Hormiguero.

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El rubio más amado de todos bebía de su té de manzanilla, que personalmente le hizo la Señora Martina. Anteriormente le habían contado de un supuesto desmayo que tuvo.

Por lo que le contaron, Antonio le había propinado un puñetazo justamente en el rostro, dejándolo inconsciente en el suelo.

—¿Cómo te sientes, Lean?—preguntó la mayor amablemente.

—Ya estoy mejor. Aunque continúo con dolores en la cabeza. Esa mujer tiene mucha fuerza.

Por alguna extraña razón, hablaba tan amable que por un momento se asustó de sí mismo. Él jamás fue así, siempre era grosero y burlón.

Tal vez el golpe lo afectó mucho.

—¡He llegado!—gritaron desde la puerta principal. Se trataba de Alexander con bolsas de plástico en sus manos.

—Yo te ayudo, mi amor—dijo Lean. Levantándose de la silla y tomando las bolsas que Alexander mantenía en sus manos.

—¿Okey?—Alexander sospechó de que Lean tenía un grave problema. Él nunca lo ayudaría, incluso el rubio se estaría riendo de lo débil que era con esas bolsas.

Lean entró a la cocina y empezó a guardar los alimentos comprados por Alex.

—¿Necesita ayuda, Martina?—preguntó Lean, después de terminar de guardar los alimentos.

—Claro. ¿Puedes ayudarme con el almuerzo?

—Sería un honor ayudarle a usted en la preparación del almuerzo.

Alexander salió lentamente de esa casa, escuchando las risas de los dos de fondo.

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—¿Estás de broma? Si es una clase de mala jugada, juro que patearé con brutalidad ese maldito culo que tienes—dijo Antonio, bebiendo de su malteada de fresa.

Alexander había llamado con urgencia a la chica, y le había pedido que se vieran en alguna cafetería. Obviamente la fémina le dijo que se vieran en la cafetería en donde ella trabajaba.

—No estoy bromeando. ¿Crees que te llamaría con urgencia sólo para hacerte perder el tiempo?

—Buen punto. Pero aún no comprendo el cambio de humor en Lean. ¿En serio ahora es más amable?—preguntó Antonio, no muy convencida de la posible amabilidad que muestra Lean.

—Sí. Y me asusta esa forma en la que ahora se expresa, ese no es el verdadero Lean que conocí.

—Pero mira el lado bueno de la situación—Antonio dio otro sorbo a su malteada antes de hablar.—Lean ya no se burlará de nosotros. Incluso hay una extensa posibilidad de que no explote más cosas. ¿No te parece eso genial?

—Me encanta la idea de que Lean ya no explote más cosas. Pero, ¿eso no es muy egoísta de nuestra parte? Debemos querer a Lean como es verdaderamente.

—Me importa un rábano si es, o no el verdadero Lean. Lo que importa es la disminución de explosiones que causará el rubio.

Hubo un largo silencio, hasta que Alex suspiró.

—Por favor. Quiero al verdadero Lean de vuelta. Al hombre que amo y amaré—suplicó Alexander, tomando la mano libre de Antonio.

La chica miró los ojos del chico que suplicaban su ayuda. En verdad sentía la necesidad de ayudarlo, pero el mundo estaría más calmado si Lean no fuera tan destructivo.

—Está bien. Te ayudaré con éste problema, pero a cambio quiero 6 tacos con salsa del que pica y una Coca-Cola bien helada, ¿trato hecho?—negoció Antonio.

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⏰ Última actualización: Nov 02, 2017 ⏰

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