Bajo las escaleras y mientras lo hago un delicioso olor de café recién hecho llama mi atención. Entro a la cocina y encuentro a Royce únicamente con un pantalón, caminando de un lado a otro preparando lo que es el desayuno.
– Hey dormilona. – sonríe – ¿Ya viste qué hora es?
– No, pero es lo de menos. Después de mucho he dormido sin preocupaciones.
– Me alegra escuchar eso. Siéntate a comer.
– Voy a llamar a los niños.
– Ya han comido.
Aunque él ya ha desayunado se sienta conmigo a hacerme compañía o para asegurarse de que termine todo. Tomo los medicamentos y sonríe una vez que el plato queda vacío.
– Hay buen sol, voy a aprovechar de cambiar a los niños e ir a nadar.
– ¿Viste la cantidad de gente que hay?
– Pensé que era solidaria esta playa.
– Hoy es sábado.
– Tienes razón. Sólo espero que no hayan fanáticas esperando para fotografiarse contigo, es incomodo.
– Si las hay te alejas con los niños ¿bien?
– De acuerdo.
– Y por favor asegúrate de usar un traje de baño que no muestre demasiado, no quiero que los chicos se hagan ideas contigo.
– Tonto.
Me cambio por un bikini de color azul y río cuando Royce comenta que no me dejará a solas ni un segundo porque teme que todos los chicos se acerquen a mí. Luego junto a él cambio a los niños quienes están más contentos que ayer.
(...)
La playa está completamente llena, niños corriendo por todos lados, chicas tendidas sobre sus toallas llevando sol y otras tomando fotos. Después de ubicarnos, le echo protector solar a los niños y junto a Royce entran al agua. Me siento en una de las sillas que hemos traído, saco su gorra de los Yankees para protegerme del sol y me dedico a observarlo.
Me frustro cuando no pasa desapercibido entre algunas chicas que están a su lado sacándole conversación.
¿Cuando tendremos una salida familiar sin que ellas estén presentes? no sé cómo mi amiga pudo soportar por tantos años ese hecho.
Minutos después ordeno una piña colada, cuando llega termino de aplicarme bronceador y me tiro sobre la toalla.
– Tu trasero esta lleno de arena.
– Rojas cállate o te tragarás una piña ahora mismo.
– ¿Estas enojada?
– No. ¿Quienes eran ellas?
– ¿Y yo qué sé?
Decido ignorarlo porque es lo mejor para no terminar en una discusión. Le doy la piña colada y me levanto para ir con los niños.
– Hola. – un chico se acerca a nosotros nadando.
– ¿Hola?
– ¿Son de aquí o vienen a vacacionar?
Observo al chico que mueve sus piernas para mantenerse flotando, su cara se me hace familiar pero en este momento no soy capaz de saber dónde lo he visto.
– Vacaciones.
– Genial. ¿Son tus hijos?
– Sí.
– Mucho gusto... – extiende su mano con cordialidad – Mi nombre es Junior.