52. Embriaguez.

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                                    52. Embriaguez.

Suspiré nerviosa una vez más en el asiento de cuero del coche tuneado, o más bien, super tuneado, de Chris cuando pasamos por el séptimo semáforo verde de la noche, o quizá era el octavo, sin ver ni rastro de Luke. Después de que finalmente accediese a ir por él, llamé a Chris, tenía que ayudarme a buscarle y llevarle a casa o a algún lugar donde no pudiese ser robado, golpeado o atropellado por su estado.

—Creo que le veo.—Escuché la voz de Chris por encima de aquel ruido que provocaba la música de estridente que salía de su radio. Aceleró un poco más para, finalmente, frenar delante de un cuerpo tirado a un lado de la carretera, a las afueras de Holmes Chapel. Me bajé rápidamente del coche cuando estaba incluso en marcha y corrí hasta el cuerpo de Luke que se encontraba allí, sosteniendo una botella de Vodka mientras daba tragos cada dos por tres. Llevaba una camisa negra junto con unos pantalones vaqueros del mismo color y su pelo se encontraba un tanto revuelto.

—Maldito cabrón, ¿me has hecho venir a buscarte para que estés alcoholizándote con una jodida botella de Vodka? Nenaza, si hubiese sido tequila te lo hubiese perdonado.—Fue lo primero que oí salir de los labios de Chris mientras me paraba frente a Luke, observándole con vacilación, sus ojos estaban cerrados pero el tono alto de Chris le forzó a abrirlos.

—Christopher, cierra la puñetera boca.—Farfulló Luke provocando un gruñido por parte de Chris, o Christopher, y una sonrisa burlesca en mi rostro.

—¿Christopher?—Canturreé, haciendo un pequeño paréntesis ante la situación que tenía delante de mí en esos momentos.

—Olvídalo, ¿está bien? Estamos aquí por Luke, no por mi nombre de marica.—Masculló apretando los puños a los lados, casi furioso. Me giré hacia aquel rubio que ahora se había incorporado un poco, apoyando su peso sobre sus codos y mirándonos con las cejas enarcadas mientras volvía a darle otro sorbo a aquella botella. Me acerqué a él rápidamente y le quité la botella para después lanzarla contra la hierba.

—¡¿Estás loca?!—Tanto Luke como Chris me reprocharon vociferando y quise reírme en su cara, ellos tendrían que ser los locos si pensaban que les permitiría conservar aquella botella.

—Ponte de pie.—Le ordené a Luke que seguía mirando con melancolía el lugar donde había arrojado la botella.

—Tendrás que pagármela, ángel, estaba haciendo buenas migas con esa botella.—Susurró como un niño pequeño y rodé mis ojos ante sus palabras de borracho.

—Simplemente ponte de pie.—Repetí y, bufando y, ayudado por Chris la primera vez cuando casi se cae, se paró frente a mí a la vez que retiraba su flequillo rubio de la frente, se frotó los ojos, volvió a bufar y me miró sonriente.

—Sabía que vendrías.—Soltó de una forma tanto seductora como burlesca y quise golpearle pero decidí no hacerlo, no quería que Chris tuviese que hacer nuevamente el esfuerzo de levantarle del suelo, porque sabía que si le golpeaba caería a él.

—Cierra la boca y sube al coche, Chris va a llevarte a casa.—Ordené, dejando a un lado la rabia que tenía en ese momento.

—¿A casa? Mi madre no puede verme así.

—Posiblemente tu madre estará dormida, simplemente sé silencioso por una vez en tu vida.—Contesté, cansada y con ganas de acabar aquello e irme a casa cuanto antes.

—Sé ser silencioso, a diferencia de ti, Irwin.—Respondió con una mirada tanto pícara como desafiante, y sabía que se refería a nuestros encuentros... intensos.

—¿Qué me he perdi...? ¿Sabéis qué? No quiero saberlo, par de conejos hormonados.—Se burló Chris, fingiendo estar asqueado.

—¿Vas a montarte de una vez?—Presioné haciendo caso omiso al comentario de Chris.

Rebeldía (Luke Hemmings)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora