Embarazada De West [West#1]

13- Embarazada de West. ✔

April Miller

Luego de clases Carl, me llevó a casa y mientras nos despedíamos Renata llegó con Shark, ambos muy sonrientes y felices. En serio era ridículo que aún no fueran novios o mejor dicho que no aceptaran que ya lo eran.

—¿April? —me volví hacia, Carl—. ¿Pasa algo?

—No —negué. En realidad si estaba molesta, pero no con él, el problema era con Renata.

—Ya debo irme —asentí.

—No vemos mañana —me dio un beso en la frente y cerré los ojos. Un beso en los labios era algo bonito, pero un beso en la frente era demasiado tierno y eso me fascinaba de él.

—Hasta mañana —dio la vuelta y se subió a su auto, lo vi alejarse y sonreí pensando en lo bonito que era estar a su lado.

—Que románticos —Renata, apareció detrás de mí tomándome por sorpresa.

—Tú no me hables —giré sobre mis talones y caminé al interior de la casa.

—¿Qué te pasa? —Renata me tomó del brazo y m

—Me traicionaste, te vi abrazando a West, acariciándole el cabello y riendo con él —se río.

—¿Estás celosa? —bufé y me solté de su agarre.

—Por supuesto que no —elevó ambas cejas—. Creía que eras mi amiga, pero no, te fuiste con West.

—Bastián me cae bien —se encogió de hombros.

—¿Ahora es Bastián? —entrecerré los ojos.

—¿Qué? —levantó los brazos—. Así se llama por si no te habías dado cuenta.

—Ya no eres mi amiga —la señalé y entré a la casa.

Era una tremenda estupidez de mi parte decir tal cosa, pero estaba enojada con ella, su novio era Shark, por qué tenía que estar tocándole el cabello a él. Pensar en eso me provocó una especie de flashback en el que mis dedos estaban entre su cabello, podía sentir su olor. Oh por Dios, había recordado algo de esa noche que había estado con él, no era la gran cosa, pero algo era algo.

Pasé por la cocina, porque mi intención era encerrarme en mi habitación, pero las chicas estaban preparando el almuerzo y verme pasar me llamaron, así que no me quedó de otra que quedarme con ellas.

—¿Te pasa algo? —me preguntó Jackie cuando me senté frente a ella.

—No, nada —dije segura. Aunque sí me pasaba algo, pero ni yo misma entendía qué era lo que pasaba.

—April, ¿puedes probar ésta salsa? —Angie, me acercó un tazón con una salsa verde y espesa, en cuanto sentí el olor de inmediato me dieron náuseas.

—No, otra vez no —corrí escaleras arriba hasta mi habitación.

Abrí lo más rápido que pude y corrí al baño, levanté la tapa del inodoro y empecé a vomitar todo lo que había en mi interior. Cuando sentí que ya no quedaba nada, me puse de pie y caminé hacia el lava manos, tomé mi cepillo de dientes y lavé estos.