Capítulo 8

321 20 1
                                    

Ambos despertamos al mismo tiempo, cuando doy la vuelta tiene su mirada fija en el techo de la habitación y está cruzado de brazos. Su mandíbula está tensa, y no parece notar que yo ya he despertado.

—Ayer estuve a punto de tener relaciones con Julio.

Si le digo esto es porque quiero saber si él ha estado con Nina, tal vez así me lo diría.

—¿Y qué lo impidió?

Apenas me mira.

—¿En serio lo preguntas? —volteo los ojos.

—En serio lo pregunto.

—¡Tu llamada! Eso lo impidió.

—¿Debo sentirme culpable por eso ó?

—¿Tú a dónde llevaste a mi amiga anoche?

—A cenar.

—¿Y luego?

Me mira con una sonrisa.

—Sé a dónde quieres llegar, Vanessa. Si lo que te preocupa es que tu amiga aún no sea una "señorita" —hace comilla con sus dedos—, despreocúpate.

—No sé de qué hablas.

—Le debo una sorpresa.

—¿Por qué o qué?

—¿Recuerdas la primera vez en el hotel? —asiento—. Le dije que estábamos juntos porque me estabas ayudando con una sorpresa que quería hacerle.

—¿Y qué planeas darle?

—Aún no lo sé.

Me siento en forma de indio arropándome con la sábana.

—¿Puedes decirme la hora?

Busca su teléfono.

—Seis y media.

Me levanto recogiendo mis prendas que están tiradas en la habitación, entro al baño para retocar mi maquillaje y peinarme.

—¿Ya te vas?

—Debí hacerlo mucho antes.

(...)

Antes de abrir la puerta del apartamento inhalo y pido mentalmente porque Nina esté dormida o no esté en casa pero al abrir me sorprendo al verla en el sofá con el teléfono en manos.

—¿Dónde estabas?

Se levanta de sopetón.

—Estaba estresada y fui a dar una vuelta.

—¿Qué te tiene estresada?

—La universidad.

—No es raro en ti tus problemas con la
universidad —deja el teléfono en la mesa—. ¿Sabes algo de Royce?

—¿Por qué tengo que saber yo algo sobre él? Tú eres su chica, no yo.

—Disculpa.

Camino a la habitación con ella siguiéndome los pasos. Me hubiese gustado azotarle la puerta pero me sentiría mal después si lo hago.

—¡Has estado con un chico! —chilla.

Frunzo el ceño.

—¿Ah? —señala mi cuello.

Me paro frente al espejo y quito los mechones que cubren aquella marca. ¡Joder! Ahora sí debo darle falsas explicaciones.

—Pues sí.

Traviesa Mentira (Prince Royce)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora