Cuando veo a la chica salir junto al tal Junior, me apresuro en agarrar mis compras y salir tras ellos.
– ¡Junior! – grito, sube a un auto ignorándome y la chica voltea a verme.
Esto no puede ser posible, no puede ser ella, no...
– ¿Nina? – menciono esperando que no sea cierto.
Es tan idéntica a mi amiga, estoy entre el sí y no. Quiero convencerme de que es ella, pero sé que es imposible... mi amiga falleció hace dos meses pero ¿por qué tengo a una chica muy parecida a unos centímetros?
– ¿Quién eres? – finalmente escucho su voz, esa voz.
– ¡Nina!
Mis ojos se llenan de lágrimas al instante. Físicamente es igual, salvo su cabello que ahora es de color rubio.
– Estoy segura de que eres tú Nina. ¿Por qué haces esto? ¿Por qué mentiste? – siento una presión tan fuerte en mi pecho que me está impidiendo respirar con facilidad.
– No sé de qué hablas, no sé quién eres.
– ¡No te hagas! – grito en medio del estacionamiento – ¡¿Por qué fingir que estabas muerta?! ¡¿Por qué?!
– Discúlpame, pero creo que estas loca. No sé de qué Nina hablas, ahora con permis...
– Puedo reconocer esa mirada y voz sea donde sea, no estoy loca, sé que eres tú.
Hace el ademán de dar la vuelta para irse, pero soy más rápida y la halo.
– Suéltame o llamo a seguridad.
– ¡Llama al presidente si te da la maldita gana!
Seco mis lágrimas con brusquedad.
Ya no sé ni qué pensar, Nina murió o eso nos hizo creer, ahora tengo a una mujer idéntica a ella justo en frente y no sé si es una mala jugada de mi conciencia o en realidad es ella.– ¿Sucede algo, señoritas? – un hombre que parece ser de seguridad nos mira esperando una respuesta.
– Esa chica me está molestando.
– ¿La conoce? – la rubia niega. – Por favor le voy a pedir que se retire y así se evita un gran problema.
– Por supuesto que me voy pero nada me hará cambiar de opinión, sé que eres tú o sería mucha coincidencia tener a otra Nina aquí.
(...)
Cuando llego a casa sigo muy abrumada por todo lo sucedido en el supermercado, mi cabeza comienza a doler y mis ojos pican mucho.
– Has tardado. – dice Royce desde el sofá donde utiliza su móvil.
La imagen de esa chica no tiene intención de salir de mis pensamientos, su voz sigue haciendo eco y cada vez me siento más enredada.
– Hey ¿venias llorando? ¿qué sucede?
– No. – trago para pasar el nudo que se ha formado en mi garganta. – Estoy bien. ¿Los niños duermen?
– Sí. – sonríe – Veamos qué has traído.
Va en busca de las cosas al auto, minutos después nos encontramos inflando los globos y dejándolos en la sala. Quito la envoltura que cubre la torta, la dejo sobre el mesón y me aseguro de buscar el regalo que Royce le ha comprado hace días.
Media hora después Victoria despierta, está tan emocionada por lo que le hemos preparado que salta a abrazar a su papá y luego viene hacía mí.
– Feliz cumpleaños preciosa.
Rompe el papel de regalo que envuelve la caja, chilla al ver que es la última colección de muñecas que vio en la tienda hace un tiempo y también el traje de baño de sirena que tanto quería.
– No estas bien. – sigue insistiendo Royce.
– Si lo estoy, no te preocupes.
Mi teléfono suena desde algún lugar de la casa, voy en busca del mismo hasta encontrarlo y dar con un mensaje de número desconocido.
«Necesito verte, tenemos que hablar.
- Nina. »