Capítulo 4.

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Al fin era sábado, me levanté por la luz del sol iluminando la habitación a través de las cortinas, me dispuse a arreglar toda la ropa que había lavado, ya que estaba algo desordenada y lavar algunas prendas que estaban sucias de esta semana, por suerte los sábados no trabajaba así que podía hacer cosas en el apartamento. Cuando terminé todo me dispuse a preparar mi desayuno, waffles con fresas y café en leche, prepare el desayuno, me senté en la isla de la cocina mientras pensaba en que hacer hoy.

Luego de terminar el desayuno lavé los platos sucios, arreglé la cocina y sentí una bola de pelos en mis piernas, había olvidado mencionar que tenemos una hermosa gata llamada Copito, ella llegó cuando era una bebé a nuestra puerta, es una gata color marfil de ojos azules.

—Hola preciosa, solo vienes a que te dé comida y no me das amor, ya no me quieres —espete tomándola en mis manos para acariciarla.

Ella ronroneó y caminé hacia la alacena para tomar su comida e invertirla en su taza mientras ella observa detenidamente, por suerte Aliah estaba para alimentarla cuando yo no podía o solo lo olvidaba, sonreí levemente y caminé de vuelta a mi habitación.

Me dispuse a ducharme y cepillar mis dientes junto a mi cabello dejándolo en ondas sueltas, me aliste rápidamente y caminé hasta la habitación, Copito se encontraba dormida sobre mi cama, tome unos jeans junto a una camisa rosa, me puse unos tenis y terminé de alistarme, tomé mi bolso junto a mi celular y caminé hasta la sala para ver algo de televisión mientras marcaban un poco más del mediodía para salir almorzar a un restaurante, poco después llegó Aliah bastante cansada.

—Hola Kay —espeto ella sonriendo mientras se tiraba a mi lado.

—Hola Ali —la saludé mirándola atenta.

—¿Qué tal tu noche? —cuestionó ella sonriendo.

—Algo extraña, pero pude dormir, sabes —la miré un poco nerviosa, antes de decirle lo del auto y lo de la llamada.

—¿Qué sucedió, Kay? —me cuestionó preocupada.

Le conté lo del auto en la calle y de la llamada del número desconocido a las tres de la madrugada, Aliah me miró un poco confundida y suspiró con algo de pesadez antes de pronunciar una palabra.

—No puedo creerlo —chillo sería; —un loco estaba acechándote y te dejé sola aquí —se culpó con un poco de tristeza en su voz.

—Tranquila, Ali, no pasó nada, además soy un poco paranoica —suspiré con una leve sonrisa.

—Bueno, está bien, pero debes decirme si alguien te acecha, cambiando de tema, hoy tenemos una fiesta en el club con Paul y Tom —menciono mirándome mientras subía y bajaba sus cejas.

—Está bien, saldré a visitar a mi hermana, no sé si quisieras ir conmigo —espete con una leve sonrisa.

—No, sabes que tu hermana no me cae muy bien, que digamos, que la pases bien y lo del club es muy en serio Kaylee —comento ella riendo mientras se levantaba hacia la cocina.

—Ya lo sé, pero si iré a visitarla —respondí riendo.

Asentí levemente, recordé el motivo por el cual Aliah y mi hermana Mellisa no se llevan tan bien, ambas se enamoraron del mejor amigo de mi hermano Chris en la universidad, Mark Mcallister.

Somos tres, yo soy la del medio y mi hermano es muy sobre protector conmigo, al igual que papá, mi hermano tiene 27 años y está casado con Samantha, su novia de la universidad, están en la espera de su primer hijo y mi sobrino, Oliver.

Por otro lado, esta Mellisa mi hermana menor, la cual tiene 21 años y estudia en la universidad de artes, es una gran pintora y escultora, ya está comprometida y está a pocos meses de casarse con un gran sujeto llamado Josh, mis padres al saber de su plan de casarse no estaban muy contentos, pero aceptaron la boda con el tiempo.

SIEMPRE TUYA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora