Franklin se sentó en el sillón de la estancia, suspirando y sonriendo como idiota (como siempre). Dejó sus brazos a cada lado de la cabecera del sillón, y mantuvo sus ojos cerrados.
-Que día tan bonito, hoy no tengo que hacer trabajo laboral y por si fuera poco no tengo ninguna tarea que hacer en casa.- habló para sí el mayor, relajando sus músculos de lo tenso que había estado hace rato.
De detrás del sillón, salió Alejandro, mirando con maldad a su padre, no sabía el porqué de sus actos próximos, pero estaba confiado de que su plan maquiavélico surtiria efecto en su progenitor.
-Recuerda que tienes que pagar la electricidad de la casa, papá.- susurró Alejandro en el oído de Franklin, quien por su parte no dudó un segundo en dar un salto del sillón y salir corriendo fuera de casa para terminar esa tarea pendiente que había olvidado completamente.
-Hijo ¿Puedes venir un momento?- preguntó Jessica, la madre de Alejandro y Alexander, quien se encontraba en la cocina preparando la cena.
-¡Claro, mamá!- exclamó Alejandro, saliendo de detrás del sillón y saltar de éste para no tener que dar toda la vuelta al sillón.
Frank salía de su habitación moviendo con sus manos la silla de ruedas, había estado en esas cuatro paredes por un largo rato, pero fue porque se había entretenido en un libro sobre Los Puertos de SCSI Externos, incluyendo los cableados, el soporte y varias cosas más.
La puerta de entrada se abría con lentitud, mostrando a un Alexander bastante rojo, ¡Y cómo no estarlo!, si al llegar a su hogar se despidió de Lean con una manera bastante peculiar y apasionada. Aún su mente le daba una mala jugada y le hacía recordar esa embarazosa situación, en donde con descaro le plantó un beso lleno de lujuria a su compañero rubio, quien al resibir este inesperado beso no dudó en seguir con el atrevimiento del azabache, tocandole sin pudor los glúteos.
-Nos vemos después, aficionado al pudor, lujurioso con mentalidad sucia y sin vergüenza.- exclamó Lean, elevando la cabeza del azabache con su dedo índice en la barbilla.
Y lo peor de todo es que lo había dejado con las ganas de volver a besarlo, ya que el rubio al decir esas palabras tan reveladoras se acercó de nuevo al menor, quien sin más que hacer cerró los ojos al esperar con nerviosismo el beso, el cual nunca llegó, ya que Lean quería vengarse del menor por haberle hecho creer que los dos aún seguían en una relación, la cual ya no existía, quitando su dedo índice que continuaba en la barbilla del azabache. Alexander al abrir los ojos se encontró con nada más y nada menos que la nada, el rubio ya no estaba.
-Alexander ¿Ocurre algo?- preguntó el tío, viendo a su sobrino avergonzado por quien sabe que.
-¡E-Eh!, ¡No, claro que no, no ocurre nada!- exclamó Alex, sonriendo con nerviosismo.
Frank dudó por las palabras del menor, quien sin más subió las escaleras con rapidez. Un pan duro golpeó la cara del mayor, desconcertandolo, miró a todos lados y sólo se encontró con la risa de Jessica y Alejandro desde la cocina.
-Ja Ja, muy gracioso.- dijo Frank, moviendo la silla de ruedas en dirección a la cocina.
Pero una explosión desde la puerta principal alarmó a todos los presentes, excepto al azabache que estaba en su habitación encerrado con llave, ocultandose de su vergüenza. Madre e hijo salieron de la cocina y miraron la capa de humo que salía desde la zona que había sido corrompida.
No se trataba de nada más y nada menos que Franklin con una motocierra, y por si no fuera poco, Borrunio, su mascota extravagante, estaba al lado suyo con una máscara de luchador. Franklin sacó una cuerda de su espalda y la agitó en el aire para lanzarla en dirección a Frank, la cuerda tomó una de las ruedas de la silla y el hombre jaló la cuerda con brusquedad en dirección a él.
-¡¡HORA DE PELEAR!!- gritó con fuerza, Franklin, alertando a todo el vecindario de que había una batalla.
Los vecinos no dudaron ningún segundo en ponerse sus máscaras de luchador y tomar cualquier objeto que les sirviera como arma. Franklin arrastró a Frank fuera de casa y lo dejó aún lado de él, para después gritar y correr hacia la calle lo cual los vecinos no dudaron en salir de sus casas también y comenzar a pelear con quien estuviera cerca, golpeandose ya sea con sillas, palos, botellas de vidrio, toallas mojadas, pan duro, etc.
Los tres inquilinos de la familia Homobono, quienes eran Jessica, Alejandro y Frank, miraban el gran caos que se estaba avecinando en la calle de *todas partes, entrando a su residencia con la más mínima lentitud.
Al estar dentro, Alejandro decidió salir a pelear con los vecinos, tomando una silla de madera a la cuál incendió sin necesidad de algún fósforo.
-¿Se te apetece un café?- preguntó Jessica, al ver que sólo eran ellos dos.
-Con leche descremada, por favor.- exclamó Frank, escuchando el alboroto de afuera, ya que Franklin al entrar había dejado un gran hoyo en la pared principal.
No había nada más que decir, esas peleas y cosas sin sentido eran el pan de cada día para la familia Homobono, y todos aceptaban que su familia era bastante extraña al parecer de todos.
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*Todas partes: es el nombre de la calle en la que están distribuidos la familia, bastante extraño fue aceptar que ese nombre vendría siendo confuso para los que pidieran alguna dirección con el fin de llegar a algún destino en específico.
Meme encontrado en redes sociales, disfrutenlo:
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¡¡Las Personas Son Raras!!
HumorNuestra familia rara regresa, pero ahora con más poder de volver locas a todas las personas. Las cosas nunca cambiaron, pero ahora ellos se encuentran en la ciudad. ¿Qué estupidez harán ahora? ¿Por qué no lo descubres ti mismo? ¿Por qué tengo hambre...