Capítulo 40.

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Estábamos a finales de agosto, para ser exacta 23 de agosto, tenía un poco más de 38 semanas y el tiempo pasaba muy rápido desde que llegue a Boston, ya llevaba 2 meses aquí y mi vientre estaba bastante grande, casi no podía moverme por mi gran volumen corporal, Jacob ya quería salir del vientre y realmente yo también quería que saliera para tenerlo conmigo.

Aliah sé ha comunicado conmigo para saber como estaba el bebe, no quería perderse nada del embarazo, así que la mantenía al tanto, el Dr. Miller era quien estaba llevando el control desde que había vuelto a Boston, era viernes y mire el reloj, eran las 5:30 P.M., el cielo estaba oscuro, estaba sentada en una silla cerca al jardín mirando el cielo atenta.

Sentí una punzada en mi vientre y coloque mi mano en este, me asuste bastante y comencé a gritarle a Mía por los nervios, ya que solo estábamos ella y yo en la gran mansión, tras escuchar mis gritos Mía llego y me levante asustada entre sollozos, sentí un líquido recorrer por mí entre pierna y mire atenta, sabia que había llegado la hora del nacimiento del bebe.

—¡Kaylee!, ¿estás bien? —cuestiono ella asustada mientras me miraba con cara de horror, era claro que nunca había presenciado un proceso de parto.

—No, el bebe ya viene en camino y duele mucho Mía —negué colocando una mano en mi vientre y haciendo muecas de dolor.

Ella solamente sonrió emocionada y subió directo hacia la habitación, las contracciones eran dolorosas y frecuentes, quería que esto terminara ya, dolía como el demonio, Mía bajo con la maleta y corrió hacia mí para ayudarme, las contracciones no cesaban.

Me subí al auto y traté de controlarme, pero un instinto se apoderó de mí y comencé a gritar con mucha fuerza, durante el camino Mía me decía que respirara hondo y que aguantara que poco llegaríamos al hospital, pero demonios no podía más.

El camino fue horrible, el dolor no cesaba y quería agarrar a golpes a quien me dijera algo, al llegar al hospital Mía alerto a los doctores de que estaba por dar a luz, después salieron dos enfermeros con una silla de ruedas, me sentaron con cuidado y entramos al hospital, por suerte era el mismo donde me había atendido el Dr. Miller, oraba porque fuera el quién atendiera mi parto, ya que le tenía mucha confianza.

Me entraron a una habitación y pedí que llamaran al Dr. Miller, él era el único en quien confiaba para que atendiera mi parto, una enfermera hizo que me quitara el vestido y me pusiera una bata, con mucha dificultad y gritos lo hice, poco después llego el doctor y respire hondo.

—Kaylee que bueno verte de nuevo aquí, veo que ya estás por dar a luz —comento él sonriendo.

—Dr. Miller, gracias al cielo, está usted aquí para que traiga mi hijo al mundo —respondí agitada y sentí como los dolores me dominaban aún más.

—Vamos a mirar cuanto tienes de dilatación, si tienes 10 cm empezamos con labor de parto, si apenas estás empezando, te aplicaré la epidural para eliminar todo dolor mientras llegamos a los 10 cm de dilatación —asintió él mirándome atento.

—La epidural, por favor —suspiré gritando mientras quería arrancarme el vientre.

El doctor solo asintió y dio orden para que me aplicaran la inyección, le tengo miedo a estas, pero con este dolor no me importa nada, después de inyectarme dejaron entrar a Mía y se acercó a mí, el Dr. Miller introdujo sus dedos dentro de mí y me miro atento, por lo menos el dolor ya no estaba.

—Kaylee, apenas tienes 6 cm de dilatación, en las próximas horas darás a luz a tu bebe, así que puedes dormir y cada hora vendremos a ver cuanto tienes de dilatación para monitorear que todos salga bien —me miro el doctor sonriendo.

SIEMPRE TUYA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora