39. Cobarde.

183K 7.3K 673
                                    

                                                             39. Cobarde.

Corrí por las calles mientras temía por lo que mi hermano pudiese estar pasando en ese momento, estaba asustada y mis piernas comenzaban a doler pero, en vez de reducir la velocidad, la aumenté, sintiendo como me flaqueaban las rodillas, pero no me importó.

Llegué a un gran edificio que parecía estar cayéndose en pedazos, respiré profundo y entré allí como Travis me había indicado. Escuché un gruñido y eso me bastó para reconocer que allí tenía que estar mi hermano, giré al llegar al fondo y entonces encontré a mi hermano sentado en una silla, con partes de su cuerpo cubiertas de sangre y pequeños indicios de moratones mientras Travis, con lo que parecían ser unas pinzas más bien oxidadas, le sacaba cristales del hombro.

—¿M? —Los ojos de mi hermano se abrieron e hizo un movimiento brusco y volvió a gruñir ante ello.

—Estate quieto, hombre, o en vez de sacarte los cristales se entrarán más profundo —replicó Travis sin ni siquiera girarse a mirarme.

—¿Qué hace mi hermana aquí? —masculló Ashton entre dientes mirando a Travis, seguramente adivinando que tenía algo que ver pues no se había sobresaltado cuando aparecí allí.

—Yo la llamé.

—¿Qué tú qué? ¿Pero cómo? —dijo mi hermano exasperado moviendo los brazos y quejándose después.

—Ashton, como no te estés quieto voy a mandarte a la mierda —gruñó ahora Travis y yo me acerqué lentamente a mi hermano.

—¿Qué... qué ha pasado? —quise saber mientras observaba sus heridas y un escalofrío recorría mi espalda.

—Tu hermano no trajo la cantidad de droga necesaria y estas fueron las consecuencias —contestó Travis por él que, al parecer, no se atrevía ni a mirarme a los ojos. Mierda. Me sentí culpable, yo tenía la culpa de aquello, si no hubiese entrado en el cuarto de Ashton y lanzado después la bolsa sin cerrar, mi hermano estaría en casa, a salvo.

—Trav... —masculló mi hermano cuando observó mi expresión aterrada, creía que las palabras de Travis habían sido las que habían hecho que estuviese de esa forma, pero era la culpa la que estaba dominando mi cuerpo. ¿Debería decírselo? ¿De qué serviría? Decidí callarme y que la culpa siguiese comiéndome por dentro.

Cobarde.

—¿Qué... qué vamos a hacer ahora? —pregunté cuando vi como Travis se levantaba y dejaba la pinza en una mesa cercana, a pesar de ser un edificio muy viejo, estaba bien amueblado, seguramente, utilizarían ese lugar como "centro de reuniones" "escondite"... ni siquiera quería saber para qué.

—Para eso te he llamado, tienes que llevártelo a casa.

—¿Qué? ¿Cómo quieres que lo lleve? ¿Andando? A penas podrá ponerse en pie —refunfuñé y, después de un gruñido, mi hermano estaba parado a mi lado con una expresión facial de "¿No decías que no podía?"—. No puedo llevarle a casa caminando, Travis, es mucho recorrido.

—Yo no puedo hacerme cargo de él, Mickie, tengo que irme y es urgente.

—Yo...

—Apáñatelas —sentenció y, si las miradas matasen, Travis se encontraría en el suelo muerto hace rato—. Hablamos luego, tío. —Después de una despedida con la cabeza, salió de allí, dejándome a solas con mi hermano que, a pesar de parecer fuerte, sabía que no duraría mucho tiempo en esa situación. Pero así era Ashton Irwin, fuerte por fuera, frágil por dentro.

Rebeldía (Luke Hemmings)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora