Recuerdo veinte

613 44 7
                                    

Estamos en el auto de camino al departamento. Ninguno de los dos hablamos. Desde que Nancy se fue, no lo hacemos. Lucía vio mis ánimos decaer, vio que no estaba para charlar de cualquier tema, así que salió de la oficina y se puso a trabajar.

Estoy totalmente cansado.

Al llegar a casa, en completo silencio por igual, dejo mis llaves en la mesa y me encamino a la habitación. En ella, comienzo a quitarme la camisa y los zapatos. Cuando me siento en la cama para quitarme éstos, Lucía se arrodilla detrás de mí. Pasa sus manos por mi espalda y hombros, para luego hacer fricción en ellos, dándome masajes.

Suspiro y cierro los ojos. Agarro sus manos y las alejo de mi cuerpo. Me siento mal al hacer esto, alejar su toque es lo que más me duele. No miro su rostro en ningún momento, si lo hago, me sentiré peor. Me levanto de la cama y termino de quitarme la ropa para ponerme la pijama.
Salgo del cuarto y me dirijo al sillón de la sala.

*****************

Al despertar, voy a la cocina encontrando un gran banquete. Frutas picadas en un gran tazón, una taza de café, tostadas francesas con huevo y bacon por un lado. Y en una esquina de la mesa, una nota.

"Por favor, no apartes lo que tenemos, no lo destruyas. No creas en Nancy, cree en ti y en lo que quieres. Pero si no puedes y caes, yo te ayudaré. Conseguiré que salgamos adelante con ningún obstáculo de por medio. Disfruta del desayuno, te esperan más sorpresas.

           -Lucía."

Y déjame decirte que estaba delicioso, no paré de gemir y alabar ese desayuno.

Luego de eso, estaba muy ansioso, deseoso de llegar a la empresa y ver si había una sorpresa ahí. Me encantan las sorpresas.

Recuerdo que cuando era niño, llegaba a casa con mis hermanos y nos encontrábamos tres regalos en la mesa. Uno para cada uno de nosotros. Nos quedábamos embelesados por unos minutos, hasta que tirábamos las mochilas por un lado para correr a la mesa. Luego nos sentábamos en las sillas frente al regalo.

Los admirábamos por unos segundos. Sabíamos que nuestra madre estaba escondida en la cocina, mirándonos con una gran sonrisa. Esperando el momento en ver nuestras caras de asombro. Y era así, siempre era lo que queríamos, o lo que no esperábamos pero como quiera nos gustaba. Era lo mejor.

Y la sorpresa que me tocó no era lo que me esperaba pero me encantó.

Cuando llegué a la empresa, habían flechas en el suelo con mi nombre, creando un camino. Cada flecha que pisaba, alguien traía algo para mí. Una rosa, un chocolate, algunos dulces, corazones de papel. Y un condón. Todos me entregaban aquello con guiños y caras pervertidas.

El final del camino era en la sala de reunión. Aquella en la que conocí a Lucía. Me adentro más al salón y lo miro, no hay nada aquí. Me adentro más y dejo las cosas en la mesa. Luego escucho la puerta cerrarse. No hace falta voltearme, sé que es ella. Y lo sé porque mi corazón late, percibo su olor, mis dedos tiemblan.

Sus brazos rodean mi cintura. Su frente se apoya en mi espalda. Sus manos acarician mi abdomen. Pero me volteo, quiero verla. Tiene una gran sonrisa y un brillo especial en sus ojos. Luego se separa y me entrega una carta.

- No la abras. No ahora.

Oímos un ruido, nos volteamos de inmediato. Ian está en el suelo y Megan trata de callar sus lloriqueos de dolor, por haber caído, y levantarlo. Cuando ven que nos volteamos, los dos paran y nos miran.

- Se supone que tenían que pasar desapercibidos.- Les dice Lucía.

- Lo siento, Ian se tropezó con sus propios pies al parecer.- Dice Megan.

Jala más a Ian, logrando llevárselo por la puerta. Despidiéndose los dos de nosotros. Luego enfoco mi atención en la mesa, con un pastel encima de ella.

- ¿Tratas de engordarme o qué?.- Digo, camino y me siento para comerme mi pastel.

Lucía se ríe y se sienta a mi lado. No aparta ni un segundo sus ojos de mí. Como si estuviera memorizando cada gesto que hacia al probar y masticar el pastel. Y también riéndose de ellos.

Se acerca, coloca sus dedos debajo de mi barbilla y voltea mi rostro al de ella. Limpia mi comisura derecha de mis labios con uno de sus dedos, luego lo chupa. Hace todo esto sin despegar sus ojos de los míos.

- Está delicioso.- Sonríe.

Recuerdos de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora