Capítulo 4 *

479 36 2
                                    

¡Que nadie se entere de la verdad!
(Narra Regina)

Hablé con Daniela sobre lo que estaba pasando, no encontraba la forma de detener a la prensa y me daba pánico lo que podía pasar.
Yo siempre había intentado ser una persona correcta, y nunca me había gustado hacer las cosas de manera que pudieran afectar a alguien, menos a mi familia

— Regina, lo que te voy a decir a lo mejor te suena muy descabellado o hasta estúpido pero si lo que quieres es mantener a Gerardo a salvo, sin que nadie pueda hacerle daño, ¡deberíamos decir que murió! — Esas fueron las palabras de Daniela que me dejaron fría.

— ¡Daniela! ¿Tú te estás escuchando? — Fue lo único que pude responder a tan semejante estupidez.

— Regina, escúchame, es lo mejor, así podrás mantener a salvo a Gerardo mientras esté en coma, nadie hará nada en su contra porque creerán que está muerto — Daniela insistía con su propuesta.

Por un momento, pensé en la posibilidad de hacer lo que Daniela me proponía, sin embargo las consecuencias que esto traería me trajo de vuelta a la realidad.

— Daniela, eso sería una locura, piensa en las consecuencias que traerá, ¿Qué haremos cuando despierte Gerardo? — respiré profundo — ¿Qué le diré a todos? — bajé la voz

— Gerardo entenderá — negué con la cabeza — Ximena te apoyará, y el resto, el resto no importa Regina, lo que importa aquí es la seguridad de Gerardo y la tuya, créeme es lo mejor — Fue lo que me dijo Daniela y luego me abrazó.

— Daniela entiendeme, esto es demasiado para mí, el amor de mi vida se encuentra en una cama de hospital en coma, luchando por su propia vida, y yo aquí sin saber que hacer, lo único que quiero es que esto termine, que él despierte y que este bien.

Daniela seco mis lágrimas, y en eso entró Ximena, ya había salido de terapia intensiva de ver a Gerardo, estaba destrozada

— ¡Mi papá! — Fue lo único que dijo antes de abrazarme como nunca antes lo había hecho y lloraba inconsoloblamente en mis brazos.

Después de unos minutos, se alejó de mi, seco sus lágrimas — Puedes pasar a verlo — susurró yo solo asentí con la cabeza, me sequé mis lágrimas también y me dirigí a verlo.

Un Amor Para Siempre || EditadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora