[Parque de la ciudad,13:34 del día]
-Muy bien,el plan es subir a ese gran edificio y saltar sin paracaídas-Antonio apuntó al gran edificio detrás de ella, se le veía con un gran entusiasmo y nadie tenia las suficientes agallas para negarle algo a la chica, ya que, todos los presentes le tenían un cierto pánico.
-¿Sin paracaídas? ¿Te has vuelto loca? -y el único que tenía las agallas en el grupo era Thomas, quien fue el que hizo la pregunta, cruzandose con cierta superioridad los brazos, mirándola con su seriedad única.
-No estoy loca, el único aburrido aquí, eres tú, si no quieres participar, lárgate de una vez y deja de estar chingando- Antonio levantó un poco la cabeza para mirar a Thomas con enojo, ya que, el chico era más alto que ella.
-No me iré, solamente me quedaré aquí para observar como se mueren y gritarles un "¡Se los dije!"- Thomas le dio la espalda a la chica y se alejó del grupo para sentarse en una banca cercana.
-¡Pff! Da igual, es un aguafiestas -Antonio hizo un ademán con la mano, restandole importancia a lo que el mayor había mencionado.
-Bueno, cambiando de tema ¿nos vamos?- preguntó Isaac, que estaba incluido en el grupo, junto con su hermano menor.
-Si, pero ¿estás seguro de que quieres llevar a tu hermano? Puede ser algo peligroso- preguntó Antonio, mirando con desconfianza al chico, mirando de reojo al menor.
-¡Yo tengo muchas ganas de ir!- dijo con entusiasmo el chiquitín.
-Está bien, pero conste que yo se los advertí- dijo Antonio, apuntando a los dos chicos con su dedo índice.
Antonio nos guió hasta la puerta del edificio, hasta que escuché un grito a mis espaldas, giré mi cabeza y miré que Thomas movía la mano, tirandome de vez en cuando besos.
-¡Que tengas suerte!- gritó,levantándose de la banca.
-¡La tendré!- grité de igual manera.
Miré por última vez a Thomas y entré al edificio. Antonio nos contaba que en este lugar se habían creado tazas de café cuadradas, hasta que un idiota que trabajaba en este lugar decidió incendiar el edificio, corriendo por las oficinas desnudo, además de golpear a su jefe y saltar por la ventana.
Todos le prestabamos atención, subiendo las escaleras que tenían un poco de manchas oscuras por el incendio que había ocurrido, pasábamos por oficinas que se encontraban vacías, de vez en cuando tomaba algunas tazas que había en el suelo, la gente las había dejado ahí y técnicamente eran gratis, ya que, en todas las tazas que tomé por el camino, había una nota pegada que decía: "Son gratis".
Al llegar a la azotea, me acerqué a la orilla y miré hacía abajo, mirando el parque como si fuera miniatura, y en una de las muchas bancas se encontraba Thomas sentado como todo un macho que se respeta.
-¡¡El último en tirarse es un huevo podrido!!- gritó Antonio a mis espaldas, y al girar la cabeza, la chica había saltado por mi lado izquierdo.
Regresé mi vista hacia abajo y la vi haciendo la pose de bola de cañón, mientras que gritaba "¡Wiiiiiii!".
Después los dos hermanos saltaron y yo no me quedé atrás, saltando boca abajo, mi cabello se movía de un lado a otro y sentía el viento en toda mi maldita cara, observé como los dos hermanos daban algunas vueltas por el aire y yo sólo me quedé en esa misma posición, hasta que después de unos largos minutos la caída comenzó a parecer infinita, desde la azotea ni siquiera parecía que esa caída fuera tan larga, el edificio no era tan grande y era algo ilógico que duraramos tanto tiempo cayendo, ya había cambiado de posición, ahora estaba boca arriba con mis manos detrás de mi cabeza, como si estuviera en mi cama acostado y mirando la pared. Giré mi cabeza hacia la izquierda y miré que los dos hermanos estaban "sentados" con las piernas cruzadas, tenían en sus manos unas cartas.
-¿Tienes un 4?- preguntó Isaac a su hermano.
-No lo se, no puedo ver, recuerdalo- dijo el menor, soltando las cartas y que éstas se fueran volando, ya que aún continuabamos cayendo.
-¿Cuánto llevamos cayendo?- pregunté, mirando a Isaac.
El chico miró su reloj de muñeca, para después responderme.
-Una hora con cincuenta y siete minutos- dijo con un tono aburrido.
-Esto es muy extraño ¿no crees?
-Si, aún no lo e descifrado, pero creo que hay una especie de magia en todo esto- argumentó Isaac.
-Hay una posibilidad de que si, ésta es la más larga caída que e tenido en toda mi vida, además de que ya me dio hambre
Guardamos silencio por un momento hasta que Antonio se unió a nuestra conversación, ella parecía de igual manera aburrida.
-¡Llevamos horas cayendo!- gritó la mujer, con cierto fastidio en su voz.
Miré hacía abajo y el suelo parecía estar tan lejos, pero después comenzó a acercarse rápidamente, todos notamos esto y comenzamos a gritar de nuevo, la caída ya estaba por terminar y todos nos quedaríamos pegados al concreto si no hacíamos algo rápido.
Antonio sacó con rapidez de su bolsillo de sus pantalones pesqueros, una pequeña bola de colores y después la tiró al concreto que se acercaba más y más hasta nosotros.
La bolita de colores hizo una pequeña explosión, para después convertirse en un gran castillo inflable y que todos cayeramos en ese cómodo inflable, salvandonos de una terrible golpiza en el cuerpo.
Todos nos quedamos ahí por unos momentos, mirando el cielo, con una cara mezclada entre miedo y alivio, junto con un poco de sorpresa.
-Eso fue.... ¡Increíble!- gritó Antonio, levantándose y comenzando a saltar en el inflable.
Yo sonreí poco a poco, para también levantarme y saltar junto con ella, después se unieron los dos hermanos, riendo y divirtiendonos juntos.
-¿Pero que demonios hacen?- preguntó Thomas, afuera del inflable.
Nosotros sólo continuabamos saltando, riéndonos entre nosotros.
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¡¡Las Personas Son Raras!!
HumorNuestra familia rara regresa, pero ahora con más poder de volver locas a todas las personas. Las cosas nunca cambiaron, pero ahora ellos se encuentran en la ciudad. ¿Qué estupidez harán ahora? ¿Por qué no lo descubres ti mismo? ¿Por qué tengo hambre...