—?Por qué las cuentas no me dan? ¿Me equivocaría? —hablo para mi misma a la vez que reviso la libreta.
Sigo leyendo la agenda con las fechas de mi periodo, pero algo no encaja. Aunque a mi me llega de manera irregular, de igual forma no tarda tanto así. Han pasado tres semanas desde que llegamos a Miami y en estas dos últimas he salido mucho con Nina por lo de su boda, que por cierto, ya no falta casi nada. A diario le marco a mi madre que gracias a Dios está mejor y en dos días retomará el trabajo junto a mi padre.
—Hey, ¿qué haces?
Suelto la libreta al escuchar a Nina.
—Nada —evito mirarla a los ojos.
—Hay helado que compré anoche, ¿quieres un poco?
—Luego Nina, debo salir —agarro el abrigo del perchero, guardo la libreta en la cartera y salgo.
El señor del taxi me deja frente a una farmacia como se lo pedí y tardo en bajar pero prácticamente me echa de su auto. Le pido a la chica de caja una prueba de embarazo, pidiéndole al cielo que todo sea una equivocación de mi parte.
Cuando la tengo en manos, entro a un sanitario y sin saber como usarla, leo las intrucciones. Hago lo correcto y espero unos minutos.
—Uff —expulso el aire cuando veo el resultado. Así que el periodo está por bajarme.
Una señora me mira raro cuando entra, le volteo los ojos y abandono el baño que está asqueroso. Cuando voy en el bus de regreso al apartamento, miro la caja de color rosa con morado que guardo en mi cartera, tengo que desecharla y eso lo haré al llegar. Remuevo hasta dar con la prueba, la miro pero al mismo tiempo la suelto sin poder creer lo que estoy viendo.
—Señor, déjeme aquí.
Me pongo de pie, le pago al chófer y bajo con las piernas temblorosas.
(...)
Mi mundo se desmorona de un momento a otro, sostengo la prueba de embarazo mientras espero a Royce en el café-rest.
—Mierda no —susurro aun sin poder creer que esta jodida cosa tiene dos rayas cuando hace un buen rato tenía una.
Quiero lanzar el maldito aparato lejos, irme de aquí, continuar con normalidad todo pero no es sencillo. Nada volverá a ser como hace unas horas.
—Aquí me tienes —dice con voz ronca luciendo mucho más sexy.
—¿No pedirás nada? Yo ordené un jugo.
—No me apetece nada.
—Royce —trago saliva antes de continuar—: estoy embarazada —sus ojos se amplían con sorpresa y su mirada cambia al igual que su expresión—. Tenía un retraso, acabo de ir a la farmacia por una prueba rápida y sí lo estoy —le digo nerviosa y las lágrimas hacen presencia.
—¿Qué no te cuidaste? —cuestiona frío entre dientes.
—¿Ahora es mi culpa? —hago un enorme esfuerzo para no gritar—. Tomé las pastillas, ¡si las tomé! soy puntual en eso pero no sé qué rayos pasó Royce. Estoy tan abrumada como tú.
—No creo en desliz, Vanessa —aprieta con fuerza mi muñeca—. Te has embarazado para interrumpir todo, ¿cierto? estás actuando como una desquiciada por Dios. ¿Por qué lo has hecho?
¿Qué está diciendo? lo último que hubiese querido es tener a alguien creciendo en mi vientre.
—Yo... ¡No estás en lo cierto! —me zafo de su agarre—. Jamás me embarazaría para retener a alguien, Royce. ¿Por quién me tomas?
—Me caso con Nina muy pronto y vienes con todo esto. Lo siento, pero debiste cuidarte más.
Saca un par de dólares de su billetera, los deja en la mesa y camina hacia la salida. No espero el jugo, intento alcanzarlo pero acelera el paso, sube a su auto y cuando salgo ya lo he perdido de vista.