Seguimos a oscuras en la habitación, besándonos y manoseándonos. He llegado al punto de enredar mis piernas alrededor de su cintura, lo que hace que mi vestido se alce y él no desaprovecha la oportunidad de llevar sus manos a mis muslos.
—Cariño, ¿estás en esa habitación? —la voz de mi amiga se escucha al otro lado de la puerta.
—Joder. ¡Nina! —exclama nervioso y deja de besarme.
Me deja caer en la cama y se dirige al baño, donde enciende la luz y se mira en el espejo.
—Royce, tu amigo te está llamando.
Mueve la manilla pero por suerte él ha puesto el seguro.
—¿No está en esa? —alguien más pregunta.
—No. Seguiré buscando.
—Te acompaño.
Todo queda en silencio nuevamente.
—La habitación es toda tuya, puedes dormir si quieres —me dice acomodando el cuello de su camisa.
—¿Sabes qué? Si quieres quédate tú.
Muevo bruscamente la manilla ya que no quiere abrir, pero él se acerca y muestra la tarjeta antes de deslizarla y ésta se abre instantáneamente. No me arreglo; estoy consciente de que mi labial, cabello y vestuario es un desastre, eso ha sido esta noche: un desastre.
Visualizo a mi amiga a lo lejos mirando a todas partes buscándolo y me acerco. Se sobresalta al verme.
—¿Dónde te has metido? —me mira de pie a cabeza frunciendo el ceño.
Suspiro.
—Estaba con un tío por ahí —abre su boca con sorpresa—. No es cierto, sólo estaba disfrutando de la fiesta —me encojo de hombros—. ¿Tú por qué tan preocupada?
—Estoy buscándolo.
—¿A quién?
—A Royce.Su amigo lo ha estado buscando también, quería que cantara o algo así pero no sé dónde se meti...
—Estaba en la habitación. Fui a descansar un rato —es él quien la interrumpe.
Y me dan ganas de gritar: ¡Mentira! ¡Me ha metido a una habitación y me ha besado! Sin embargo nada más sonrío y miro cómo Nina le da un corto beso para luego detallarlo a él también.
—¿Pero sí te sientes bien? —acaricia su mejilla.
—Sí, si fuese lo contrario te lo habría dicho. Lo sabes.
—Sí, lo sé —responde y se dan otro beso más.
—Yo buscaré un taxi, no me siento bien.
—De acuerdo, nos vemos en la casa.
Nina se acerca para darme un abrazo de despedida y luego entrelaza su mano con la de él adentrándose al salón.
(...)
Nina
Cuando volvemos al apartamento ya son las cuatro y media de la mañana, Vanessa está en su habitación y ha dejado la luz de la cocina encendida. Los tacones comienzan a torturarme y eso que no son tan altos, mi rostro es un desastre debido al maquillaje y mi cabello ni se diga.