Capítulo 37.

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Después de bailar muchas canciones en la pista, me senté en la mesa, pues ya estaba exhausta de estar bailando, las palabras de Alexander aún dolían, tenía muchos sentimientos encontrados muy dentro de mí, sabía que él estaba dolido, pero no le daba el derecho de echarme en cara que estaba con otra persona aunque no era así.

Jacob era su hijo, pero jamás lo sabría por ser tan imbécil, llego la hora del pastel y comimos, como no podía tomar licor, tome un poco de agua, la cena estuvo exquisita y había llegado la hora de lanzar el ramo, me acomode entre las solteras y Aliah tiro el ramo, por suerte me había caído a mí, todos me miraron sorprendidos.

Seré la próxima en casarme, ni en mis más locos sueños me casaría de nuevo, reí por mi pensamiento y abracé a mi mejor amiga con una sonrisa, se iba a Las Bahamas, la muy condenada, me despedí de ella y se marchó de luna de miel, ya que partían pronto.

Aliah merece ser feliz y ojalá Paul sea la persona que la haga feliz, me despedí de los invitados y me fui con Benjamín para la habitación, eran las 3:00 A.M., yo solo tenía un gran cansancio, al llegar al hotel subimos a la habitación y me cambie el vestido por una pijama, me acosté en la cama y deje que Morfeo se apoderara de mí.

Benjamín al igual que yo estaba cansado y se acostó en su cama, a mi mente aún venía el dichoso recuerdo de Alexander, su rostro estaba más pálido de lo común y su mirada era de un hombre vació, eso era él, un hombre vació sin sentimientos, sabía que estaba sufriendo, pero se lo merecía, no me esperaba su reacción, pero muy en el fondo me sentía un poco mejor al saber que a él le dolía un poco verme con alguien más.

El día comenzó con la luz del sol, hoy volveríamos a New York, no quería estar aquí un minuto más, me desperté y vi la cama de Benjamín vacía, me levante y decidí entrar a ducharme, mi gran vientre no dejaba que me moviera mucho, escogí algo cómodo para poder cambiarme, cepille mis dientes, mi rostro estaba muy cansado y sentía el peso de este sobre mí.

Me maquillé ligeramente, solo aplique rimel y brillo trasparente, deje mi cabello en una coleta y me dispuse a guardar todo, moría de hambre y quería ir a casa, tocaron la puerta y fui abrir, para mi sorpresa era Benjamín con una charola llena de comida.

—Buenos días, pequeña tragona babosa —espeté él sonriendo para abrazarme.

—Buenos días, idiota —saludé devolviendo la sonrisa, Benjamín me miro detenidamente, por lo que solo me limite a mirarlo.

—¿Cómo estás, enana? —cuestiono sentándose a mi lado

—Bien, ¿y tú? —cuestione sonriendo.

—Bien, tienes que comer por Jacob, así que toma —comento él pasándome la charola con la fruta picada.

Solo asentí y comencé a desayunar, Benjamín me miraba atento y me sentía un poco rara por su mirada, una mano suya se posó sobre mi vientre y Jacob dio una pequeña patada por lo que sonreí emocionada, mi bebe estaba feliz de que Ben lo acariciara.

—Eso fue genial —confeso él sonriendo.

—Lo sé, será un gran futbolista —comenté riendo mientras comía un poco de fruta.

—Kaylee, sé que no quieres hablar del tema, pero quiero saber si aún amas a Alexander después de todo lo que ha pasado entre ustedes —comento un poco tenso.

—¿Para qué quieres saber eso? —cuestione tajante.

—Porque quiero saber, tú siempre me escuchas y quiero hacerlo contigo esta vez, pero quiero que seas totalmente honesta sobre tus sentimientos por él —espeto él alzando ambos hombros.

SIEMPRE TUYA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora