8- Día de locos.

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Bastián West

Había entrenamiento así que me dirigí al lugar de reunión y durante todo el camino no había podido dejar de pensar en lo de April, no entendía porqué, pero así era, era una locura de mi parte seguir pensando en eso, pero no salía de mi mente. Entré al lugar, subí las gradas rápidamente y me senté al lado de Shark, ambos hicimos nuestro saludo del equipo.

—¿Qué tal van? —pregunté viendo a varios de nuestros compañeros ya en el agua.

—Hasta el momento bastante bien —hizo un asentimiento de cabeza sin despegar la vista de la piscina.

—¿Acaban de empezar? —revisé mi reloj.

—Sí, hace unos minutos —me vio. Me pasé una mano por el pelo y lo desordene—. Oye ¿ya viste quiénes están acá? —lo vi.

—No —negué—. ¿Quién? —fruncí el ceño al verlo sonreír levemente.

—April y su bonita amiga, Renata —con un asentimiento señaló hacia dónde se encontraban ambas.

A Shark le gustaba Renata, eso era obvio y estaba bien porque hacía mucho tiempo que no tenía una novia… teníamos el mismo tiempo sin novia, porque las que teníamos eran primas y se fueron juntas del país.

—¿Qué rayos hacen aquí? —sonreí incrédulo. Se suponía que ellas solamente apoyaban al equipo de fútbol y que nosotros éramos sus enemigos por nuestra amistad con las porristas.

—Eso mismo me pregunto yo —coincidió—. Ellas nunca apoyan al equipo, es más, para ellas el único equipo que importa acá es el de fútbol —ahí está, todos sabíamos eso.

—Lo sé y por eso me extraña verlas acá —el que ellas estuvieran ahí sólo podía significar que algo tramaban, no podían estar ahí sólo para ver el entrenamiento—, pero qué  más da —me encogí de hombros—, ignorémoslas y listo.

—Sí claro, como si fuera tan fácil —reí y en parte después de lo de anoche lo entendía—. Será mejor que sigamos viendo el entrenamiento —asentí.

—Creo que ganaremos —dije luego de ver lo rápido que iban los chicos y escuchar los tiempos que habían logrado.

—No tengas duda de eso, aparte ahora tú participarás —me dio un golpe en el brazo.

—Sí, tienes razón, yo soy el mejor y llevaré al equipo a la victoria —bromeé y lancé una carcajada.

—Tampoco exageres —me golpeó con su codo.

—Acéptalo, Peter —le molestaba que lo llamaran por su nombre, por eso lo hacía.

—¿Cómo me llamaste? —me vio serio y a la vez con algo de gracia.

—Peter —repetí.

—Te odio —me golpeó y lancé una carcajada—. Mi padre y su absurda elección, lo peor de todo es que sólo tengo un nombre.

—Ahí está, es tu nombre, debes aceptarlo —puse mi mano en su hombro y le di un par de palmaditas mientras él negaba con decepción.

—Hola, West —una voz ya conocida interrumpió antes de que Shark pudiera defenderse. Ambos volvimos a verla y nos pusimos de pie, yo me acerqué a ella.

Embarazada De West [West#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora