Capítulo 26 *

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¿Cómo lo hiciste?
(Narra Gerardo)

Un rayo de luz apareció por la pequeña ventana que había en la pared de la habitación y dió directo a mis ojos, lo cuál hizo que despertara, cerré mis ojos con fuerza evitando que la luz entrara, pero fue en vano, miré a mi lado y lo que vi fue a una hermosa Regina dormida profundamente envuelta en sábanas blancas y con una sonrisa en el rostro, recordé entonces todo lo que había pasado la noche anterior y no pude evitar sonreir


(Narra Regina)

Un beso en los labios, luego otro en mi nariz y finalmente muchos besos en todo mi rostro me despertaron, abrí los ojos y divise una de las creaciones más maravillosas de Dios, Gerardo, era divino, su aspecto de recién levantado le asentaba muy bien, su cabello estaba desordenado y el tono verde de sus ojos llamaba mi atención, su torso estaba desnudo y a pesar de las pequeñas cicatrices que habían dejado las cirugías se veía perfectamente bien


La noche anterior había sido maravillosa, y creo que ambos habíamos esperado mucho por estar juntos, no digo que en las noches en casa no nos poníamos románticos, varias veces el ambiente se subia de tono pero una queja de dolor o alguna otra interrupción ponía fin a las escenas agitadas

— Buenos días — dije con voz soñolienta

— Buenos días — me atrajo hacia él

Sus brazos me rodearon y sus labios se posaron en mi cuello, no podía sentirme mejor, me aleje un poco y me gire para mirarlo, subi mi mano a su cara y con mi pulgar acaricie su rostro, Gerardo cerró sus ojos ante mi tacto, y beso de pronto mi mano.

La cordura volvió a mi cabeza y rápidamente recorde que debíamos volver y que pronto enfrentariamos la verdad sobre Gerardo


— Mañana es el día — empecé a peinar su cabello con mis dedos

— No pienses en eso ahora — habló casi en un susurro

— No puedo evadir el tema — Insistí

— Te entiendo mi amor, pero quédate tranquila, todo estará bien — me animó

Nos levantamos, preparamos algo rápido para desayunar, arreglamos todo y antes de irnos caminamos en los alrededores de la cabaña, las flores y árboles que habían en el lugar eran espléndidos, me gustaba mucho este tipo de hoteles

— ¿Recuerdas nuestros encuentros ilegales aquí? —  Gerardo me abrazaba por detrás. Me giré rápidamente ante su comentario y reí


— ¿Ilegales? — Si eran a escondidas, pero ilegal era una palabra que no iba conmigo

— ¡Claro! — rió también — nuestro amor era prohibido, y lo prohibido es ilegal ¿o no?

— Dejémoslo en prohibidos — me uní a su risa, sus manos se posaron en mi cintura y rodeé su cuello con mis brazos — Gracias por esto

— Te amo — lo besé


El camino a casa estuvo lleno de risas e historias del ayer, recordábamos un poco nuestra infancia y nuestro pequeño romance en la Universidas. Estacione frente a la casa, bajamos del coche y entramos

— Ven, tengo algo para ti — Tomé su mano e hice que me siguiera hasta el garage

— ¿Ok? — estaba confundido

La policía había retenido el coche de para investigaciones después del atentado, pensaron encontrar algo que pudiera ayudarlos con el caso, sin embargo nada de eso había pasado, Ximena como era su hija me habia ayudado a recuperarlo y en secreto mandé a que lo revisarán y dejarán como nuevo, sabía que el estaría contento de tener su carro y no uno nuevo, ahora estaba blindado al igual que el mío y el de Emiliano, la seguridad de mi familia era lo más importante


— Espera — me detuve — cierra tus ojos y no veas hasta que te diga

— Que misteriosa andas, pero acepto — Gerardo era muy fácil, no podía discutir con él

Tomé su mano y lo guíe hasta estar frente al vehículo, un chillido de emoción salió de mi garganta, yo estaba más emocionada — Ahora si, abre tus ojos


— ¿Es mi carro? — su vista se iluminó y me miró con picardía, asenti ante su pregunta — ¿Cómo lo hiciste? — preguntó y rodeó el coche abriendome la puerta de lado del copiloto, subí y él tomó el asiento del conductor


— Tuve un poco de ayuda de parte de Ximena

— ¿Xime? — revisaba cada detalle

— Si ¿te gusta?

— ¡Me encanta! — estaba muy feliz — muchas gracias

— Le hice algunos cambios

— ¿Cuáles? — me miró sorprendido

— Está blindado ahora — sonrió ante la idea y tomó mi mano entre las suyas

— ¡Te amo! — susurro mientras la besaba

— Yo más

— Imposible, pero no discutire contigo por cantidades de amor — reí, me acerqué a él y lo besé tiernamente en los labios


Un Amor Para Siempre || EditadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora