Recuerdo veintiseis

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Hoy es la cena. La cena en la que mi madre quiere que esté ahí. La cena que se celebrará en la casa de mi abuela. Casi toda mi familia materna estará ahí. Y eso hace que me sienta un poco incómodo.

Pero como siempre, mi abuela llenará la mesa de deliciosa comida. Nos sentaremos y oraremos antes de atacar nuestros platos. Platos favoritos de mi hermano, que se han vuelto favoritos nuestros. Luego hablaremos de cualquier tema, de nuestras vidas laborales e incluso las amorosas. Obviamente no solemos hablar de que si nos acostamos con esta chica o si otra chica me la chupo en un restaurante debajo de la mesa. A ese extremo no llegamos.

Luego iremos a la sala y ahí sí que hablaremos de mi hermano, Luis. Mi madre llorará por lo culpable que se siente. Mi abuela llorará por los recuerdos y las ganas que tiene de tener a mi hermano de vuelta. Pero Carlos y yo nunca participamos. Nuestro recuerdo siempre será él siendo golpeado por nuestro padre, él muriendo. Y no sería adecuado decirlo.

Llego a casa suspirando, pensando en lo agotador que fue mi día. Y pensando en cómo será la cena de hoy. Espero que todo salga bien.

- ¡Richard!.- Y de solo escuchar la voz de Lucía, un poco de ánimo llega a mí.

Si, la llevaré a la cena.

Cuando entro al cuarto, la veo. Hermosa en un vestido negro hasta la mitad del muslo, pegado a su espectacular cuerpo, tiros que rodean sus hombros, y una pequeña apertura en el ruedo en su muslo izquierdo. Vestido que le regale yo.

Está frente al espejo, viendo y tocando su nariz con un parche. Por la mueca de su rostro deduzco que está disgustada por su nariz algo morada, y los nervios corriendo por todo su cuerpo. Se voltea y baja los brazos hasta caminar hacia mí.

- Estás hermosa.- Me quedo embobado viendo su figura. Me quedo embobado viendo todo de ella.

- Creo que este vestido no es adecuado para esta cena. ¿No sería mejor cambiarme?.- Baja la cabeza viendo el vestido. Pasa sus manos por su cintura hasta sus muslos, esa acción hace que todo mi cuerpo tiemble.

- No, te quiero así.

Pongo mi mano en su cintura y la acaricio, luego la jalo a mí y pego su cuerpo con el mío. Abrazo por completo su cintura. Bajo la cabeza hasta su cuello y suspiro al oler su perfume. Siento que mi cabeza da vueltas en ese instante. Luego rozo mis labios en esa zona y subo hasta quedar detrás de su oreja, planto un pequeño beso ahí. La siento estremecer de pies a cabeza y sus manos suben hasta apoyarse en mis hombros.

- Quiero quitarte este vestido ahora mismo.- Susurro rozando mis labios en su oreja. Se remueve contra mi cuerpo pero la abrazo más fuerte para que no lo vuelva a hacer, ahora estoy más despierto que nunca pero pienso sin claridad.

- No resultará. Estás tratando de que olvide la cena y nos quedemos aquí.

- Haciendo cosas interesantes.- Completo lo que dijo.

Avanzo con ella pegada a mí, haciendo que retroceda hasta que la parte de atrás de sus rodillas choquen con la cama, pero no caemos. Bajo mis manos hasta su trasero, no presiono solo las dejo ahí. Pego mi frente con la suya, su aliento se mezcla con el mío. Miro sus labios por unos segundos y subo la mirada a sus ojos, encontrándolos cerrados. Bajo la mirada a sus labios y veo cómo muerde su labio inferior con una pequeña sonrisa. Sonrío por igual y con mis manos en su trasero junto rudamente nuestras pelvis.

Lucía en ese instante suelta un jadeo, yo un gruñido. Aquel movimiento me convenció de que la cena de hoy se fuera a la mierda. Acaricio su trasero y lo aprieto. Lucía gime. Acerco mis labios a los de ella, rozándolos, pero se aparta.

- Si me besas, perderé la cordura.- Sus manos, entremedio de nuestros cuerpos, acaricia mi abdomen.

- Eso trato, hacerte perder la cordura.- Rozo mi labios con los suyos, y presiono un poco hasta que se separa para mirar mis ojos.

Aquel parche no opaca su belleza. Sonríe y sus manos vuelan a mis hombros, suben hasta mi cuello y acarician el cabello de mi nuca hasta empujar mi cabeza para acercar mi rostro al de ella. Me provoca besando la comisura de mis labios. Trato de besarla pero no me deja, así que gruño y aprieto más su trasero haciendo que gima. Muevo mi pelvis, gimo al sentir lo duro que estoy. Ella gime al sentir lo cerca que estamos.

Suena mi celular, rompiendo nuestra burbuja. Lucía se separa y carraspea arreglando su cabello y vestido. Me quedo mirándola unos segundos hasta que beso sus labios y me alejo a contestar la llamada de mamá.

Cuando mamá termina de gritarme por estar tarde para la cena, corto la llamada y me volteo a Lucía. Sacude sus manos en señal de nerviosismo. Camino a ella y agarro sus manos para entrelazar nuestros dedos.

- Podemos seguir con lo que teníamos o podemos irnos.- Sonrío y ella imita mi gesto.- Yo elijo la primera opción.

- Tenemos que ir. Tú madre cuenta contigo.

Suspiro y dejo caer mi cabeza. Asiento y la jalo para salir del apartamento.

Ya en el carro, Lucía explota. Su pierna no para de saltar y sus manos no paran de moverse. Me río de ella, se ve adorable. Me golpea al oírme reír.

- ¿Quieres tranquilizarte?. No es para tanto.- Enciendo el carro.

- No es para tanto, claro que no lo es para ti. Encuentras está situación un espectáculo que ver. Mis nervios te entretienen.- Golpea otra vez mi brazo, río más fuerte.- Conoceré a tu madre, Richard. Y aún peor, a tu familia también. Es para mucho. Creo que sería mejor quedarme.

- No.- Volteo mi cabeza para mirarla. Agarro su mano.- Te quiero a mi lado toda la velada.- Beso sus nudillos.

Arranco el auto.

Recuerdos de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora