó un poco de mí para retirar totalmente el vestido. Sus ojos recorrieron mi cuerpo y se agachó mientras me sonreí, tomó uno de mis pies y lo levantó poniéndolo sobre su hombro, quitó el primer tacón y mordió juguetonamente el gemelo para repetir aquella acción con el otro, y tan pronto como este fue retirado, se incorporó y sus manos volvieron a cogerme rápidamente de las piernas, haciéndome saltar para rodearle la cintura y me empujó contra la pared, callando un gemido con sus labios cuando sentí el placer de sentir la fría pared contra mi espalda y su pecho caliente contra el mío. Sus labios eran los que controlaban el ritmo del beso, acelerando y disminuyendo el ritmo para torturarme mientras llevé mis manos a sus pectorales, acariciándolos, posando mi mano en el izquierda, sintiendo como su corazón latía fuerte y rápidamente contra mi palma. Su pelvis empujó la mía, haciéndome sentirle y ambos gemimos ante la pequeña fricción, mientras una de mis manos continuaba sobre su pectoral la otra subió a su cabeza, agarrando el pelo de su nuca y tirando de él un poco hacia atrás, provocándole un gruñido, llevé mis labios a su cuello, besando su piel intercalándolo con algunos pequeños mordiscos que le hacían temblar. Me despegó de la pared y caminó conmigo hasta que sus piernas chocaron contra la cama, me dejó suavemente sobre esta mientras observaba mi cuerpo semi desnudo. Fingió limpiarse la baba exageradamente y reí mientras negaba y le indicaba con el dedo que se acercase a mí, abrí un poco mis piernas y se situó en ellas, apoyando su peso en la cama con los antebrazos y poniendo su cara frente la mía. Besé su cuello mientras mis manos temblorosas se dirigían a su cinturón, desabrochándolo.

Rebeldía (Luke Hemmings)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora