Capítulo 23 *

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¡Eres mi vida!
(Narra Regina)

Salimos de casa muy temprano, para evitar el tráfico de la ciudad y por ende que Gerardo sea visto, la verdad era que no sabia exactamente hacia donde manejaba sólo seguía el camino que Gerardo me indicaba

— ¿Dónde vamos? — pregunté

— Ya lo sabrás — me tenía intrigada

— También te tengo una sorpresa — me miro desafiante — mañana cuando regresemos la verás en casa — Me mordi el labio inferior

— ¡ok! — reimos — ¿De que se trata? — preguntó con gran incertidumbre

Estaba por responder, cuando reconocí el camino por el que íbamos, sonreí grandemente y lo miré — ¿Nuestra cabaña? — Le dije mientras una lágrima rodaba por mi mejilla al recordar todas las veces que estuvimos juntos allí


— ¡Si! — dijo casi en un susurro — ¿te gusta? este es mi lugar favorito en el mundo, claro cuando tú estás conmigo — acarició mi mano

— Te amo tanto — le recordé

— Yo a ti Regina

La cabaña era el lugar perfecto, estaba a 30 minutos de la ciudad y había muy pocas personas por el lugar así que Gerardo estaba seguro. Este lugar había sido nuestro lugar de encuentro mucha veces, era mágico y venir con él, era estar en el cielo


Cuando llegamos, Gerardo se bajó primero, sacó la maleta y otras cosas que habíamos traído, en especial comida para preparar, dejó las cosas adentro y yo lo espere fuera, me gustaba contemplar el lugar, había árboles y varios tipos de flores de colores

— ¿Sabes por que escogí este lugar? — me abrazó por la espalda

— ¿Por qué extrañabas nuestros encuentros? — Respondí con otra pregunta

— Además de eso lo escogí  porque aquí te escuché durante mucho tiempo — Lo mire confundida, no entendía sus palabras


(Narra Gerardo)

— Nunca te conté, pero mientras estuve en coma, siempre estuve aquí, al principio ni yo sabía que era este lugar — Regina me miraba confundida


— Te explico — tomé su mano — todo el tiempo que estuve en coma veía al rededor mío una especie de bosque, y todas las tardes escuchaba tu voz un poco lejos, nunca me arriesgue a descubrir que más había en el lugar por miedo a dejar de escucharte — una lágrima rodo por su mejilla — la tarde que no llegaste, ese día corrí en busca de ti y llegué a nuestra cabaña, escuché tu voz y entré, al cerrar la puerta desperté — sus ojos no dejaban de mirarme y las lágrimas no dejaban de salir — ¿Pero por qué lloras mi amor? — Le dije dándole un beso en la frente


— Porque te amo — dijo mientras me abrazaba muy fuerte, como si yo fuera a escapar

— Eres mi vida — le susurre al oído y bese su cuello

— Tu la mía — dijo en un sollozo

Un Amor Para Siempre || EditadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora