—Hey, ¿estás bien? —pregunta al otro lado de la puerta y da varios golpecitos.
—Si —termino de lavar mi cara—. Es normal, Jorge.
—Por lo visto odiarás la comida china durante el embarazo.
—Odio estos síntomas —añado saliendo del baño.
—Te voy a preparar un sandwich, ¿quieres?
—Está bien —sonrío.
Vuelvo con él a la sala y me siento en el mesón mientras lo veo preparar el pan.
—Jorge, acepto.
—¿Aceptas qué?
—Acepto intentarlo contigo —deja el plato a un lado y frunce el ceño—. Sí quiero.
—No te estoy entendiendo, Vanessa.
—Acepto casarme contigo —le digo de manera obvia. Su boca se curva en una o y sonríe segundos después.
—¡Gracias! —me abraza—. Te prometo que no haré nada fuera de lugar, prometo que querré a ese bebé e intentaré todo para que me quieras pero no sólo como amigos.
—Yo prometo que también lo voy a intentar.
Se aleja unos minutos, vuelve con la caja en manos y saca el anillo. Con torpeza lo desplaza por mi anular, admito que se siente bien tener un anillo de compromiso.
—Te adoro —me besa después de decir aquello.
Le correspondo. De hoy en adelante voy a esforzarme por querer a Jorge como él lo hace conmigo, realmente quiero que todo esto funcione.
(...)
—Exageraste con las compras, Jorge.
—Lo sé pero son muy necesarias.
Ayer Jorge me pidió que nos casáramos y hoy me pidió ir al centro comercial para comprarle algunas cosas al bebé. Aún ni sabemos qué es dado que falta mucho pero se encarga de comprar biberones, algunas ropas unisex y mantas.
—Quise gastar el primer pago del proyecto en él o ella.
—No era necesario.
—Para mi si —enciende el motor del auto que también ha alquilado—. ¿Te dejo en tu edificio o volverás a quedarte en casa?
—Déjame en el edificio. Mi amiga me necesita y quiero ayudarla en algunas cosas.
—Mañana es la boda de Geoffrey, ¿vas a querer ir? —trago gordo antes de desviar la mirada—. Es el gerente —lee el nombre del destinatario que lo está llamando, sacándome de ese momento.
Contesta el teléfono y al colgar olvida lo de la boda y conduce hasta dejarme cerca del edificio. Bajo las bolsas con las compras, me despido de él y entro.
—De acuerdo, muchas gracias —habla Nina por teléfono.
Dejo las cosas sobre el sofá y miro todas las cajas que yacen regadas en el departamento.
—¿Hola? —saludo.
—Vanessa —sonríe—. ¿Cómo te fue con Jorge? —le muestro el dedo con el anillo—. ¡Dios mío! ¡Felicitaciones! —exclama y seguido me abraza sonriendo.
—Gracias.
—Siento que me voy a volver loca con todo esto. El vestido llegó hace poco, me han llamado para lo de las mesas y sillas, van dentro de tres horas a casa de Royce.
Dejo de prestarle atención por estar pensando en lo que pasará mañana.
—¿Me estás escuchando?
—Si.
—Buenas —volteamos para ver a Royce. Viene con cajas, las deja a un lado y sonríe—. ¿Estás lista?
—Ya casi. Vane, me iré hoy a casa de Royce, ¿quieres venir? es para no tener que estar yendo y viniendo por hoy.
—De acuerdo.
—Entonces ve a ordenar un bolso. Te esperamos —sonríe—. Cariño, ¿viste el anillo de Vanessa? Jorge se lo ha dado, se han comprometido.
Agranda sus ojos, aunque soy la única que capta ese gesto. Sonríe fingiendo al igual que yo.
Ordeno un bolso rápido con cosas necesarias y partimos con destino a casa de Royce.