CUARENTA Y CINCO

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Draco ya había salido de la enfermería, sus moretones ya ni se notaban y el corte en su labio había sanado muy bien

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Draco ya había salido de la enfermería, sus moretones ya ni se notaban y el corte en su labio había sanado muy bien. Durante esa semana, estaba bastante segura de que Fred estaba molesto conmigo pues en todas las clases me evitaba. Yo no fui a la sala de menesteres ni una vez, así que no sabía si Fred se había presentado, supusé que no porque no me mandó ningún mensaje pidiendo verme.

Ahora ya no estaba molesta con él ni con George, no voy a mentir y decir que nunca lo estuve, pues habían herido demasiado a Draco por la tremenda golpiza que le dieron, no justificaba el comportamiento de Draco, pero me fue imposible no molestarme porque al fin y al cabo, Draco es mi hermano menor.

No los culpaba por haber reaccionado de esa manera, pues normalmente cuando las personas hablaban mal de mí, no me importaba; más sin embargo, si se llegaban a meter con mi familia puede que reaccione mal. Con eso, tampoco justificaba su comportamiento.

—Sigo sin creer lo que pasó el sábado —me encontraba lavando mis manos después de la clase de herbología, cuando escuché a alguien hablar cerca de la entrada del baño.

Reconocí su voz, ésta le pertenecía a Katie Bell.

—Lo sé —dijo Angelina y su voz se escuchaba más cerca.

Escuché sus pasos aún más cerca, por lo que me apresuré a entrar al último cubículo y encerrarme ahí. Las cazadoras de Gryffindor entraron al baño y siguieron hablando.

—Se me hace injusto, a Malfoy no le hicieron nada —dijo Alicia Spinnet.

Sabía que les habían puesto un castigo a George y a Harry, pero no me había enterado en qué consistía.

—¡Dímelo a mí! —Comentó Angelina completamente frustrada-. Ahora tengo que buscar a dos golpeadores y a un buscador...

Mis ojos se abrieron más de lo normal ante lo que acababa de escuchar, quería que aquello no fuese verdad. Para Fred y George el quidditch era algo muy importante, amaban jugar y además... Fred no había hecho nada.

Y de cualquier forma, aquel castigo había sido bastante fuerte e innecesario.

—Supongo que Gemma Malfoy abogó para que ese castigo se llevara a cabo —dijo Angelina y se escuchó que cerró el grifo del agua—. ¡Pero claro! Que no toquen a su hermanito...

Unos minutos después sus pasos se comenzaron a hacer más distantes y cuando ya no escuché nada en lo absoluto, salí de ahí directamente a la oficina de la profesora McGonagall. Tal vez si yo hablaba con ella, dejarían que ellos volvieran a jugar.

—¿Qué es lo que necesita, srta. Malfoy? —Preguntó la profesora con su mirada clavada en unos pergaminos en el escritorio, sus lentes casi en la punta de su nariz.

—Yo... quería hablar del castigo de los gemelos Weasley y Potter —dije no muy segura de lo que estaba diciendo, probablemente debí de haber pensado lo que quería decir antes de entrar.

El Traidor que me Enamoró | Fred Weasley | ET#01 | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora