Recuerdo dieciocho

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Los días pasan volando después de aquella noche. Pero esos días fueron los mejores de mi vida. Te contaré...

Mi cuerpo se siente pesado, incomodo y adolorido. He decidido dormir en el sillón de la sala y dejarle la cama a Lucía. Luego de decir esas palabras, de hacer una promesa secreta, no quiso hablarme. Y lo entiendo. Pero lo que no entiendo es: ¿Qué hace ella acostada encima de mí en el mueble?.

No puedo mover ninguna de mis articulaciones. Ésta niña si que tiene el sueño pesado. Su rostro está enterrado en mi cuello, provocándome cosquillas con su respiración  y cosquillas por parte de su cabello, totalmente esparcido en mi rostro. Su abdomen en contacto con el mío, y una de sus piernas entre las mías. Uno de sus brazos está encima de mi pecho hasta que su mano toca mi cabello. El otro, pues, se lo tragó o que se yo.

Trato de apartarla suavemente o despertarla, pero es difícil. Cuando agarro su brazo y lo muevo para abajo. Además de que su mano acaricia mi zona creciente, ella vuelve a ponerlo en el sitio que estaba zafándose de mi mano. Trato de nuevo pero el resultado es igual. Siento una pequeña vibración de parte de su cuerpo, y me doy cuenta que ya está despierta. Y riéndose de mí.

Besa mi cuello y se sube completamente en mí para abrazarme. Cuando mis brazos rodean su cintura es que me levanto y me siento en el sillón, aún abrazados.

- No.- Trata de besarme pero me niego. Ella se rinde después de forcejear por tres minutos, y gruñe.- Iba en serio lo que dije anoche.

Sonríe con eso. Sonríe como si le hubiese recordado lo mejor. Y se que se trata de la idea que tiene en mente de hacerme cambiar de parecer, esa promesa secreta que hizo. Y yo quiero averiguar que demonios es.

- Lo muy también iba en serio.- Se para y camina moviendo las caderas de aquí para allá, haciendo que mi cabeza se mueva de aquí para allá por igual.

Nos arreglamos para el trabajo, y desayunamos. Ella se pone un poco provocativa: una falda pegada a su trasero y muslos hasta llegar por arriba de las rodillas. Su camisa blanca, algo transparente, deja ver un poco de su busto. Se maquilla natural, pero resalta sus ojos. Sus tacones altos me tienen delirando por el sonido de sus pisadas. Su cabello suelto por encima de sus pechos. Creo que estoy en un sueño erótico.

Al subirnos en el auto, su falda sube casi llegando a la mitad de sus muslos. Mis dedos tiemblan por el deseo de acariciarla así que aprieto el volante. Todo el viaje me distraje con sus pechos y sus muslos. Me tenían volando por los cielos. Y claro que ella lo sabía, quería provocarme y lo está consiguiendo. Sus dedos acarician la zona expuesta por la falda, y jugando con el borde de ella. Y volviendo a bajar para seguir el mismo camino.

Por un momento pensé que chocamos, pensé que morimos y que estoy en el infierno viendo mi mayor tentación, viendo mi pecado seducirme. Viendo lo que anhelo y deseo. Pero todo empeora cuando su mano, traviesa, acaricia mi muslo derecho. Eso sí que me trae de vuelta a la tierra, pero luego caigo al infierno. Hace demasiado calor aquí.

Su mano sube y sube, hasta llegar al principio de mi muslo. Me pongo nervioso, mis dedos se ponen blancos por la presión que ejerzo en el volante. Se que mi bulto esta creciente y duro, y se que si llega a mover la mano un poco a la izquierda, hará que frene de golpe y que quiera cogerla aquí mismo, y en medio de la calle. Pero no sucede, llegamos justo a tiempo a la empresa (no sé cómo manejé todo el trayecto sin darme cuenta), y ella se desmonta del auto desde que me parqueo y lo apago. Me dejo ahí, inquieto y sin saber que demonios ocurrió, ¿qué fue todo eso?.

Miro hacia abajo, y veo lo que provocó. Solo me queda arreglarlo. Pensando en ella en cuatro en mi escritorio, desnuda. Sus pezones rosados endurecidos. Sus muslos mojados por sus jugos. Su trasero rojo por las palmadas que le doy. Por hacerme esto. Su boca abierta gimiendo por más. Sus pequeños ronroneos. Todo eso hace que termine y salga del auto.

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Y más provocaciones hizo hacia mi todo el día. No paro de coquetear conmigo. No paro de dirigirme miraditas traviesas, de acariciarme cuando me entregaba unos papeles y se ponía a mi lado para "ver". No paró de parase y agacharse más cerca de mí, y mostrarme sus senos, no paro de susurrarme en el oído. Caminaba como si estuviera en una pasarela, hacia que cada paso que daba yo diera vueltas.

Incluso Ian notó todo eso, y dice que si no fuera por Megan, ya me habría quitado a Lucía y lo habría hecho frente de mí con ella. Y mi respuesta fue empujarlo y golpearle detrás de su nuca, exclamándole: "No piensas así de ella jamás, o te corto por pedazos". Él solo se rió y miro por encima de mi hombro. Miré por igual y veo a Lucía a mis espaldas con una pequeña sonrisa. Escuchó todo lo que dijimos. Luego se fue por mi lado, esparciendo su perfume en el aire, haciendo que delire.

Después de ese momento, tuvo la grandiosa idea de coquetear con otro hombre para ponerme celoso. Y claro que estaba celoso, hirviendo por dentro. Queriendo golpear a cada hijo de puta que miraba su trasero y pechos, y a los que le sonreían coquetamente.

Pero el colmo fue ver a uno que acariciaba su espalda baja, hasta que la deslizó parando en su trasero. Iba hacia él, iba a golpearlo, e iba ahorcarlo. Pero Lucía se volteo y lo cacheteó. Muy fuerte. Le dijo unas palabras y caminó furiosa hacia otra lado. En parte estoy furioso por aquello, pero por otra parte me digo que ella se lo buscó. Aunque sé que eso no lo esperaba.

Luego de eso, Lucía pasó a coquetearme a mí. Y que bueno que fue solo a mí. Aunque sufrí muchas erecciones que las arreglaba en el baño.

Al final del día, nos fuimos a casa. En el auto se quitaba los tacones, y recogía su cabello en una cola despeinada. Se veía como aquellos dulces que son ácidos a la vez. Y exactamente eso era. Ella es dulce y provocativa, ángel y demonio.

Cuando llegamos al departamento. Se dirigió al baño, luego de unos segundos se escuchó el agua de la ducha.

Unos minutos después, me estaba quitando la ropa en mi habitación cuando siento sus manos recorriendo mis hombros. Desabotonada ya la camisa, ella la quita y acaricia los músculos de mi espalda. Mi respiración se vuelve irregular, mis dedos tiemblan y tengo tantas ganas de verla. Así que me volteo. Está chorreando, su cabello totalmente mojado, su piel con gotas de agua, una toalla impidiendo que vea más. Sus ojos nunca se despegaron de los míos. Sus caricias siguieron en mi pecho y abdomen.

Se acercó a tal punto de que sentía su respiración en mi cuello, era bajita. Pero lo arreglo poniéndose de puntillas. Acercó sus labios a los míos, pero solo los rozó. Sacó su lengua y la punta de ésta lamió mis labios. Casi me desmayo.

No aguanté más. Abracé su cintura con un brazo. Mi mano libre fue a parar detrás de su cabeza y la bese. Duro y apasionadamente. Cobrándome todos los coqueteos que hizo hacia mi, cobrándome todas las erecciones, cobrándome todos los pensamientos eróticos.

Hasta que se separó. Por un segundo quedo en el limbo, pero recupero el hilo de la realidad al ver que se voltea y desata la toalla dejándola caer al suelo. Para luego caminar hacia su maleta y recoger su ropa. Desaparece en el baño. Dejándome estancado en el suelo y atontado. Después me doy cuenta que esa fue otra de sus provocaciones, y vi que no sucedería más cuando la vi salir del baño con su pijama puesta y acostarse en la cama.

Sonreí, está chica me dará un infarto. Caminé al baño para darme una ducha fría, para arreglar otra erección. Cuando termino, apago las luces del baño y del cuarto y voy al mueble. Me acuesto en él y pongo mis manos detrás de mi cabeza, mirando el techo del apartamento pensando en mi día.

Un día muy largo.

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Heeey, si, soy la autora del libro. Quería decirles que todo lo que está en negrita es un recuerdo de Richard, de los días en el que Lucía va haciendo lo que ella se prometió. Espero que disfruten el cap💘💘

Recuerdos de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora