He pasado el día entero trabajando, olvidando por un segundo lo que sucede en mis al rededores. Ian y Megan han estado preocupados ya que no he querido hablar con ellos.
Tocan la puerta. Estoy distraído con la computadora, así que no le presto atención al o la que entró. Esa persona carraspea y capta toda mi atención. Es mamá.
- No contestas mis llamadas, no hay ningún mensaje de tu parte. Les dije desde un principio que quiero que se comuniquen conmigo. Los dos están comportándose como unos imbeciles, éste o no me contesta las llamadas y mensajes o me los contesta todas las chicas que se tira en su departamento.- Señala hacia la derecha, miro y ahí está mi hermano, apoyado en la pared y jugando con su celular.- Y el otro ni me las contesta. Pero está bien. Estoy aquí como madre, reuniéndolos y para avisarle que se acerca el aniversario de muerte de su hermano.
Suspiro. A Carlos, mi hermano, y a mí, no nos gusta para nada estas fechas. Nos duele. Carlos siempre se emborrachaba y drogaba en estos días. Y yo solo desaparecía.
- Mamá...- Comienzo.
- Cállate, Richard. Como siempre, se va a celebrar una cena en la casa de su abuela. Y ustedes llevan dos años sin ir. Sé que es difícil para ustedes, pero para mí lo es también. Soy su madre. Y aunque no vi lo que pasó con mis propios ojos, me duele. Entonces, iremos, cenaremos y pasaremos una gran noche recordando buenos momentos vividos con él. ¿Está claro?.- Le grita a Carlos, arrebatándole el celular y pegándole en la frente con él. Carlos rueda los ojos y se soba la zona con mueca de dolor.
Respondemos un "sí, mamá" en unísono. Ella asiente conformada con nuestra respuesta y sale de la oficina. Carlos la sigue.
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Entro a mi departamento y enciendo las luces. Camino a la sala quitándome la corbata. Lucía está sentada en el sillón, las piernas cruzadas, y con helado. Cuando me mira, sus ojos brillan de emoción. Salta del mueble y se acerca a mí.
- ¡Hola! Te estaba esperando.
- Ah, si, hola.- Me siento incómodo. Ella al notarlo, pierde el brillo y la sonrisa.
- ¿Estás bien?.
- Si, claro.- Me giro y camino hacia el cuarto. Ella me sigue.
- ¿Podemos ir a cenar? Tú refrigerador está vacío, solo encontré esto.- Levanta la mano con el helado.
- Claro.
Camino al baño, y me ducho. Ella se cambia de ropa. Luego salimos del departamento y nos montamos en el auto. Estoy algo nervioso. Pase todo el día lejos de ella y su cercanía me pone hiperactivo.
No puedo estar tranquilo.Cuando llegamos a una cafetería cerca, nos sentamos en la mesa más lejana. Ella arrastra una silla para estar a mi lado. Pedimos nuestra orden.
- Te comportas extraño.- Dice jugando con sus dedos, debajo de la mesa.
- ¿A qué te refieres?.- Le preguntó mirando su perfil. Sigue jugando con sus dedos.
- Pues... esta mañana estabas un poco extraño, distanciado de mí. Llegas ahora igual de distanciado y al parecer incómodo.
- Solo estoy cansado.
Voltea su rostro hacia mí. Estamos muy cerca. Sus dedos siguen jugando, así que cojo una de sus manos. Ella entrelaza nuestros dedos. Se supone que debo de distanciarme, se supone que no debemos de hacer esto. Pero actúo sin pensarlo. Miro nuestras manos unidas, y las pongo encima de mi pierna derecha. Vuelvo a mirarla.
Su aliento golpea en mis labios. Mira mis ojos y luego mira mis labios. Me acerco solo un poco. Nuestros labios se rozan, nuestros alientos chocan entre sí.
Hasta que la mesera llega con nuestros pedidos y nos separamos de golpe. Lucía luce avergonzada mientras que yo algo frustrado. Quería ese beso.
Comemos en un silencio incómodo. Lucía se ha separado de mi para estar más cómoda. No mira en mi dirección ni por un segundo. Sus mejillas sonrojadas.
Cuando terminamos, pago la cuenta y salimos. Ella ve una heladería cerca y pide ir hacia allá. ¿No que había comido helado esta tarde?.
Ella pide su helado de vainilla con dulce de leche y yo elijo chocolate. Salimos de la heladería y caminamos por los alrededores, hasta encontrar un parque y sentarnos en una banca.
Me distraigo viendo como come su helado. Parece una niña de 5 años, es muy adorable. Sus labios rojos por el frío y su lengua, es lo que más me llama la atención. Pero desvío la mirada al darme cuenta de lo que pienso. Unos segundos después regreso a verla. Cojo una servilleta al ver que en su mejilla, muy cerca de sus labios, hay un poco de helado. Me acerco a ella, a tal punto de sentir su aliento frío en mi rostro. A tal punto que notó su nerviosismo por mi cercanía.
Limpio la zona mientras miro sus ojos. Nos quedamos así por unos segundos. Hasta que choca sus labios con los míos. Fue solo un pico. Pero ese pico mando vibraciones a todo mi cuerpo. Incluso mis dedos tiemblan. Mis ojos completamente abiertos, estoy sorprendido. Ella baja la cabeza y mira mis dedos temblar. Sonríe y entrelaza sus dedos con los míos. Vuelve a mirarme.
Pero ahora soy yo el que la besa. Mis labios tocando los suyos, su labio superior entre los míos. Luego agarro sus mejillas y profundizo el beso. Mi lengua acaricia su labio inferior, abre la boca y la deja pasar. Su lengua acaricia la mía. Hace que vea estrellas, hace que explote. Sus labios mullidos tomando los míos, y los míos tomando los suyos. Se siente increíble.
Luego de unos segundos, nos alejamos. Pero no tanto. Mis manos siguen en sus mejillas, las acaricio, sus labios rozan los míos. Nuestros ojos siguen cerrados. Nuestra respiración sigue agitada. Mi frente se apoya en la suya, y mi nariz juega con la suya. Bajo las manos hasta su cuello para acariciar los cabellos de su nuca.
Abro los ojos, ella sigue con ellos cerrados. Le doy un pico, y otro, y otro. Sonríe y me jala para quedar más cerca de ella. Es casi imposible, parezco que voy a caerme encima de ella. Sonrío junto a ella y me paro.
Agarro su mano para que camine conmigo. Entrelaza nuestros dedos, acaricio el dorso de su mano y sus nudillos. Ella recarga su cabeza en mi hombro y yo beso la cima de su frente.
Así caminamos hasta llegar al auto.
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Recuerdos de ti
RomanceHan pasado años desde la última vez que la vi. Es un recuerdo horrendo. Estaba totalmente llorosa, sus manos temblaban del miedo. No era ella en ese momento, no sabía cómo defenderse, no sabía que hacer. Sus padres nos habían descubierto, todos lo s...