– Ay Dios Vanesa – bufa Jorge. – ¿Qué esta sucediendo contigo? ¡Aquí estas otra vez! Esperando a Royce para volver con él ¿qué ideas locas pasan por esa cabezota? – se sienta a un lado de la cama – Y lo peor es que mañana ya te vas de viaje con él. ¿Estas segura?
– Jorge – rodeo los ojos.
– ¿Estas segura de todo esto Vanesa? ¿Quieres irte de viaje con él? envidio la magia que él tiene para hacerte cambiar de opinión, ojalá algún día la comparta conmigo para aplicarla en Elena.
– Basta Jorge.
– Sólo espero que estés en lo correcto Vanesa. Royce fue muy buen amigo, aunque perdimos contacto por un tiempo lo fue y créeme que sé lo mucho que le gusta andar con las mujeres.
– ¿Qué tontería dices?
– Que si engañó a Nina contigo, puede engañarte a ti con cualquier otra.
– ¡Ya para de decir tonterías!
Elena entra para decirme que Royce espera por nosotros afuera, me despido de ellos y salgo con Diego.
– Nos vemos pronto Dieguito, tía Elena te quiere mucho.
– Bye – dice Diego sonriendo.
– Detesto separarme de este niño. Bye campeón, pronto nos vemos. – Jorge lo alza dandole vueltas y haciéndolo reír.
– Para de darle vueltas, te puede vomitar.
– Cualquier cosa no dudes en escribirme, aunque odie tus repentinos cambio de ideas aquí tienes a un amigo.
– Si Vanesa, cuenta con nosotros.
– Bueno ya, no es para tanto – río.
– Nos vemos.
(...)
«Créeme que sé lo mucho que le gusta andar con las mujeres.»
– ¿Mi amor, qué vas a ordenar?
– Un té – miro a la chica plástica que hace nuestros pedidos.
Viste una corta falda y una blusa muy descotada, dejando mucho a la imaginación de los hombres.
– Yo quiero un zumo – pide él. – Y para el niño un helado de vainilla.
– De acuerdo, unos minutos. – por fin se va pero noto como Royce la mira disimuladamente.
– Royce – chasqueo los dedos – ¿Qué le ves? es una artificial.
– No es lo que crees – sonríe – ¿Estas celosa?
– No – niego rápidamente.
– Me gustas tú Vane, tienes todo grande sin necesidad de entrar a quirófano...
– ¡Eres un tonto! – golpeo su hombro.
– Toto – Diego repite y lo señala con el índice.
– Hey bebé, no repitas.
– ¿Crees que Diego pronto se acerque a mí como debería de ser? Cada vez que me acerco huye hacia tí.
– Dale tiempo – suspiro – ¿Y Victoria?
– Nina la fue a buscar días después. No sabes cuánto la extraño...
– ¿A Nina?
– A mi hija.
– ¡Es él! – viro mi vista hacia dos chicas que están a unas cuantas mesas de nosotros, tienen cámara en manos.
– Vámonos – agarro mi cartera.
– ¿Por qué? Aun no traen los pedidos
– Quiero irme.
– Prince Royce – sonríe una chica de no más veinte años. – ¿Nos regalas una foto?
Me mira interrogante, bufo con fastidio y me levanto para salir del local.
– Te espero en el auto.
Sé que es un chico reconocido por medio mundo, con millones de fanáticas al pendiente de él pero esas niñas deben tener consideración. Disfrutábamos un sábado con nuestro hijo, ¿por qué tienen que llegar ellas? hay algo llamado intimidad pero al parecer ellas no saben eso. Me molesta que a donde vaya salgan sus fanáticas; vamos a un restaurante salen ellas, el cine ellas, cualquier otro sitio ella. Por poco y aparecen mientras se ducha o tenemos relaciones.
Llego al auto y siento a Diego en el capo a esperar a Royce quién no tarda en acercarse con un porta vasos y un helado. Durante el regreso a casa no decimos nada, le molestó mi acción en el restaurante aunque no me lo haya dicho.
Al llegar a casa se sienta con Diego, le cede un control y comienzan a "jugar" videojuegos.
– Discúlpame.
– ¿Por qué actuaste así?
– Es que me enoja Royce, en todos lados están ellas – rodeo los ojos.
– Roycenaticas – corrige – Y esta bien. Ellas me pidieron tomarse una foto con mi sobrino.
– ¿Es decir, Diego? – asiente.
– ¿Cuanto piensas aclarar todo ante el público?
– Pronto – sonríe – Dieguito sigue jugando, mamá y yo iremos a la cocina.
– ¿Tienes hambre ya?
No responde. Se pone de pie, agarra mi mano y me lleva a la cocina; al entrar me besa, Dios mío, ¡qué beso! me sienta sobre el mesón y lleva sus manos debajo de mi blusa acariciando mis pechos.
– Ro-Royce – jadeo – Quiero ir de viaje ya, quiero disfrutar a partir de mañana ese paseo contigo.
– Yo también quiero que sea mañana. Te va a parecer loco lo que voy a decir, pero tengo intención de volverte ninfómana en ese viaje.
– Estas loco, la verdad que sí.
Vuelve a besarme, deseoso de más pero no olvido que nuestro hijo esta en la sala y que en cualquier momento puede buscarme. Bajo la intensidad del beso cuando el teléfono de la casa suena, acomodo mi cabello y relamo mis labios antes de ir por el mismo.
– ¿Álo?
– ¿Vanesa?
– Sí, soy yo – frunzo el ceño. – ¿Quién habla? – no reconozco esa voz pero escucho un sollozo que me alerta.
– Soy la mamá de Nina. Vanesa debes ir rápido al hospital, mi hija esta allí muy grave – al escuchar eso mis ojos se llenan de lágrimas – Me han llamado pero yo sigo en Canadá. Por favor, ve con ella...
