Royce sigue enojado conmigo, no me ha dirigido la palabra desde hace cinco días y si lo hace es para decirme algo sobre los niños, nada más. Hasta comenzó a dormir en el sillón, dejándome en la gran cama a mí sola.
– Debemos volver. – es lo único que me dice desde que despertamos.
No respondo por más que me da curiosidad saber el motivo, se supone que debemos regresar en tres días.
– Bien, iré a ordenar mis cosas y la de los niños.
Entro a la habitación, comienzo a ordenar las cosas de los niños y cuando voy por la ropa de Vicky pienso en lo que me ha dicho Nina.
¿Será posible que no sea hija de Royce?, de solo pensarlo mis ojos se llenan de lágrimas.
– Mami ¿llora? – Diego entra y debo secar las lágrimas.
– Hola cielo. No, no lloro. ¿Quieres volver a casa? lo haremos hoy.
– ¡Si!
Sonrío. Su cara está roja de tanto sol, anoche tuve que aplicarle crema fría porque no pudo dormir ya que le ardía.
– Ve con Royce, bajo en un momento.
– Estoy aquí. – añade él rodando algunas maletas. – Diego ve con tu hermana, por favor.
El niño sale con un puchero, cierra suavemente la puerta y volteo los ojos hacia Royce.
– No debiste sacarlo así.
– A mi no me vas a decir que no estas llorando porque claramente lo estas haciendo. ¿Qué pasa? – suaviza el tono de voz.
– Quisiera decírtelo pero, pero no puedo Royce. No me corresponde a mí decírtelo. – muerdo mi labio nerviosa.
– Entonces sí pasa algo. – asiente lentamente – Ya he ordenado tus cosas, todo está listo para irnos.
– De acuerdo, entonces voy a salir un momento.
Me pongo de pie pero me detengo cuando agarra mi antebrazo.
– ¿Por qué no me dices que estás viéndote con ese chico?
– ¿De qué hablas?
– ¡De nada! – grita y azota la puerta una vez que sale.
Un móvil suena sobre la cama, es de él y antes de que corten la llamada contesto.
– ¿Hijo? – no conozco la voz de su madre porque anteriormente no he intercambiado palabras con ella, no sé si me detesta por todo lo que sucedió.
– Mi celular. – vuelve a la habitación y se lo doy de inmediato. – Mamá.
Dejo de escuchar su conversación porque salgo de la habitación y también de la casa.
Royce
– ¿Cómo estas hijo?
– Bien mamá.
– ¿Mi nieta cómo esta?
– Todos estamos bien.
– Por tu tono de voz pareces no estarlo. ¿Tienes problemas con Vanesa?
Cuando le conté lo de Vanesa hace mucho me reprochó e incluso dejo de hablarme por un corto tiempo, pero después del nacimiento de Vicky y de Diego volvió a acercarse. Aun no sabe que Diego es mi hijo, no se ha dado la oportunidad de decírselo pero estoy seguro que cuando lo haga se pondrá contenta. Para ella mientras más nietos tenga, mucho mejor.
– No sé qué le pasa, ha estado algo extraña desde hace unos días.
– ¿Piensas que consiguió a alguien más?
El chico de la playa. Desde que lo conoció ha actuado así: aislada y también la he visto llorar.
– Debo colgar mamá, te hablo luego.
«¿Piensas que consiguió a alguien más?»
– Es algo que descubriré ya mismo.
Subo las cosas al auto con rapidez y le pido a los niños que lo hagan también, una vez dentro todos enciendo el motor y me alejo de la casa a una velocidad no permitida en esta área.
Necesito alcanzarla.
La visualizo a unos cuantos metros, en la carretera y bajo una palmera impaciente. No pasan ni diez minutos cuando detiene un taxi y sube al mismo, la sigo.
Estaciona frente a una casa, no es cualquier casa, esta ubicada en el mismo sitio que la nuestra con unos kilometros de por medio. Baja del auto, mira a su alrededor para después tocar: ese hombre abre, y me queda claro el porqué ha actuado así.