—¿No has decidido? —me pregunta Jorge mientras caminamos las calles del centro, agarrados de la mano.
—Créeme que lo estuve pensando Jor, pero también pensé en mi amiga. Ella ahora necesita ayuda de alguien para lo que está organizando, y ese alguien soy yo —digo sin mencionar nombre, no quiero que sepa que Nina es mi mejor amiga, al menos no todavía.
—Pero no estaría mal si vienes a pasar unos días conmigo. Desde que llegamos hace unos días esta es la primera vez que salimos juntos.
Deja de caminar, me mira de forma linda, sonríe y besa mis labios con delicadeza.
—Mami, ¿por qué esos señores están pegando sus labios? —pregunta una niña de no más de cinco años, pasa a nuestro lado y reímos.
Me deja muy cerca del edificio ya que él debe agarrar otra ruta para llegar al suyo.
Nina está sentada en el sofá leyendo unas cosas en su computadora, al verme la deja a un lado y sonríe. Ha estado tan ocupada con lo de su boda que no hemos tenido tiempo para salir a modo de amigas.
—Ven aquí —palmea un lado—. ¿Qué harás mañana?
—Nada, ¿por qué?
—Quiero que me acompañes al bulevar, ¿pudes? —me lo pide con la mirada, de seguro necesita ayuda para algo—. Vi estos adornos hermosos por internet para el centro de mesa y necesito tu opinión, pero también que me acompañes a la tienda.
—Está bien, Nina. ¿Mañana a qué hora?
—Después del medio día estaría bien.
—Perfecto.
Mentira, nada está ni estará perfecto si trata de ella y su boda con Royce.
(...)
Son las once de la mañana y me las ingenio para preparar algo de comer, por lo que termino con una olla de fideos acompañada de salsa a la boloña que huele delicioso. Nina salió en la mañana y todavía no llega pero estará aquí antes de las dos para ir a ver los centros de mesa. No entiendo porqué tan centrada en eso, es decir, puede contratar a alguien que planifique todo y evitarse el estrés de estar buscando el adorno perfecto.
Mi amiga llega alrededor de la una. Almorzamos, ordenamos la cocina y después partimos con destino al bulevar.
—Anoche estuve con Royce —cuenta cuando salimos de una tienda donde no encontramos nada bonito.
—¿Cómo así?
Intento no darle mucha importancia pero la realidad es otra.
—Lo invité a un lugar muy bonito y terminamos haciendo el amor Vanessa. Estoy contenta y me siento muy llena de amor —sonríe cómplice y suspira segundos después.
Las ganas de seguir buscando adornos se esfuman, aunque no le digo nada pero mientras ella habla o muestra los mismos, mi mente va hacia los recuerdos.
¿Qué está pasando conmigo?