58. Barbie manipulada.

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                                                                                            58. Barbie manipulada.

Sonrió con pesar al igual que yo y volví a besar sus labios suavemente, me miró a los ojos y rió un poco.

—¿Qué? —pregunté mientras se levantaba de la moto.

—Estás sexy hasta con ese pijama de ranitas —bromeó y entonces me di cuenta de que aún seguía con aquel pijama y en plena calle. Golpeé su hombro mientras rodaba los ojos.

—¿Qué haremos ahora? —quise saber sentándome tras de él en la moto.

—Podemos ir a la casa de mi padre pero el problema es que estaba en una fiesta junto a Chris y su hermanastro y los demás.

—¿Y...?

—Tengo que volver a avisar a Chris.

—¿No... no puedes avisarle con un mensaje?

—Tengo que volver y asegurarme de que está bien, después le encargaré a Dylan que le lleve a casa y se acabó, se ha estado desmadrando un poco últimamente —dijo, pero sus ojos no me miraron al pronunciar aquellas palabras y sabía que algo pasaba.

—¿Cómo desmadrarse?

—Acabar en comisaria después de emborracharse hasta la mierda y correr por las calles desnudo mientras gritaba que le querían violar.

—Dios.

—Eso mismo. —Luke se encogió de hombros mientras hacía una mueca de desagrado.

—No voy a entrar ahí con estas pintas, Luke, tienes que estar loco.

—Ponte mi chaqueta y entra tu sexy culo dentro de esa casa, ángel, no voy a dejarte aquí sola —ordenó mientras yo le miraba con los brazos cruzados todavía sentada en la moto mientras él ya había bajado hacía cinco minutos. Negué con la cabeza mientras miraba a otro lado que no fuesen sus persuasivos ojos azules—. Mickie Irwin, vas a entrar ahí por las buenas o por las malas, voy a darte tan solo diez jodidos segundos para elegir. —Había escuchado esa frase antes, la cual me había llevado a bailar junto a él en la pista mientras mi hermano nos observaba. Malos recuerdos que parecían ser muy lejanos cuando apenas habían pasado cinco meses.

—Luke, escucha...

—Diez, nueve...

—No vas a obligarme de ninguna manera a...

—...ocho, siete...

—Luke.

—...séis, cinco...

—Espera —intenté convencerle pero antes de que hubiese terminado su cuenta atrás, yo ya me encontraba entrando en aquella casa a sus espaldas mientras pataleaba sin obtener ningún resultado beneficioso.

—La próxima vez no me harás perder la paciencia, nena —se burló con suficiencia mientras me dejaba frente a todos en aquel ridículo pijama y se quitó su chaqueta para pasármela mientras yo sentía que estaba entrando en un ataque de ira que no tardaría en explotar contra Luke Hemmings.

—Anda, si el angelito vuelve a aparecer por aquí. —Escuché una voz femenina a mis espaldas y me giré mientras me ponía la chaqueta de Luke. Miré aquellos piercings y tatuajes, no olvidaría una cara como aquella en mucho tiempo. La anticristo.

—Tú —nombré mientras sonreía con cinismo. Su mirada me examinó de arriba a abajo y observé como una pequeña sonrisa aparecía en su cara cuando se fijó en mis pantalones del pijama decorados con ranas feas y verdes.

Rebeldía (Luke Hemmings)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora