Estaba muy nerviosa por saber qué pasaría esta noche, mis manos sudaban y el camino hacia el aeropuerto sé me hizo eterno, cuando nos subimos al auto Alexander miraba a través de la ventana sin emitir palabra alguna, me encontraba muy nerviosa, la idea de pensar que en unas horas estaré a solas con él me ponía bastante nerviosa, al llegar al aeropuerto nos bajamos del auto y el chofer ayudó con las maletas, cosa que agradecí.
Subimos al avión y nos acomodamos con ayuda de las azafatas que por nada del mundo le despegaban la mirada a Alexander, me incomodé un poco y respiré hondamente antes de mirar al piloto.
—Es un gusto tenerlos con nosotros en este día tan especial, Sr. y Sra. Harrison —espeto el piloto.
—Gracias —asintió Alexander, algo tenso.
—Muchas gracias —sonreí amenamente.
Nos sentamos en una silla, tomé mi bolso y saqué mi teléfono para hablar con Aliah, estaba muy nerviosa y asustada como para aguantar la tensión que generaba Alexander en el ambiente, me levanté de la silla rápidamente y fui directo al baño para marcar el contacto de Aliah.
—¿Kaylee? —pregunto ella curiosa.
—Sí, soy yo —respondí rodando los ojos.
—¿Qué sucede, cariño?, ¿no has dormido aún con Alexander cierto? —cuestionó ella.
—Cállate, estoy muy nerviosa Aliah, no sé cómo demonios haré para que seducir a ese idiota, aun sabiendo como es —confesé un poco tense.
—Vamos, Kay, eres muy inteligente, tienes un cuerpo de infarto y eso te ayudará, aparte que hombres no es débil cuando ve una mujer hermosa en ropa interior, créeme que el regalo que llevas debajo del vestido de novia no será en vano —respondió ella dándome ánimos.
—Tienes razón, deséame suerte —respondí sonriendo.
—Sé que lo harás bien, respira, cálmate y suerte, cariño, recuerda, él es tu esposo, así que tú puedes —respondió ella dándome ánimos.
—Lo haré, te quiero —respondí colgando la llamada.
Respire hondamente y tome el valor para salir, me acomode de nuevo en la silla y Alexander se encontraba mirando su teléfono y estaba serio, sabía muy bien que estaba hablando con ella, maldito.
Tomé mis audífonos y me dispuse a escuchar música, el camino fue cómodo, ya que me había quedado dormida, me levanté con el movimiento del avión, miré hacia la ventana y podía ver el hermoso mar frente a mí, siempre había querido conocer el mar, pero jamás había podido. Miré a Alexander y estaba dormido totalmente, sonreí como tonta al verlo y los nervios se volvieron apoderar de mí, admito que mi pecho era un vaivén de emociones, me quedé estática detallando cada parte de su rostro, era algo raro de explicar, por Alexander sentía algo fuerte, pero es una mezcla de decepción, pero sobre todo un sentimiento que me impedía hacer cualquier cosa contra él.
Su rostro tenía una facción relajada, sus mejillas estaban color rosa al igual que sus labios, sus pestañas eran perfectas al igual que su cabello marrón y sus ojos, unos hermosos zafiros azules que hacían contraste con el mar o el cielo, sentí como una pequeña voz me sacaba de mi pequeño trance haciendo que Alexander se despertara de su sueño, habíamos aterrizado.
—Sra. Harrison hemos llegado —anunció una azafata brindándome una sonrisa.
Me moví rápidamente y tomé mi bolso, Alexander se levantó y salió primero del avión, por suerte el piloto si era un caballero y me ayudo a bajar, maldije a Alexander por lo bajo y para mi mala suerte escuchó porque volteo a verme, me miro y siguió con su camino hasta el auto que nos esperaba, el chofer nos ayudó con las maletas y nos subimos, esta vez decidi ayudarlo.
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SIEMPRE TUYA ©
RomanceEngreído, prepotente y frío, pero sobre todo un empresario millonario sexy que arrasa con todo a su paso, eso define perfectamente a Alexander Harrison. Kaylee Williams, una chica soñadora, pero sobre todo inteligente, no estará dispuesta a dejarse...