Me costó arreglar la maleta y a la hora de ir al aeropuerto despedirme de mi madre. Pero conociéndola tendrá los cuidados adecuados con mi padre y me encargaré de llamarla a diario si es necesario.
Lamentó mucho no acompañarnos al aeropuerto, por lo que nada más estamos Jorge y yo.
—He alquilado un apartamento.
—¿Cómo dices?
—Sí —sonríe—. Puedes quedarte conmigo si quieres no incomodar más a tu amiga.
Me gustaría decirle que sí e irme con él pero ¿y Nina? además sería muy pronto compartir espacio con él.
—Déjame pensarlo, aunque por el momento creo que estar con ella no es incomodarla porque más bien ella fue quien me pidió que volviera.
—Bueno, piénsalo y luego me avisas ¿si?
(...)
Al estar en Miami los nervios se hacen presente y Jorge lo nota porque me pregunta más de dos veces si me encuentro bien. Detiene un taxi que primero lo dejará en su apartamento y después a mi donde Nina.
—Debo descansar, me siento agotado y debo hablar con la señora sobre el apartamento y el tiempo que estaré aquí.
—Vale, me escribes cuando hayas hablado con ella. Yo creo que también descansaré —hablo con él a través de la ventana del auto porque ya estamos frente al edificio.
Es muy céntrico y se ve bien.
El señor del taxi carraspea dando a entender que debemos seguir y me despido de Jorge con un corto beso. Siento ganas de pedir otro taxi y volver con Jorge porque al menos a su lado no demuestro mis nervios, pero no puedo. Si vine aquí es para darme cuenta de este error e intentar remediarlo, por lo que verlos me ayudará.
—Vanessa —saluda Nina cuando abre la puerta y me mira.
—Hola, amiga —la abrazo a modo de saludo pero para mi significa más un "discúlpame".
—Pasa, pasa. ¿Cómo estás? No imaginé que llegarías tan temprano.
El olor a pizza inunda mis fosas nasales y lo nota porque sonríe.
—Si, he hecho pizza y ahora mismo está en el horno.
—¿Para mi?
Sus pizzas se incluyen en mi lista de cosas favoritas, tal vez después de su prometido.
—Para los tres. Royce está vistiéndose. ¿Por qué no subes tus cosas a la habitación? a la pizza le falta unos minutos y estará lista.
—¿Puedes decirme dónde queda la habitación? —bromeo haciéndola reír.
(...)
Ver a Royce fue tan sencillo que no llegué a imaginar que sería así. Nos saludamos frente a Nina cuando ordenábamos la mesa y no sentí nervios, cosa que agradecí.
—Están muy callados —interrumpe Nina—. Hay demasiada tensión aquí.
—No es que estemos callados sino que la pizza está muy buena y sería de mal gusto hablar mientras comemos.
—¡Vaya! Mi amiga volvió siendo más educada.
—La desconozco también yo —añade él y capto la indirecta muy directa.
Soy la primera en terminar de comer junto a Nina y estamos ordenando la cocina.
—Jorge no sabe que conozco a Royce ni muchos menos a ti.
—¿Por qué?
—Es un celoso, Nina —miento—. Mal interpreta todo y no quiero tener problemas con él ahora que estamos bien. Ustedes nunca se han visto así que estará bien que las cosas sigan como él cree, ¿o te incomoda?
—No, para nada —frunce el ceño—. Pero cuando hablabas de él no parecía ser un celoso.
—Confirmé que ha cambiado.
—Voy a la habitación para cambiarme, me ha caído ese desinfectante en la blusa y no quisiera mancharla.
—Ve que yo sigo con esto.
Se dirige a la habitación y tan pronto lo hace su futuro esposo entra. Sigo lavando los platos y vasos cuando lleva sus manos a mi cintura sobresaltándome. Quiero dar la vuelta y pedirle que por favor aleje sus manos pero sus labios son más rápidos al tocar los míos.
Lo extrañé. Anhelé sentir nuevamente sus labios aunque me repitiera mil y un veces que todo está mal. Lo necesito.
En un desesperado intento de rodear su cuello, el vaso de vidrio cae volviéndose nada y sólo por eso nos separamos. Mira el vaso y antes de salir de la cocina, retrocede con una sonrisa en su rostro.
—Esta noche en el mismo hotel.
Me recuerdo lo idiota que soy por haberle sonreído dándole a entender que sí iré esta noche.