– Invitación por favor. – nos pide el hombre que esta sentado en la entrada del salón.
– La tienes tú amor.
– ¿Yo? Royce te la di cuando íbamos saliendo de casa.
Rebusca en su traje y después vuelve al auto para ver si esta allí. Estamos frente al salón donde se realizará la fiesta en celebración a la boda de Jorge y Elena.
– Ya recordé, la he dejado en el baño.
– ¡Royce!
– Llama a Jorge para que venga por nosotros.
– Es su boda ¿crees que va a contestar un jodido teléfono? – evito no alzar la voz ante la frustración que tengo.
Son las once con diez minutos, se supone que deberíamos estar aquí a las nueve pero Royce llego de viaje hoy y lo espere para venir juntos.
– Hola Vanesa. – volteo para encontrar a la madre de Jorge. – Déjalos, son buenos amigos – le dice al hombre.
– Gracias. – le doy un abrazo a la señora que viste un elegante vestido.
– Royce olvidó la invitación.– Hola querido ¿cómo estas?, ¿dónde esta Nina? – interroga con una sonrisa.
Ella desconoce todo lo que pasó entre nosotros, me da gusto saber que Jorge no se atrevió a decirle nada pero justo ahora deseo que se lo haya dicho y así no sentirme incomoda. Royce le responde con una indirecta muy directa, ella rápidamente capta y nos adentramos al inmenso salón. Unas grandes lámparas colgadas en el techo nos dan la bienvenida, la luz es tenue y algunas velas encendidas sobre la mesa le dan un aspecto más romántico.
Busco al recién casado con la mirada y lo visualizo a unos cuantos metros tomándose una foto.
– Esta es su mesa. – nos recuerda la madre de Jorge, asentimos y procedemos a sentarnos.
– Gracias.
– ¿Los niños cómo están?
– Oh están bien, los dejamos en casa porque tienen resfriado. Sólo que esta vez no los cuido Jorge. – reímos
– Entiendo. Bueno los dejo, disfruten.
Al momento en que se retira una chica se acerca a ofrecernos una copa con un buen whisky que con gusto aceptamos.
– Hola guapura. – saluda Jorge.
– ¡Hey felicitaciones! – le doy un abrazo. – Lamento no haber llegado a la ceremonia, los niños tienen resfriado y de hecho no quería venir por eso pero Royce consiguió a alguien de confianza que los cuidara.
– Ok, ok ¿no vas a la ceremonia pero sí vienes a comer pasapalos? qué interesada. – reímos – No es cierto, gracias por estar aquí. ¿Ya viste a tus padres?
¿Mis padres están aquí? de repente comienzo a hiperventilar. Mi mamá sabe todo pero mi padre no, me ha dado vergüenza decirle lo que pasó entre Royce y yo.
– ¡Hija! – mi mamá me abraza tomándome por sorpresa, comienza a reír y luego deja un beso en mi frente.
– ¿Cómo estás, cómo están? – mira a Royce con una sonrisa.– Hola mami, estamos bien. ¿Dónde, dónde esta mi papá?
– Qué gusto verla después de tanto tiempo señora.
– Gracias querido. Y tu padre, viene justo ahí – trago fuerte antes de dar la vuelta y verlo caminando hacia nosotros. – Tranquila, le conté todo hace mucho y no lo tomó mal.
– ¿Cuándo llegaron?
– Esta mañana, queríamos darte una sorpresa. – añade mi padre.
(...)
La pasamos muy bien en la boda de Jorge y Elena pero justo ahora me arrepiento de haber tomado tanto después de mucho tiempo; mi cabeza va a estallar en cualquier momento y la gana de devolver todo el alcohol que he tomado están presente.
– Mami, papi despierten – escucho la voz de Diego a lo lejos y luego mueve nuestros cuerpos. – Un señor esta en la puerta.
– Ya Dieguito, déjanos dormir. ¿Te sientes mejor? – pregunto sin abrir los ojos, aun abrazada al cuerpo de Royce.
– Si mami. ¿Puedo abrir la puerta?
– No. – bufo cuando abro lentamente los ojos y la luz incomoda en los mismos. – Ya voy, espérame abajo.
Cuando volvemos a quedar a solas en la habitación me pongo de pie, cubro mi cuerpo desnudo con una camisa de Royce y bajo para ver quién toca.
– Buen día para usted, y buenas tardes para mí – dice el señor al otro lado.
¿Qué hora es?
Hago una mueca evitando bostezar frente a él para no quedar como una mal educada.– Soy el abogado que lleva el caso de la separación entre el señor Rojas y mi cliente.
Me pasmo al escucharlo y pienso inmediatamente en Victoria.
– Buen día, o buenas tardes – sonrío apenada – El señor Rojas aun duerme.
– No es eso un problema, aquí le dejo estos documentos. Él debe leerlo, aceptar los términos y luego ponerse en contacto con su abogado para dar finalizado el proceso. – tiende una carpeta, la agarro y asiento.
– Muchas gracias, feliz día.