33. Desconcierto.

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Yo, soy un alma errante en éste mundo negándose a partir, sin ganas de vivir y sin las fuerzas necesarias para morir.

Estoy destinado a sufrir por el recuerdo que aún conservo dentro, muy dentro.

Sigo intentando mantenerme cuerdo aunque ya no pueda estar contento; me concentro en mis textos.

Y mi energía centro en mantenerme siempre despierto.

¡Malditos cuervos!

¡Malditos recuerdos que no salen de mi mente!

¿Será que ya soy un demente?

Frente al espejo me pregunto:

«¿Qué le paso a mis dientes! Los veo diferentes».

«¿Estoy sonriente?»

«¿Dónde está la gente!»

Y entonces la vi, no lo creí, no lo entendí.

¿Cómo podría ser que aún existiera?

¿Cómo podría ser que estuviera aquí?

Que siguiera vi-va y frente a mí.

¿Sólo fue una ilusión de mi imaginación, o un fantasma del pasado?

Cerré mis ojos y al abrirlos seguía ahí ¡qué desconcierto!

¿Qué es ésto?

La intenté tocar y la pude sentir; aunque no era ella mísma.

Era más dulce, pequeña, risueña.

Desde entonces la acepté y la adopté. Ahora es para mí, es parte de mí.

¡Vive en mí!

Aunque no distingo su nombre, quizás Nohelia,
Eva, Anna, o Amalia.

No, todos esos nombres desaparecen de mi mente. Ninguna de ella es Mia.

La vida en Poesías.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora