C I N C U E N T A

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Esa noche no la había pasado en mi habitación, me había quedado en la sala común

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Esa noche no la había pasado en mi habitación, me había quedado en la sala común. Alfie se quedó a mi lado un buen rato hasta que lo obligué irse a su habitación, debo decir que no se encontraba muy contento, pero aun así no podía dejar que se desvelara cuando al día siguiente día había clases.

Sí, yo también tenía que asistir a las clases, pero Alfie no tenía que sufrir lo que yo estaba pasando. Yo me había metido en ese lío, y yo lo afrontaría sola.

Por momentos me recordaba que yo ya sabía que acabaría, ya sabía que no podríamos estar juntos para siempre. Mis padres me habían prácticamente atado a alguien, así que me culpaba por sentirme de esa manera, se supone que debía estar lista justo como les había dicho a las francesas que lo estaría.

Pero había una cosa de la que estaba completamente segura y es que si no hubiera aceptado esa relación con Fred, ahora mismo me arrepentiría por eso. Tuvimos buenos momentos, fue una muy buena compañía y un gran apoyo, es una de las mejores personas que he conocido y es algo que siempre voy a decir, pues con él aprendí cosas de mi misma que no sabía, me enseñó a ver las cosas de diferente manera.

Considero que aprendí con él algo mucho más valioso que cualquier cosa que te puedan enseñar en el colegio, y estaba agradecida por eso. Al final de todo, la nueva Gemma me gustaba muchísimo más que la antigua.

Pero ahora tenía que afrontar la realidad.

Porque lamentablemente, me tocó vivir en un mundo en el que lo mío con Fred no sería aceptado por nadie. Me tocó vivir en un mundo en el que no podía hacer mis propias decisiones, en el que las cosas eran aprobadas solo si le traía algún beneficio a la familia. Un mundo en el que se preocupan inclusive más por la pureza de la sangre, que por ser felices.

Subí mis pies al sillón en el que me encontraba y rodeé mis rodillas con uno de mis brazos, mi mirada pasó de la chimenea que estaba apagada a mi mano izquierda en el que tenía el collar que Fred me había regalado.

Y de nuevo las lágrimas comenzaron a invadir mis ojos, porque había sido lo suficientemente tonta como para creer que todo podría cambiar algún día. Eso era lo que más me dolía, que desde que Fred y yo habíamos compartido nuestro primer beso, muy en el fondo tenía la esperanza de que algún día mi familia se diera cuenta de que tenía que hacer mis propias decisiones. Tenía la esperanza de que algún día yo fuera lo suficientemente fuerte coma para enfrentar a mi familia, pero no lo he sido, y lamentablemente no podía imaginarme revelándome contra mis padres.

Y es que me comenzaba a dar cuenta, de que había sido muy tonta al enamorarme de un Weasley.


-Habiendo tantas chicas en Hogwarts, ¿Por qué con la que no puedes estar? Y es lo mismo para ti...


Escuchaba las palabras de George en mi cabeza una y otra vez, el día que lo dijo sabía que tenía razón, y ahora también.

Escuchaba las palabras de George en mi cabeza una y otra vez, el día que lo dijo sabía que tenía razón, y ahora también

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—Tienes que ver esto —dijo Alfie entrando a la sala común, me tomó de la mano y me llevó fuera de ahí.

El alboroto por todo el castillo ya había comenzado, pasillo por el que pasáramos, pasillo que tenía algo que hacía saber que los gemelos Weasley habían estado ahí. Al llegar a la torre de astronomía, me di cuenta de que Alfie había elegido los mejores lugares para ver el espectáculo que Fred y George estaban haciendo en los jardines.

—¡Deténgalos! —–Gritó Umbridge en el momento justo en el que los fuegos artificiales iluminaban el cielo con cientos de colores y figuras, mientras Fred y George, se elevaban en el aire con sus escobas ganándose las porras de todo el colegio.

Una pequeña figura se acercó a nosotros y cuando estuvo lo suficientemente cerca, pude notar que era una pequeña estrella echando chispas verdes y platas. En el centro estaban mis dos iniciales y no pude hacer nada más que sonreír.

—Quien quiera comprar un pantano portátil como el que está en el interior del castillo, pueden ir al número 93 en el Callejón Diagon —dijo Fred con una sonrisa radiante, sonrisa que me contagió.

—Descuentos especiales para los estudiantes de Hogwarts que juren que van a usar nuestros productos para deshacerse de ese viejo murciélago —añadió George, señalando a la Profesora Umbridge.

Mi sonrisa se hizo más grande cuando escuché a Alfie reírse ante eso.

—Convierte su vida en un infierno por nosotros, Peeves. —le dijo Fred al poltergeist que se encontraba muy feliz por la situación.

Nunca había visto a Peeves respetar a algún estudiante, y me sorprendió bastante cuando vi cómo se quitaba el puntiagudo sombrero y hacía una reverencia ante los Weasley cuando estos se elevaron un poco más para comenzar su viaje.

Me quedé observando las siluetas de los cuerpos de Fred y George alejarse cada vez más, hasta que llegó un punto en el que desaparecieron de mi vista.

Fred había dicho que quería que yo siguiera mis sueños y yo acababa de presenciar el cómo él seguía uno de los suyos. Entonces me pregunté:

¿Qué es lo que procedía cuando uno de mis sueños era que todo fuese diferente? ¿Qué tenía que hacer?

No lo sabía, pero mientras la estrella se comenzaba a apagar, me di cuenta de que no me importaba lo que vendría, porque él siempre sería parte de mí.

Fred Weasley nunca me dejará, porque estará conmigo eternamente.






Fin del primer libro.

El Traidor que me Enamoró | Fred Weasley | ET#01 | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora