Recuerdo uno

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Cuando nos conocimos sentí que llovieron estrellas a nuestro alrededor, que explotaban fuegos artificiales, que cantaban los ángeles. Suena estupido, lo sé, pero así lo sentí.

Al parecer era una visita de su colegio hacia nuestra empresa. Eran adolescentes que cursaban su último año, nos visitaban para ver cómo se desempeñaba una empresa, como funciona, sus métodos y demás.

Corría desesperado, llegaba tarde a una reunión importantísima, no era de vida o muerte, pero no quería desafinar. Salude a compañeros y amigos que se interponían en mi camino, incluso salude a una niña que simplemente había gritado hola hacia mi, no sé que hacía ahí pero no iba a ser cruel con ella.

Paso por un inmenso pasillo, con ventanales a los laterales mostrando la vista de la ciudad. New York. Doblo hacia la derecha cuando llego al final del pasillo, y me encuentro con la recepción y un sin fin de adolescentes. ¿Qué es esto?

Me acerco y le pregunto a Megan, la recepcionista.

- Son unos estudiantes de Spence School, asistirán a su reunión, señor.- responde Megan.

No me lo puedo creer, de esto se trata todo. No sabía que motivo tendría aquella reunión, pero ahora que lo sé no estoy muy desesperado de asistir. Tengo que aclarar que detesto a los jóvenes. No fui un adolescente como los demás, me gustaba mucho centrarme en mis estudios y pasar todas mis materias. Pero no era totalmente nerd, me gustaban los deportes y actividades extra curriculares. Nunca hacía bromas, fui totalmente serio en todo lo que concernía colegio, estudios y demás. Maduré antes de tiempo al parecer.

Pero no pensé más en aquello. Di gracias a Megan y me encaminé hacia mi oficina para dejar mi maletín. Luego me dirigí a la sala de reunión (a la inmensa sala de reunión) y me senté en el puesto que siempre se me ha asignado. Al esperar unos minutos entran mis colegas y mi jefe, atrás de ellos entran los estudiantes, parloteando y riendo. No son muchos, solo unos 15 revoltosos y sudorosos estudiantes. No puedo creer que a esta edad no hayan madurado y dejado de lado sus estupidas bromas sin sentido alguno. Confirmado, odio a los adolescentes.

No despego la mirada de cada uno de ellos. Se encuentran como 6 niños intelectuales, 5 chicas, y 4 chicos normales. Asombroso. Dirijo nuevamente la mirada hacia las chicas. Pero no la despego de una de ellas. Es un paraíso totalmente admirable. Su cabello cae en pequeñas pero no tan llamativas ondas llegando a su estrecha cintura. Su piel es blanca y tersa, creo que mis dedos acabaron de temblar, ¿que demonios?. Lleva unos jeans apretados dejándome disfrutar su acentuado trasero, muy inapropiado de mi parte. Su camisa blanca no es transparente, pero un poco apretada, que increíble vista tengo de aquellas, si saben a lo que me refiero. Tiene unos ojos llamativos, son algo verdes y grises, son increíbles. Su boca es de un rosado natural, otra vez me tiemblan los dedos, otra vez ¿que demonios?. Es bella, hermosa, preciosa, asombrosa, ¿que más? No estoy en todos mis sentidos, no puedo nombrar más adjetivos.

- Bienvenidos estudiantes de Spence School, nos alegra que se encuentren aquí para presenciar y conocer nuestra empresa. - Expresa mi jefe.

Me concentro en el hoy y en el ahora. Miro a mi alrededor para chequear si mis colegas han presenciado el análisis que le realizaba a aquella chica, pero todo sigue normal, nadie se ha dado cuenta. Pero si sé de alguien que se dió cuenta, ella misma. Mis ojos se encuentran con sus ojos, son como imanes de polos opuestos que no se repelen, nos quedamos mirando por horas, por una eternidad, pero sé que han pasado solo segundos. Sus labios se entreabren, sus mejillas se enrojecen, sus manos tiemblan por unos instantes, pero se dirigen hacia su cabello para peinarlo. Mira hacia todos lados, está totalmente descolada por la manera en la que la miro.

Siento unos golpes en mi hombro derecho, saltó del susto por ese toque, alguien está tratando de llamar mi atención. Miro hacia esa persona y me encuentro con mi amigo y compañero de trabajo, Ian. Gran personaje. Lo saludo rápido y vuelvo a concentrarme en la chica, ahora está riendo y viendo hacia mi. ¿Se estará burlando de mí? Que graciosita me salió.

Pero recobro el sentido, ¿que sucede conmigo? ¿Por qué miro a esa chica como si fuera un grandioso pastel de chocolate? ¿Por qué me temblaron los dedos?. Dejo de mirarla decepcionado de mi mismo al pensar sobre tal manera de aquella chica y me concentro en mi reunión.

••••••••••••••••

Todo fue un éxito. Fue una gran reunión a pesar de todo. Los adolescentes, luego de aquel saludo de mi jefe dirigido a ellos, cogieron porte y se comportaron como empresarios. Se les notaba que les gustaba la carrera. Mi jefe me felicito por la charla que di y felicitó a otros más. Hubo momentos en los que estuve distraído, pero ya sabrán cuál es la razón. Estaba sentada frente a mi. Era imposible dejarla de mirar, y al parecer era imposible para ella también.

El jefe acordó que los chicos podrían realizar pasantías aquí en la empresa, podrían ser secretarios o secretarías de los jefes menores. Eso quiere decir que tendré un secretario o una secretaria. Interesante mi situación, ¿no lo crees?.

Al salir de la sala los chicos vuelven a ser como eran desde un principio. Risas por aquí, risas por allá.

Me encamino al ascensor y presionó el botón, al lado de mi se encuentra alguien pero no le presto mucha atención. Saco mi celular y le respondo a una amiga de la niñez. Siento que la persona a mi lado me mira fijamente. Muy acosador de su parte. Llega el ascensor y me adentro en el, igual que el o ella. Me volteo hacia esa persona, es ella. Aquella chica, increíble chica. Ella se sobresalta ya que no esperaba mi movimiento, aparece una sonrisa en mi cara por aquel suceso. Ella se sonroja y vuelve a mirar al frente. Es un tanto adorable.

- ¿Cuál es tu nombre?-. Y otra vez se sobresalta. Mmm, es hermosa.

- Lucía.- gaguea esta. Voz celestial. Adivinen que, me temblaron los dedos. Tendré que ir a que me revisen las manos.

Se abren las puertas del ascensor. Que mala suerte tengo, quería presenciar por unos minutos más esos increíbles ojos verde-grises.

- Nos vemos.- se despide con la mano. Claro que nos veremos, preciosa.

- Nos vemos, Lucy.- le guiño un ojo al decir esto. Esta se sonroja mucho más, imposible pero posible.

Muchacha preciosa...

Recuerdos de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora