El tiempo había pasado tan rápido como el viento, Jacob ya tenía casi 5 años, era un niño consentido y teníamos a una hermosa bebe de un año, Kayla, ambos eran la luz de la casa, el tiempo que llevo casada con Alexander ha sido el mejor y aunque hemos tenido nuestros problemas en todo sentido, hemos sabido solucionarlos, justamente ahora pasábamos por uno y ese era Jenna Flament la dichosa amiga francesa de Mía.
—Kaylee por quinta vez te repito, Jenna solo me estaba tocando la mejilla en la cena porque tenía algo en ella —dijo Alexander, con poca paciencia desde el baño, ya que estábamos discutiendo.
—Tocando la mejilla mis ovarios, esa estúpida te estaba coqueteando y te quería tocar otra cosa James Alexander Harrison, así que no me lo niegues —chille muy molesta cruzándome de brazos por quinta vez; —no la justifiques ni la defiendas —lo fulminé mentalmente.
—¿Y si fuera así que importa cariño?, yo no tengo el mínimo interés en ella, tengo una hermosa esposa, la cual amo con locura, dos hijos maravillosos y además no quiero perderte por una tontería —rechisto él con una chispa de diversión.
—Eso a ella al parecer no le importa —dije sentándome en el tocador; —es una resbalosa que únicamente quiere llevarte a la cama —respondí mirándome en el espejo.
—Mi amor créeme que ninguna mujer me importa, solo tengo ojos para ti —me miro serio él saliendo del baño con su cabello húmedo.
—Más te vale, porque donde esa estúpida te vuelva a tocar un pelo juro por nuestros hijos, que se queda calva la desgraciada esa por trepadora —dije amenazante y me levante de la silla.
Él solamente sonrió por lo bajo y le saqué la lengua divertida, se acercó a mí y deposito un casto beso en mis labios, él sabía muy bien que me había vuelto celosa con él y como no si cada mujer que lo ve nada más le falta desnudarlo con la mirada a las muy descaradas, ¿por qué no entienden que es un hombre casado?
—Alístate cariño que nos están esperando, hoy es la gala benéfica que hacemos cada año —dije separándome de Alex y posando mis brazos sobre su nuca.
—Está bien cielo —respondió resignado para darme un beso y entrar al baño.
No quería ir y eso lo entendía perfectamente, allí iba a estar la víbora de Jenna, pero que ni crea que me separaré un segundo de Alexander, eso ni loca, me adentré al closet y saque el vestido que llevaría a la gala, hoy era la cuarta gala que realizamos en la empresa junto a Benjamín y Sarah, la cual se lleva magníficamente con sus suegros y tiene un pequeño bebe de algunos meses llamado Liam, aliste todo sobre la cama y Alexander salió ya listo con un esmoquin elegante, pase por su lado y le agarre una de sus hermosas nalgas redondas, aunque para él la primera vez que lo hice lo tomo por sorpresa, ahora es algo normal que no le molesta.
—Kaylee deja de ser tan manilarga —chillo Alex molesto mientras se alejaba de mí.
—Sabes que amo tus nalgas, son irresistibles —dije entre risas por su rostro.
—La próxima vez que me toques, jugaré también ese juego contigo —sentencio burlón mientras me miraba atento.
—Pues si es así, está bien —dije, solo lo mire mientras intentaba no reír.
Agarre su otra nalga y pretendía salir corriendo, pero Alexander fue más rápido que yo y me agarro del brazo apretando mi cuerpo hacia él con facilidad, me abrazo para luego introducir su mano dentro de mi camisa, comenzó acariciar mi espalda de forma sutil, me apretó a su cuerpo aún más haciendo que mis piernas flaquearan y mi respiración se entrecortara.
Me quito la camisa dejando mi sostén negro a la vista, arrojo la camisa a un lado de la cama y tomé su suéter para quitarlo mientras nos fundíamos en un beso lleno de pasión, deseo y amor, ambos sabíamos que nos amábamos más que a nada, quite por último su pantalón dejándolo como Dios lo trajo al mundo.
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SIEMPRE TUYA ©
RomanceEngreído, prepotente y frío, pero sobre todo un empresario millonario sexy que arrasa con todo a su paso, eso define perfectamente a Alexander Harrison. Kaylee Williams, una chica soñadora, pero sobre todo inteligente, no estará dispuesta a dejarse...