Al entrar a la casa del amigo de Julio entiendo porqué tanta insistencia de su parte. La canción que suena en este momento es fascinante y dan ganas de bailar a cualquiera, una gran piscina se encuentra en el jardín y alrededor de esta parejas moviendo sus caderas.
Alguien se nos acerca y nos entrega un collar al estilo hawaiano, ambos reímos al ponérnoslo y él agarra mi mano llevándome a no sé dónde. Me presenta a su amigo, no tan simpático pero sí muy amable, el mismo habla con alguien para que nos den algo de bebida y nos lleva hasta una mesa para dos cerca del jardín.
—¡Te dije que serías la sensación! —lo escucho gritar.
—¿Sensación? —río—. ¡Estás loco!
—Verás que cuando me levante solo muchos se acercarán y empezarán a preguntarme sobre ti. ¿Quieres que le diga tu nombre?
—Ni te atrevas.
—Bromeaba. Mi acompañante no se comparte.
—Estás loco —repito mientras no dejo de reír.
(...)
Horas más tarde estoy en la pista bailando con el amigo de Julio mientras él está dentro de la piscina ya que alguien lo ha lanzado. Al principio gritó maldiciones pero ya luego no le quedó otra opción que quedarse y disfrutar desde allí. La canción termina y el chico se aleja, busco a Julio entre los jóvenes que están dentro hasta encontrarlo y me siento en la orilla.
—¿Quieres entrar?
—¡No! —alzo la voz.
Se encoge de hombros.
—Te lo pierdes.
—Cogerás un resfriado. Son las nueve y sigues dentro.
—Solo unos minutos más y salgo, pero antes... ¡Entrarás conmigo!
Me hala, chillo cuando tengo contacto con la fría agua y comienzo a golpear su pecho cosa que le parece divertido porque comienza a reír.
Cuando salimos unas chicas nos facilitan unas toallas, nos guían hasta una habitación donde podemos cambiarnos pero claro sólo para los que han traído algo más de ropa, en nuestro caso empezamos a reír cuando la misma se retira dejándonos solos.
Julio tiene los ojos rojos y me es fácil saber que ya está ebrio, cubro con las manos mi rostro aguantando las ganas de reír.
—Vane-ssa —hipa—. ¿Cuántas copas he tomado? Te veo doble —estira sus brazos.
—¡Y yo triple!
—Siéntete afortunada.
Me abraza repitiéndome lo afortunada que soy por ver a tres como él, pienso que me soltará rápido pero no, sus manos aprietan mis caderas y por inercia subo una pierna. Sus labios apenas rozan los míos y no tardo en apoderarme de los suyos.
No me importa nada.
Al abrir los ojos veo el rostro de Royce y recuerdo las pocas veces que hemos estado juntos.
—Para... —intento alejarlo— ¡Para Julio!
—¿Hmm?
Aumenta la intensidad de sus besos haciéndome daño, ya no quiero continuar con esto. Quiero irme. Como si se tratase de un animal hala tan fuerte mi camisa arruinándola, además está mojada y no ayudaría de mucho.
—¡Julio ya!
—No. Serás mía.
Intenta quitar mi brassier, le doy un empujón y me levanto inmediatamente, pero como cada acción tiene una reacción la suya es impedir que llegue a la puerta; me pega a la pared obligándome a besarlo.
—¡Julio! —grito, pero parece estar cegado por el momento.
Desabrocha el pantalón y agarra mi mano llevándola al suyo. Estiro mi otro brazo hasta alcanzar algo que pueda impedir lo que él piensa hacer, agarro algo y sin dudarlo se lo aviento.
Cae.
Cubro mi rostro, las lágrimas que estaba conteniendo anteriormente salen.
—¿Julio? —me agacho—. ¡No te hagas el tonto! ¡Vámonos ya!
Comienzo a temblar cuando toco su muñeca, tal cual lo hacen en las películas, y la no da señal de nada... yo... ¿Yo lo he...?
Aún con mi camisa hecha un desastre salgo de esa habitación, necesito irme. ¡Necesito salir de aquí ya!
Nina
Muchas, en especial Vanessa me había comentado lo especial que es la primera vez... y más si es con la persona que amas. ¡Tenía razón! Nada más quiero seguir entre los brazos de Royce, quiero seguir sintiendo sus besos por mi cuerpo... seguir sintiéndolo a él.
Nada fue planeado; comíamos sentados en el sofá, luego risas, besos y así una cosa llevó a la otra hasta que terminamos en la habitación. Me olvidé por completo de los supuestos "dolores" que podría llegar a sentir, me olvidé por completo de lo inexperta que era y me dejé llevar. Así salió aquella mujer que tengo dentro... ¡Vaya que me encantó conocerla!
—¿En qué piensas? —pregunta acariciando mi brazo con las yemas de sus dedos.
Alzo la mirada y sonrío.
—En esto. Ha sido lo mejor... ¡En serio!
Suspira.
—Te amo.
—Yo te amo más.
—Debemos dormir...
—¿Dormir? —me acomodo para quedar sobre él—. Yo lo que menos quiero es dormir...
Pone una mano en mi muslo y sonríe.
—Qué traviesa me saliste.
—¡No me digas esas cosas que me avergüenzas!
Bostezo, si tengo sueño y a la vez quiero seguir...
—¿Escuchaste eso? —susurra y frunce el ceño.
—No me hagas bromas pesadas, sabes que le temo...
—Es en serio. Alguien está abajo.
—Royce...
Me atemorizo.
—Shh. Debe ser Vanessa.
—¡¿Qué?!
Me arropo de inmediato, esto es muy vergonzoso. Se escuchan unos sollozos, ambos nos miramos siendo yo la primera en levantarme. Cubro mi cuerpo con la sábana y salgo.
—¿Vanessa? —enciendo la luz de la cocina.
—Yo...
Intenta hablar pero falla.
—¿Qué ocurre?
Me acerco a ella.
—¡Lo maté! —suelta y se va en llanto.
—¿Qué dices? Has de estar muy ebria y...
Niega.
—Lo maté. Juro que él quiso propasarse conmigo y terminé...
—Shh ya, éstas ebria. Vamos para que te acuestes.
—¿Qué ocurre? —volteo para ver a Royce.
—Está ebria. Asegura que mató a alguien.
Vanessa se levanta de sopetón y se lanza a los brazos de Royce repitiendo una y otra vez:
—¡Te necesito! ¡Te necesito por favor!