2- Maldita sea.

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Bastián West

En serio que April Miller me sacaba de mis casillas, no soportaba su arrogancia, no soportaba que se sintiera la mejor persona en el mundo cuando no lo era, ella siempre trataba a todos los que no hacían parte de su circulo de amigos mal, como poca cosa,  muchas veces, durante años lo había intentado conmigo, pero no lo había conseguido y por eso no me soportaba. Yo nunca le prestaba atención a las cosas que decía, aunque de vez en cuando me gustaba darles una lección.

—Vean nada más a los novios del año —nos señaló a Charlie y a mí—. Tómense de la mano, no sean tímidos —todos se pusieron a reír.

—En serio, que estupidez —dijo Charlie negando con su cabeza.

—A personas como estas que sólo quieren llamar la atención es mejor ignorarlas. Sí les haces caso se crecen peor que el barro que intentan ocultar con maquillaje —todos se quedaron en silencio y luego empezaron a reír.

—Imbécil —April y su grupito se fueron de la cafetería y las risas se intensificaron, a la vez que muchos me elevaban sus pulgares en agradecimiento por haberlas puesto en su lugar.

No entendía cómo diablos había llegado a pasar la noche con ella. ¿Cómo diablos había pasado? En serio había tomado demasiado para no recordarlo y para haberlo hecho, porque sino ¿qué demonios hacíamos ambos en esa habitación? A menos que todo hubiera sido alguna especie de broma o juego, tal vez sólo nos habíamos emborrachado y a alguien se le había ocurrido la grandiosa idea de dejarnos ahí, tal vez nos escogieron a los dos sólo por nuestro largo historial de enemistad. Aunque tenía una buena idea era difícil de creer que nos habían desnudado y todo sólo para hacer una broma. Quizás lo mejor que podía hacer era dejar de pensar en eso.

Bajé de mi motocicleta, saqué las llaves de mi bolsillo y abrí la puerta, me dolía muchísimo la cabeza, pero a pesar de eso pude notar que había alguien en mi casa. Caminé silenciosamente hasta la sala y ahí estaba mi mejor amigo, Charlie.

—¿Cómo diablos entraste? —fruncí el entrecejo y señalé la puerta. Él únicamente se limitó a subir y bajar ambas cejas.

—Desde lejos se nota que ayer te la pasaste bien —se puso a reír, mi aspecto era realmente espantoso.

—Cállate, me duele la cabeza —me acosté en mi sillón boca a bajo y cerré mis ojos con fuerza. Sentía el estómago revuelto, la cabeza parecía que me iba a estallar y a pesar de eso no podía dejar de pensar en lo que había pasado allí y el porqué no lograba recordar nada.

Esperaba que fuera una pérdida de memoria temporal, si ya había pasado por lo menos merecía recordarlo, ¿no? Aunque cada vez que recordaba que había sido con April, quien cada día se empeñaba en sacarme de mis casillas, prefería no recordar nada. Definitivamente la pérdida de memoria era una bendición.

—Voy a prepararte algo de comer —Charlie guardó el celular en el bolsillo de su pantalón y se dirigió a la cocina.

—En serio te lo agradeceré, me siento fatal. Quizás si como me sienta mejor —dije aún tirado en el sillón.

Mientras Charlie cocinaba yo trataba de dormir, cosa que era realmente imposible debido al dolor de cabeza. Las punzadas que sentía en mis sienes me impedían descansar, eran como una tortura constante y sin descanso. Era tanto el dolor que me habría encantado poder despegar mi cabeza de mi cuello para ya no sentir más el dolor.

Embarazada De West [West#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora