Nina
Cuando salimos del aeropuerto invité a Royce a comer pizza. Estando en la pizzería lo noté serio, extraño, y él no es así. Siempre que estamos juntos dice algo o busca algo para reír pero esta vez fue la excepción. No le dije nada para evitar una discusión ya que a lo mejor son ideas mías.
Al llegar al apartamento dejo mis cosas en el sofá junto a él y camino hasta la cocina para servir jugo para ambos. Él ve una película muy divertida que lo está haciendo reír como suele hacerlo.
—Limonada —hablo, y le entrego el vaso.
Termino con mi jugo y acomodo mi cabeza en sus piernas, así estoy hasta que salen los créditos de la película.
Siento sus labios sobre los míos, y cuando abro los ojos nuestras miradas conectan. La de él es muy profunda, y descifro cómo me pregunta con la misma si es lo que quiero hacer ahora. Asiento, me alza y así me lleva hacia la habitación donde comenzamos a quitarnos las prendas con desespero pero con mucho romanticismo ante todo.
Las primeras caricias y besos son despacio, románticos pero después él parece ser otro; está actuando como un desesperado, salvaje, lo cual yo no puedo soportar.
—Royce, me estás haciendo daño.
—¿Qué pasa?
—¿No te das cuenta? Nunca te has comportado así, la primera vez fuiste romántico y cuidadoso. ¡Ahora no! estás comportándote de una manera la cual yo no sé tolerar —le explico e intento sentarme.
—Discúlpame —intenta besarme pero lo rechazo.
—Vete, por favor.
—Nina, mi amor...
—Cuando vuelva el típico Royce, me buscas y hablamos.
Él no dice más nada y se retira. Cuando escucho la puerta central cerrarse, me levanto y visto nuevamente.
Saco algunos libros porque debo estudiar y centrarme en la tesis. Ya tengo un técnico en administración de empresas y estoy a tan solo unos meses de ser licenciada.
Estudio un buen rato, ceno y después me instalo a ver televisión.
(...)
La primera semana sin Vanessa es muy aburrida y me cuesta adaptarme a no hablar con ella por las noches, tener que aguantar sus líos con la universidad. Al salir de la clase de metodología me topo con Royce quien me espera frente al instituto recostado en su auto y cruzado de brazos; lo miro y sigo caminando pero él me alcanza.
—Amor.
—Voy apurada, quedé en reunirme con unas compañeras y debo ir a sacar unas copias. Hablemos luego.
—Sé que estás enojada por mi actitud de aquel día pero ya pasó...
—Está bien, te disculpo —lo miro directamente—. Ya debo seguir, luego te hablo.
—Nina, te conozco y sé que no me has disculpado.
Le doy un beso.
—Ya, luego te hablo y es en serio.
Me zafo de su agarre y sigo caminando.
Llego a casa donde me cambio por algo más cómodo. Saco mis libretas para comenzar a resaltar uno de los capítulos de la tesis, pero antes alcanzo el teléfono y le marco a Vane. Directo al buzón.
El timbre suena y bufo antes de acercarme a abrir.
—Hola —sonríe.
—Junior —frunzo el ceño.
Él es el típico chico simpático por el cual todas las chicas futuras licenciadas babean. Desde que entré a estudiar allí me busca y aunque le he dejado claro que tengo novio, sigue insistiendo.
—Una pizza para ambos.
—Eh, gracias... pero estoy haciendo un trabajo.
—Tranquila, espero.
Entra al apartamento con autorización y deja la caja sobre el mezón.
De hecho su visita me ayuda mucho ya que se ofrece en echarme una mano con lo de los agradecimientos en la tesis y algunas cosas relacionadas. Comemos en medio de las risas porque eso lo caracteriza, sí que es un chico simpático, carismático y divertido.
Lo acompaño a la puerta ya que debe irse y yo ir a casa de una compañera, pero antes de cerrar la puerta se acerca juntando nuestros labios y tomándome desprevenida. No sé quién es más idiota, si él por besarme o yo por no separarme y haberle correspondido.