Recuerdo quince

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Camino a la sala luego de la partida de Nancy. Busco a Lucía y la encuentro observando la ciudad en el balcón. El viento hace que mueva su cabello y su blusa se levante solo un poco, dejándome ver algo de piel. Doy pasos sigilosos y me paro detrás de ella. Mis manos tiemblan por tocarla, y lo hago. Acaricio su cintura encima de la blusa, para luego bajarlas y acariciar la zona expuesta. Piel de terciopelo. Una ráfaga de viento hace que su cabello vuele, chocando con mi cara. Huele a manzanillas. Acerco mi cara en la parte izquierda de su cuello, huelo esa zona. Aquí huele a fresas. Siento su pulso acelerado, oigo su respiración agitada.

Pega su espalda a mi pecho, recarga su cabeza en mi hombro derecho. Abrazo su cintura. Y así nos quedamos por minutos. Observando el panorama, sintiendo nuestros cuerpos, acariciando nuestras manos.

Lucía voltea su rostro para quedar con su nariz fría pegada en mi cuello. Mis dedos tiemblan, ella se ríe entre dientes. Huele esa zona y exhala, provocando que mis pelos se pongan en puntas.

Se voltea entre mis brazos. Miro sus rasgos. Jamás me cansaría de apreciarla. Ella sonríe mientras mira mis ojos. Se ve como un ángel reflejado por la luz de la luna. Su cabello le estorba en su rostro, así que lo aparto. Mis manos se quedan cubriendo sus mejillas sonrojadas por el frío, y las acaricio. Sus ojos brillan como diamantes.

- Perdón.- Susurro.

- ¿Por qué?.- Frunce el ceño.

- Por lo que sucedió con Nancy.- Y sus ojos pierden el brillo.

- Ah, eso. Solo... olvídalo.- Dice restándole importancia y volteándose para apoyar nuevamente su espalda en mi pecho.

La abrazo y pego mi nariz en su cabello. Suspiro.

Nos quedamos en aquella posición hasta que el sol salió. Iluminando todo a su paso. Luego de unos minutos más admirando la vista nos volteamos agarrados de las manos y entramos a la sala. Lucía bosteza, haciendo que bostece por igual. Al parecer ninguno de los dos iremos al trabajo.

Suena el celular de Lucía. Ella se aparta de mi y contesta. Yo me dirijo a la cocina, escucho sus murmullos desde aquí.

- Papá... Si... Terminé con él... No, no estoy en la casa, tuve que quedarme en la de una amiga... El no hizo nada malo, solo me cansé... No estoy hablándote mentiras, papá. Estoy en la casa de una amiga... ¿Cómo lo sabes?... ¿Por qué nunca me dijiste que está enfermo?... Era su novia, todos debieron de decírmelo.

- Oye, Lucía. ¿Quieres algo de tom...?.- Me interrumpe volteándose rápidamente a mí, poniendo su dedo índice en su boca. Desde mi posición puedo escuchar a su padre gritar quien era.

- Papá, tranquilízate... Es el papá de mi amiga...- Golpe duro.

Sentí un gran peso en mi cuerpo. Retrocedo algunos pasos. Mi mirada cae en el suelo, repaso cada una de sus palabras. "Es el papá... es el papá...".

Miro a Lucía de nuevo. Me siento decepcionado y algo raro. No sé cómo explicarlo. Me encamino a la habitación, y me siento en la cama. Miro a la nada, pienso todo lo que ha pasado. Los poco momentos que he pasado con ella, los sentí gloriosos. Me sentía como un chiquillo de 18, con su primera novia, atontado. Pero no lo soy. Solo soy un hombre mayor al que ella llamó papá. Y eso fue lo que más me dolió, me hizo ver que tan viejo soy para ella. Me hizo ver lo incorrecto que es lo que siento.

De ahora en adelante seré el de siempre. El Richard que se enfocaba en él y solo él. En su trabajo y en salir adelante. Sin pensar en novia o hijos. Sin preocuparse por alguien. Sin gustarle alguien.

Me gusta Lucía. Me gusta, me encanta.

Pero no, no puedo. Por el bien de todos y el mío, no puedo. Por el bien de ella. Y solo pienso en eso, en el bien de ella. Y por eso debo de alejarme. Para evitar lo peor, que nos descubran si doy el paso.

- Lo siento, era mi papá. No quería que se enterara que estaba con un hombre, sino me mataba.- No dijo chico, sino hombre. Y ahora me siento un idiota por pensar en eso.

No le respondo. Me paro de la cama y me encierro en el baño. Estoy pensando en trabajar hoy, solo para olvidar todo lo que ha sucedido. Para despejar mis pensamientos sobre ella.

Salgo del baño. Lucía no está, así que me cambio y me preparo para irme.

Cuando entro a la cocina, la veo sirviéndose un vaso de agua. Mira por encima de éste y se atraganta.

- Pensé que no iríamos a trabajar.

- Iré solo, puedes quedarte aquí.- Respondo algo cortante, pero no fue mi intención.

- ¿Pasa algo?.- Acaricia mi brazo. Me alejo de su toque. Ella se sorprende, y retrocede.

- Nada pasa. Volveré en la noche.- La miro por última vez.

Salgo de ahí.

Recuerdos de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora