Capítulo 50.

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Mire a Alexander atenta y estaba durmiendo aún, todo lo que estaba pasando no lo podía creer, él no era el padre de Abby, eso quería decir que el único hijo de Alexander, es Jacob, por un lado, me daba felicidad que la bebe no fuera de él, solo respire hondamente y me acerque a él, está profundamente dormido, estaba relajado, tome la sabana y me acomode a su lado, Jacob dormía plácidamente en una cuna a nuestro lado.

Me desperté con las luces del sol, Alexander aún seguía dormido, me levante de la cama y no encontré a Jacob en su cuna, me alarme bastante, así que corrí hacia la planta baja en busca de Isabelle, se encontraba en la cocina preparando el desayuno animadamente.

—Nana, ¿dónde está mi hijo? —cuestione con el alma en la boca, estaba angustiada.

—Está en su habitación con Mía, tranquila, mi niña —dijo ella sonriendo.

Tan solamente pensar que Alessa tuviera a mi hijo, me ponía los pelos de punta, respire aliviada y me acerque a nana para abrazarla con fuerza, estaba más tranquila de saber que Mía estaba aquí para cuidar de su sobrino.

—Mía llego temprano, tú y Alexander estaban dormidos, así que no quisimos despertarlos, como tienes el banco de leche materna, lo alimentamos —respondió nana sonriendo.

Suspire levemente y deposite un beso en su mejilla y volví a la segunda planta, entre a la habitación de Jacob y Mía se encontraba con él en brazos arrullando mientras le cantaba una canción de cuna para arrullarlo.

—Kaylee, que bueno verte despierta —dijo ella sonriendo mientras dormía al bebe.

—Hola Mía, gracias por haber venido ayudarnos —respondí sonriendo.

Me acerqué a ellos y Jacob tomaba su mamila, sonreí levemente y salí de la habitación para que Mía terminara de alimentarlo tranquila, teníamos trabajo que hacer, no solo con lo de Alessa, sino en la empresa, camine hasta la habitación y Alexander aún seguía dormido, así que me acerque a él y lo desperté con cuidado.

—Alexander, es hora de levantarte —dije moviéndolo un poco.

Él solo se removió un poco y abrió sus ojos ampliamente, me miro atento y me devolvió una sonrisa enorme, se había despertado con buen humor y eso era una buena señal.

—Buenos días, Kay —saludo él sonriendo mientras se estiraba en la cama.

Me acerqué a él y lo abracé, sé que aún le dolía lo que estaba pasando, pero él debía aceptar que Alessa le había mentido, que Abby no era su hija y que lo habían engañado de la manera más ruin y asquerosa todo este tiempo.

—¿Cómo dormiste? —cuestione arreglando un pequeño mechón de su cabello.

—Bien, estoy un poco mejor, aunque debo admitir que todo esto es increíble —respondió él con una sonrisa leve.

—Me alegro, Isabelle ya está preparando el desayuno y tu hermana está con Jacob en su habitación alimentandolo, tengo que ir a la empresa a revisar unos asuntos con Dereck —comente sonriendo mientras tomaba su mano delicadamente.

—Gracias por todo tu apoyo, sé que no lo merezco por todo lo que te hice, pero estuviste con mi familia cuando más te necesitaban, agradezco todo lo que hiciste por ellos cuando yo solo los abandone —respondió él tomándome de la mano.

—No tienes que agradecer Alexander, ellos también son mi familia y haría lo que fuera por ellos, ya no digas nada y solamente baja a desayunar —agregue sonriendo.

Él solamente me atrajo hacia el de forma sutil, deposito un casto beso en mis labios, por lo que me tomo por sorpresa, nunca me había imaginado terminar de esta manera con él, me separe un poco incómoda y él lo noto, me miro apenado antes de rascarse la nuca.

SIEMPRE TUYA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora