—Eres el bebé más bello —despierto al escuchar a mi mamá agudizar su voz mientras tiene una conversación con alguien que ni puede entender qué dice.
Tiene al niño en brazos y se ve tan feliz al igual que mi padre.
—Hola cariño —sonríe—. Has descansado lo suficiente después del parto. Mira a esta preciosura —acerca al bebé y volteo el rostro para evitar verlo. Su sonrisa desaparece—. No te entiendo Vanessa. ¿Qué culpa tiene este angelito de lo que haya pasado?
—La que no entiendes eres tú, mamá.
Hay globos de color azul y blancos en la habitación junto a un hermoso peluche gigante que dice "It's a boy".
—Ese peluche llegó cuando estabas dando a luz, tiene una tarjeta pero no me atreví a leerla sin tu permiso.
—¿Puedes dármela?
Me acerca la pequeña tarjeta, desgarro el sobre y comienzo a leer.
"Necesitaba tiempo, tiempo para pensar la traición que mi mejor amigo, casi hermano, me hizo al enredarse con la chica que amo. Sé que huí como un completo cobarde, sin tan siquiera gritarte las cosas que en aquel momento debí decirte.
Pero han pasado los meses, mi corazón sigue en proceso de cicatrización y aunque tengo muchas ganas de ir a verte, me convenzo de que no es el momento.
Sé que para este momento estarás por dar a luz o tal vez ya tienes a ese hermoso niño en brazos, por eso quiero felicitarte y darle la bienvenida a ese pequeño hombrecito que se convertirá en tu príncipe, mejor amigo y tu chico favorito.
Espero verte y a él conocerlo pronto.
Te sigue adorando.Jorge."
—¿Qué dice esa tarjeta? ¿Por qué te has puesto así?
—Lo envió Jorge. Después de todo sigue al pendiente de nosotros.
—Hace más que el padre de este príncipe.
La miro de mala gana y decido ignorar ese comentario.
—Es un hermoso detalle —sonrío al ver el peluche.
—Lo es —afirma—. ¿No vas a cargar a tu hijo?
—Tengo miedo.
—No es nada cariño. Las madres no venimos con instrucciones, pero tenemos aunque no lo creas, a los mejores maestros y son ellos. Tal vez no sepas nada ahora pero en unos días serás toda una experta. Ten, cárgalo así.
Lo deja en mis brazos. El bebé tiene sus ojos cerrados dejando a la vista las largas pestañas y sus mejillas están rojas al igual que sus labios. Se remueve un poco y me asusto al pensar que no esta cómodo, pero cuando enrolla sus deditos en mi pulgar, me siento la peor madre del mundo.
¿Cómo pudo pasar por mi mente la estúpida idea de deshacerme de él?