Recuerdo veintisiete

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Toco el timbre aún lado de la puerta. Me volteo hacia una nerviosa y entrando en pánico Lucía. Sus piernas no paran de moverse y sus ojos miran hacia todos lados. Sonríe, suspira arreglándose su vestido y cabello. Escucho pasos desde el interior y se abre la puerta.

- Madre.- Saludo y procedo a abrazarla. Me devuelve el abrazo alardeando lo apuesto que me veo y lo fuertes que están mis brazos. Me separo riendo.- Esta es Lucía.

- Oh, un gusto querida.- Dice mi madre mirándola de los pies a la cabeza.

- El gusto es mío, Señora.- Tartamudea Lucía.

- No, no. Dime Meredith.- Sonríe con ternura y nos da el paso.

Entramos, de inmediato el olor a comida y rosas es lo primero que percibimos, es exquisito. Llegamos a la sala y veo a mis abuelos pelear por el control de la televisión, sentados en el sofá frente a éste. Paran de inmediato al verme. Mi abuela grita y se para como puede del sofá, camina con los brazos abiertos y me asfixia abrazándome. Mi abuelo me saluda estrechando su mano con la mía para luego halarme y abrazarme. Los extrañé.

Les presento a Lucía. Mi abuela queda encantada con ella mientras le habla de todo lo que le pase por la cabeza. Mi abuelo ve esto como un chance para coger el control y poner su canal.

"Regreso ahora" le articulo a Lucía, sonrío cuando veo que niega con la cabeza y me dirijo a la cocina.

Mi nana de toda la vida, Leticia, está ahí cocinando y cantando en voz baja. Camino sigiloso y cubro sus ojos cuando llego detrás de ella. Ella grita y salta del susto, luego ríe y tantea mis manos y brazos. Después de adivinar, la abrazo. Es una de las mujeres que amo, y nunca dejaré de hacerlo.

Salgo al patio de atrás. Mi madre y sus dos hermanas están ahí charlando y tomando vino. Por un lado están sus dos hermanos bebiendo cervezas y sentados alejados de las mujeres. Saludo a todos.

- Richard.- Me giro a mi madre. Ella sonríe y camina en mi dirección.

Noto un brillo de tristeza en sus ojos, pero lo dejo pasar ya que es lógico porque hoy es el día en que su hijo murió. Llega a mi y extiende su mano para acariciar mi pecho. Pega la copa de vino a su pecho como si ésta le brindara confort y cariño.

- ¿Estás bien?.- Pregunto mientras ella peina mi cabello.

- ¿Donde está Carlos?.- Ignora mi pregunta.

- No lo sé, creí que estaría aquí.- Miro como asiente mientras toma un trago.- No deberías estar bebiendo.

- Llama a Carlos.- Dice por ultimo y se aleja.

Los días que le siguieron a la muerte de mi hermano, mamá entró en una grave depresión. No comía, no salía del cuarto, no se bañaba, no daba indicios de que estaba viva. Leticia estaba preocupada, Carlos y yo no sabíamos qué hacer. Entrábamos al cuarto y le hacíamos compañía, le llevábamos la comida pero ella la dejaba en el suelo. Un día, al llegar del colegio, subimos directo a su habitación. La encontramos en la cama, sentada con una botella de licor en sus manos, y cientos de botellas en el piso y en la cama. No puso resistencia al nosotros quitárselas, solo se acostó y se arropó con las sábanas, comenzó a llorar. Hablamos con ella, le dijimos lo que pensábamos de la situación, ella concordó con que lo dejaría, por nosotros.

- Hey, gracias por dejarme ahí. Pero no me quejo, tú abuela es increíble, es que...- Lucía toca mi brazo pero lo muevo disimuladamente, veo de reojo a mi madre observándonos.- ¿Qué sucede?.

- Nada, nada. Déjame hacer una llamada y vamos adentro, ¿si?.- Ella asiente y me alejo unos pasos mientras saco mi celular del bolsillo. Marco a Carlos pero su celular está apagado, suspiro y camino hacia Lucía para entrar.

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- Entonces, escuche que le dijo unas cuantas cosas al policía pero no me quede más tiempo ahí, salí corriendo...- Cuenta el tío Tony mientras todos cenamos en el comedor. Todos menos Carlos que aún no llega.

Lucía está a mi derecha, riendo de las estupideces que dice Tony. Por debajo de la mesa siento algo subir por mi muslo derecho. La miro y veo que tiene las manos debajo de la mesa, sonrío y niego con la cabeza. ¿Qué trata de hacer?. Bajo mi mano y tomó la suya, separo sus piernas y coloco nuestras manos en su feminidad. Veo de reojo que da un respingo. Muevo nuestras manos de arriba a abajo en esa zona, siento que hace fuerza para librarse de mi mano. Pero no la dejo hasta que suena el timbre.

Mamá sale del comedor para abrir la puerta, mientras tanto los demás seguimos comiendo y charlando. Pero todo entra en silencio al ver quien está en el umbral del comedor. Carlos junto con una chica enrollada en su brazo. Mamá entra sin pedir permiso y empujando con su hombro a la chica, luego se sienta.

- Familia.- Saluda Carlos en general.- Mmm, veo que no hay espacio para nosotros dos.

El silencio sigue, hasta que mamá habla.

- Lo habría si no hubieses llegado tarde.

- Tenía cosas que hacer, mamá.- Responde Carlos mientras se quita el brazo de la chica y arregla su saco.

- ¿Como cuáles?. ¿Sexo con esa chica que está a tu lado?. ¿Es eso más importante que tú difunto hermano?.- Ataca mamá, su mirada enojada clavada en la cara de Carlos.

- Como dijiste, difunto, él no está aquí.

En es momento se oye el chirrido fuerte de la silla de mamá al ser movida con brusquedad. Ella camina directo a donde Carlos y abofetea su cara.

- Eres un desgraciado. Estamos aquí para recordarlo, estamos aquí para pasar el tiempo como familia. Estamos aquí para amar a tu hermano y respetarlo. Cosa que tú no haces porque prefieres tirarte cualquier vagina que esté frente tú cara. Estamos aquí por tu hermano y a ti te vale tres pitos. Eres asqueroso y repugnante.- Le da la espalda y camina de vuelta a su asiento.- ¡Y quiero que esa zorra se largue de mi casa, pero ya!.

Carlos asiente lentamente mientras se acaricia su mejilla. Su cara va más allá del enojo. Se voltea y empuja levemente a la chica para que salga de aquí. No la sigue, no la lleva a la puerta, solo se queda parado esperando a que ella se vaya por sus propios pies.

En ese momento, aparece Leticia con una silla en sus manos. La coloca en un espacio de la mesa lo más lejano posible de nosotros. Carlos se sienta y agradece a Leticia con un beso en su mejilla.

Seguimos la cena con incomodidad, pero los hermanos de mamá tratan de desaparecer ese sentimiento con otra anécdota. Esta vez se trata de Luis. Miro a Carlos. Está mirando a mi lado, a Lucía, pero al sentir mi mirada sonríe a medias y hace una señal militar como saludo hacia mí.

Esta noche será larga.

Recuerdos de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora