– Ya les traigo su almuerzo. – le digo a los niños.
Están en el jardín jugando en la pequeña piscina, Royce esta en la cocina terminando el puré de papas mientras yo los vigilo.
– Listo, déjame ponerle brocoli a Victoria, le encanta. – intenta sonreír.
– A Diego no tanto. – sirvo un poco de jugo en dos vasos de plástico para ellos.
Le llevo el almuerzo ayudándolos a comer y Royce llega después.
– Quisiera ir a ver a Nina. Debo convencerme de que el doctor estaba en lo correcto y esta mejor.
– Entonces ve amor – entrelaza nuestras manos – Yo me quedo con los niños.
– ¿Seguro?
– Sí, los chicos vienen más tarde a darme unas fechas así que igual no puedo salir.
– Bien – junto mis labios – Voy a cambiarme, no quiero ir tan tarde.
(...)
Entro al hospital como vengo haciéndolo desde hace dos semanas, saludo a la recepcionista y sigo hasta el elevador.
– Ya voy para allá. – el doctor habla al teléfono y corta.
– Doctor ¿cómo esta Nina?
– Señorita – baja la mirada – En estas dos semanas hicimos todo lo posible porque la paciente despertara, pero...
– ¿Pero? – pregunto y un nudo comienza a formarse en mi garganta.
– ¡¿Pero?!– Su madre tomó una decisión, y fue desconectar a la paciente del respirador artificial.
– ¡¿Cómo?! ¡Pero ella ya estaba mejor! ¡Ella no pudo hacer eso! ¡¿dónde esta mi amiga?!
Corro hacia la habitación donde Nina estaba pero al entrar esta vacía. Mis ojos se llenan de lágrimas, esto no puede estar pasando... ¡Nina no puede estar muerta!
– No... No... ¡No! – grito con desesperación – ¡Nina!
Jamás en la vida llegué a imaginar que pasaría por esta sensación de angustia y dolor luego de lo que le pasó a mi madre años atrás.
– Lo siento mucho señorita. – el doctor me rodea por detrás con la intención de sacarme de la habitación – Pero fue una decisión que tomó su madre.
– ¡¿Donde esta Nina?! ¡Quiero verla!
– Falleció ayer señorita, y su madre tenía la orden de trasladarla para darle sepultura en Canadá.
– No... no... Todo esto es una pesadilla... ¡No puede ser!
La culpa invade mi cuerpo, Nina no despertará jamás por mi culpa. Esta muerta por mí.
(...)
– Mami – Diego corre hacia mí una vez que entro a casa.
Despeino su cabello, camino al jardín donde Royce juega con la niña quién ríe.
Crecerá sin su madre por mí.
– ¿Amor? ¿Qué dijeron en el hospital?
– Royce... – digo en voz baja – Nina... ha muerto, murió ayer Royce...