Capítulo 3.

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Tras salir del elevador me senté en mi escritorio bastante molesta, me quede después de la hora de trabajo y aunque a Jessica no le pareció justo, se marchó a eso de las 7:30 P.M., suspire agobiada mientras tomaba un sorbo de café cargado, mire el reloj en mi muñeca y era casi media noche.

—Esto es agotador, realmente —murmuré frotando mis mejillas.

Me senté de nuevo en el escritorio y terminé de colocar toda la muestra de la revista, cuando por fin terminé eran la 1:30 de la madrugada, levanté mi vista y la luz de la oficina de Alexande se podía ver por debajo de la puerta, que estaba encendida, me tomo por sorpresa verla así que decidí ir a dejar la muestra sobre su escritorio.

Toque dos veces para mi mala suerte no respondieron, entre girando el picaporte y mire toda la oficina, no había nadie, así que deje la carpeta sobre el escritorio, sentí unos pasos recorrer tras de mí y gire sobre mis pies asustada, allí se encontraba el ogro de mi jefe con sus facciones un poco serias.

—¿Termino lo que le pedí? —cuestiono levantando una ceja y su voz estaba un poco ronca.

—Sí, señor, deje la carpeta con la muestra de la revista sobre su escritorio con todo lo que me pidió —asentí incómoda.

—Puede marcharse, mañana la espero a las 10:00 de la mañana —espeto pasando por mi lado.

Asentí nuevamente incómoda, él se sentó en su escritorio y yo solo me limite a tomar rumbo a mi escritorio, tomé mi bolso y camine por la planta hasta llegar al elevador, mis pies estaban muy hinchados y mi cuerpo proclamaba cansancio, pedía a gritos mi cama.

Baje hasta el sótano y camine hasta mi auto, emprendí camino y cuando llegue a casa me tire en mi cama quedándome dormida en pocos segundos, realmente quería dormir mil años.

Mi alarma sonó y me desperté, eran las 9:00 de la mañana, al menos el idiota de Alexander había dejado que durmiera un poco después de haberme hecho quedar en la oficina, me duche con agua fría, me vestí rápido con un lindo vestido ajustado a mi cuerpo color beige con unos tacones a juego, cepille mi cabello dejándolo en ondas.

Tome mis cosas y bajé, conduje hasta la empresa y entre a la cafetería de enfrente, aún faltaba media hora para entrar a la oficina, así que opte por pedir algo en la cafetería, ya que moría de hambre y necesitaba algo para quitar el hambre de mi cuerpo por completo.

Pedí el desayuno para llevar, pagué y salí de la cafetería, entre al edificio y tome el elevador marcando el piso 30, camine hasta mi escritorio y me senté en él, deje todo sobre este y pronto salió Alexander de su oficina, su rostro estaba tenso y su mirada me asusto un poco.

—Srta. Williams, la espero en mi oficina —pidió serio, ahora no sabía qué le pasaba.

—¿Ahora qué hice? —cuestione dejando salir un suspiro.

Me quedé mirándolo mientras él entraba de nuevo a su oficina, camine hasta la entrada y él se encontraba sentado en su escritorio bastante serio, genial, ahora tendré que lidiar con él y sus grandes problemas de humor.

—¿Pasa algo Sr. Harrison? —cuestione mirándolo un poco molesta.

—Necesito que compre dos boletos con destino a Seattle, haga la reservación de una suite en el mejor hotel de la ciudad, uno a mi nombre y otro a nombre de Alessa Wells —dijo él sacando su tarjeta platino mientras me miraba atento y deslizaba la tarjeta hasta el borde de su escritorio.

Asentí y la tome en mis manos, camine hacia mi escritorio y me dispuse a buscar los boletos de avión para él, los encontré y pague todo, imprimí la información en la sección de fotocopias y volví a la oficina del susodicho.

SIEMPRE TUYA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora