Recuerdo veintiocho

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Los hermanos de mi madre se rindieron en entablar una conversación. Mi madre sigue enojada y todo lo que ha hecho es beber copa tras copa de vino tinto.

Hay una espesa niebla de incomodidad rondando por el comedor. Lucía mueve el arroz de su plato de aquí para allá, sin ganas de comer. Mis tíos tragan su comida sin masticar, solo para terminarla y largarse a la sala.

Carlos está muy entretenido con su celular, y puedo notar que sus comisuras se alzan pero trata de disimularlo. Mira de vez en cuando a Lucía, eso me tiene un poco nervioso.

- Entonces, Richard...- Carlos suspira y deja el celular a un lado de su plato, aplaude para llamar la atención de todos.- ¿Cómo te ha ido en el trabajo?.

- Bien.- Entrecierro los ojos extrañado por su pregunta.

- Oí y noté que Lucía es tu secretaria, ¿no?.

- Así es.- Carraspeo.

Mamá levanta su cabeza prestado atención a nuestra charla. Todos lo hacen. Siento por debajo de la mesa la mano de Lucía apretando mi muslo.

Carlos asiente, baja la cabeza y ríe. Apoya su barbilla en su mano y me mira entretenido. Error, mira a Lucía entretenido.

- ¿Qué son, exactamente, ustedes?.- Pregunta.

- ¿A qué te refieres?.- Aprieto mi mandíbula, mis manos cerrándose en puños.

- Sabes a qué me refiero.

Es ahora o nunca.

- Somos pareja.

Al decir esas dos palabras escucho cubiertos y cuchillos chocar contra platos, uno de mis tíos atragantarse con su comida. Miro en dirección a mi madre. Baja su copa lentamente, sus ojos inspeccionando mi rostro, su mente procesando la información.

- ¿Somos pareja?.- Susurra Lucía, confundida.

Carlos alza las cejas y abre la boca fingiendo sorpresa. Señala a Lucía y luego a mí repetidas veces, como si preguntara lo mismo sin palabras. Suspira exageradamente y apoya sus manos en la mesa para acomodarse en la silla.

- Esto es increíble. Vaya ética que tienes. Emparejarte con tus empleados.- Juega con el tenedor, una sonrisa de maldad plantada en su rostro.

Siento la mano de Lucía apretar más fuerte mi muslo. La miro. Está nerviosa y asustada, preguntando con sus ojos que diablos estoy haciendo.

- ¿Y desde cuando está sucediendo esto?.- Pregunta. Pega su mano en puño a su boca para disimular su risa.

Miro mi plato, todo mi cuerpo tenso.

- Desde que apareció en la empresa.- Gruño. Quiero decirlo todo, pero es muy arriesgado. Presiento que todo terminará mal.

- Entiendo.- Lo miro, el asiente de acuerdo con mi respuesta. Pero la siguiente pregunta me saca de balance.- ¿Cuántos años tienes, querida?.

Un gran silencio, eso es todo. No quiero decir la verdad pero ni sé que mentira inventar.

- Veintiocho.

Vuelco mi cabeza en dirección a Lucía. Está mirando muy segura de su respuesta a Carlos, pero al mirarme, tambalea. Por debajo de la mesa, busco su mano. Al encontrarla entrelazo nuestros dedos.

- Mientes.- Dice Carlos. Lo miramos, el lo sabe. Todo.

- No lo hago.

- Richard, ¿quieres que lo diga yo o lo dices tú?.

- Carlos, Richard...- Interviene mamá en la conversación. Pero no le hacemos caso.

El reto de miradas que tenemos Carlos y yo es abrumador. Pero no me dejaré vencer.

- Madre, tu hijo se acuesta con una niña de...

- Diecisiete. Y no me acuesto con ella, estoy enamorado de ella.- Lo interrumpo.

- ¡¿Qué estás haciendo?!.- Sisea Lucía, jalando mi mano.

Todos se callan. Miro a mamá, sus ojos se llenan de lágrimas y su boca está cubierta por su mano. Mis tíos están consternados. Al menos mis abuelos están en su habitación y no saben qué ocurre aquí abajo.

- Si me disculpan...- Lucía se para y se va del comedor. Me paro para seguirla pero mi madre me detiene.

- ¡Richard!.- Se acerca a mi y me empuja. Ahí se desata el caos.

Mi madre grita incoherencias hacia mí, golpea mi pecho y me empuja. Siento mi mejilla arder, ahí me doy cuenta que me ha abofeteado. Trato de calmarla pero sigue golpeándome y gritando. Agarro sus manos pero se suelta y me empuja más fuerte cayendo al suelo. Arrastro el mantel conmigo al buscar soporte. Los platos, cubiertos, copas, caen al suelo. Mis tíos se paran y agarran a mi madre por los brazos, alejándola de mí.

Me levanto. Busco a Carlos pero no lo encuentro en ningún lado. No está aquí en el comedor. Siento mis nervios correr por todo mi cuerpo.

- ¡Te desconozco!. ¡¿Me oíste, Richard!?.- Me volteo a ella. Eso que ha dicho ha sido una puñalada en mi corazón. Me acerco pero mis tías se interponen en mi camino, colocando sus manos en mi pecho y brazos. Solo tengo ojos para mi madre, verla llorar y derrumbarse de esa manera es doloroso.

Por algo que hice, por algo que sabía que saldría de esta manera o peor, por algo que debí de detener ese primer día al verla en el ascensor conmigo. Por seguir mi corazón. He hecho que mi madre se decepcione de mí, que no me reconozca. Duele.

- Los vi en el patio, la manera en que tocó tu brazo y deslizó su mano, acariciándote. Te alejaste porque no querías que notara ese gesto. Pero lo hice, y pensé que quizás estaba inventándome cosas. Pensé que era el alcohol que me hacía ver cosas que no eran. Pero sí lo son.- Se suelta del agarre de sus hermanos. Su rostro neutral mientras sus lágrimas corren por sus mejillas.- Es una niña. ¿Cómo pudiste?.

- Uno no controla los sentimientos, mamá.- Mi manos se forman puños, mi mandíbula se aprieta.

- Debiste de alejarte. Sabes las causas que conlleva esto. Lo sabes y no hiciste nada al respecto.- Solloza y todo su rostro se comprime en una mueca de dolor.- No puedo creer que la persona que veo ahora sea mi hijo. No puedo creer que haces esto. Me decepcionas...

Todos nos quedamos en silencio al escuchar unos gritos agudos en la planta de arriba. Es Lucía. Grita mi nombre una y otra vez al igual que "ayuda". Me alejo y salgo corriendo del comedor. A mi lado izquierdo están las escaleras, y de ellas baja Lucía acelerada y aterrada. Su vestido está desgarrado, dejando ver su brasier. Su cabello hecho desastre y su maquillaje corrido.

Trato de agarrarla cuando llega a mi pero me empuja y sale corriendo por la puerta. Estoy confundido.

¿Qué ha pasado?.

Recuerdos de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora