April Miller
¿Qué demonios le pasaba a Bastián? Por supuesto que yo no estaba celosa, sólo me había molestado esa chica, fue demasiado descarada, yo estaba justo ahí y ella le estaba coqueteando... pero, Bastián y yo no éramos nada, así que pensándolo bien, mi actitud había estado de más. Debía confesar que imaginarlo tratando a otra chica como me trataba a mí, no me gustaba para nada.
—¿No me crees, verdad? —le pregunté y me crucé de brazos al ver su sonrisa. Estaba convencido que yo estaba celosa y eso había sido una escena de celos y quizás sí, pero primero muerta antes que aceptar tal cosa.
—Sí, te creo —entrecerré mis ojos y lanzó una carcajada.
—Empiezas a caerme muy mal, ¿sabes? El mundo no gira en torno a ti —me adelanté unos cuantos pasos de él, pero me alcanzó.
—Ya cálmate —pasó uno de sus brazos por mis hombros—. Entrenos a esa tienda —aún con su brazo sobre mis hombros me llevó hasta la tienda de bebés.
Al entrar quedé maravillada con todo lo que había ahí, ropa, zapatos, todo miniatura. El imaginarme a mi bebé con esa ropa me emocionaba demás, porque todo era tan hermoso. Incluso había diminutos vestidos para niñas y entonces deseé que fuera niña para ponerle esos vestidos y luego vi algunos trajes y quise que fuera niño también. Estaba enloqueciendo con todo lo que había ahí, aunque la verdad era que no importara que fuera mi bebé, yo ya lo amaba con todo mi ser.
—Mira que cosas tan lindas —tomé unos zapatos diminutos de color rosa y se los mostré a Bastián.
—Sí, lo son —los tomó y sonrió—. Ya me imagino lo linda que se vería si fuera niña —ladeó la cabeza y en ningún momento borró la sonrisa de su rostro y supuse que se imaginaba a nuestro siendo una niña y usando esos zapatos.
—Me muero por saber que es —hice un puchero y me vio.
—También yo —asintió—. Mira estos —tomó unos pequeños blancos que bien podían ser usados por niñas también.
—Están hermosos.
—¿Los llevamos? —sonrió y asentí—. Oficialmente tenemos los primeros zapatos de nuestro bebé —sentí como mis ojos se llenaron de lágrimas y el frunció el ceño—. ¿Vas a llorar?
—Es de emoción, me gusta cuando lo llamas nuestro bebé, me emociona mucho —sonrió y me abrazó.
—Es porque es nuestro bebé —me dio un beso en el cabello—. En lugar de llorar, vamos a ver más cosas —me soltó y empezamos a caminar por los pasillos buscando más cosas y mientras lo hacíamos nos encontramos con muchos peluches—. ¿Cuál te gusta más? —preguntó Bastián, señalando los peluches.
—Todos —reímos—. Déjame ver cual de todos es más lindo —lo pensé por un momento viendo a todos y uno llamó mi atención, porque tenía una carita súper tierna—. Este —tome un osito color beige, con un lazo celeste en el cuello.
—Bien, vamos a llevar ese —abracé al oso—. Hay que buscar pañales —le preguntamos a una chica dónde podíamos encontrar pañales para recién nacidos.
—Les recomendaría comprar muy poquita ropa para recién nacidos ya que la usan sólo por unas semanas, aunque no parece crecer rápido —y yo que pensaba comprar mucha ropa pequeñita—. Así que pueden llevar de estos —nos mostró unos pañales de tela blancos pequeñitos—, que les servirán para las primeras semanas y llevar de estos más grandes —nos mostró otros más grandes.
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Embarazada De West [West#1]
Romance¿Hay algo peor que perder la virginidad en una borrachera? Sí, es aún peor perderla con el más idiota y antisocial de toda la universidad, y a eso agreguémosle perder mi excelente reputación y terminar expulsada de la hermandad. ¡Ah, claro! Olvidab...