Chancla.

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Antonio.

-Florero ¿Tu que piensas?-miré a mi Cocodrilo mascota que tenia puesta una peluca rosa en la cabeza.

Soplé mi cabello, levantandolo para que después vuelva a mi cara.Esos dos idiotas me habían dejado sola, aunque eso me ayudó un poco para olvidar el trauma sobre la perforación de Thomas.

Miré por un momento mi pulsera, que consistía en tener los colores de la bandera arcoiris (homosexualidad) , Lean me la había regalado cuando fue una vez a festejar que en la ciudad habían legalizado el matrimonio del mismo sexo, ese día Lean se había puesto loco y se tiró por la ventana para después correr en donde se juntarian todos para celebrar.

Reí al recordar el rostro de mi abuela al ver la ventana rota, cuando Lean había regresado se llevó el peor regaño de todos por parte de mi abuela, incluyendo un jalón de orejas y unas nalgadas.

No podía negar que mi abuela anteriormente me tenía algo de decepción, ya que le conté sobre mi fanatismo por la homosexualidad, ella creyó que yo me había vuelto lesbiana sólo porque me encantaba el yaoi. Después de un tiempo mi abuela comprendió todo y volvimos a ser como antes.

Escuché el timbre de nuestro hogar y decidí levantarme del sillón en el que antes estaba sentada. Al abrir la puerta me encontré con los dos idiotas junto con un oficial, para ser específicos el que me disparó un tranquilizante de oso.

-Hola Javier-saludé y recargué mi hombro en el marco de la puerta.

-Hola Antonio ¿no has hecho alguna estupidez?-el oficial se quitó los lentes que tenia puestos y me miró.

-No-me encogí de hombros.

-Eso espero, no quiero dispararte otro tranquilizante de oso.

-¿A que has venido?-pregunté con cierta duda.

-Estos dos tortolos estaban haciendo cosas indebidas en unos arbustos del parque, una madre que pasaba por ahí con sus hijos llamó a nuestras instalaciones y nos explicó sobre esto-el oficial miró a Lean y a Thomas.

Lean tenía la camiseta al revés y Thomas tenía su camiseta desabrochada con ciertas mordidas y chupetones en el cuello, los dos tenían el pelo desordenado y miraban a diferentes lugares.

-Javier te prometo que no sucederá de nuevo, los vigilare todos los días

-Espero que lo cumplas-el oficial entre cerró los ojos y se puso de nuevo los lentes, empujando a los dos chicos dentro de la casa.

-¡Adiós!-eleve mi mano y me despedí.

Cerré la puerta y me giré con lentitud,  mi rostro mostraba seriedad y los dos chicos se encontraban asustados.

-¿Que fue lo que hicieron bola de pendejos?-tomé una chancla y los apunté con ella.

Los dos estaban asustados y se veían las lágrimas bajar de su rostro, llevaban una sonrisa de compasión y se alejaban lentamente de mi.

Después de eso se escucharon los gritos de los dos por el dolor del golpe con la chancla asesina.

--Tirititi,cortes comerciales.--

¡¡Las Personas Son Raras!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora